EL MUNDO
La segunda “Guerra de los Seis Días” que reocupa Cisjordania
En medio de la polémica por los supuestos ataques israelíes a la Iglesia de la Natividad en Belén, donde se refugian 200 militantes palestinos, el ejército israelí tomó Nablus y comenzó a entrar en Hebrón. Sólo resta Jericó.
La invasión de Israel sobre Cisjordania y otros territorios fue conocida como “la Guerra de los Seis Días”. Ayer, a seis días del inicio de la Operación Muralla, Cisjordania aparece casi completamente reocupada. El ejército israelí tomó ayer la ciudad de Nablus y comenzó la de Hebrón. A una semana del inicio de la ofensiva, ya fueron tomadas las ciudades de Ramalá, Belén, Salfit, Jenín, Tulkarem y Kalkilia, con lo que faltaría solamente Jericó para que todas las ciudades autónomas dentro de Cisjordania estén bajo control israelí. El jefe del Estado Mayor israelí, general Shaul Mofaz, dijo que, a pesar de las presiones norteamericanas para detener la ofensiva (ver nota aparte), la Operación Muralla durará “ocho semanas”. La situación es particularmente tensa ahora en Belén, donde, según versiones, Israel habría bombardeado la Iglesia de la Natividad, lugar donde nació Jesús para el cristianismo y donde ahora están refugiados entre 200 y 400 milicianos palestinos. Fuentes oficiales israelíes desmintieron estas versiones. Con una Cisjordania prácticamente reocupada, ayer continuaron los combates en el segundo frente que se abre en Medio Oriente: la frontera entre Israel y Líbano.
La guerrilla pro iraní libanesa Hezbollah lanzó nueve misiles Grad sobre una estación de radar israelí en la región de las granjas de Shebaa, un territorio en disputa entre Siria e Israel. Fuentes de la ONU dijeron que los cohetes fueron lanzados desde un área fuera del control de la misión de Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL) y que, de hecho, seis integrantes de la misión resultaron heridos por los impactos. El martes, el premier israelí Ariel Sharon había advertido a Siria, país que controla militarmente al Líbano, que respondería a estos ataques, y el gabinete de Seguridad israelí está considerando las opciones. Siria inició anteayer el repliegue de parte de los 20.000 soldados que aún tiene estacionados en Líbano, lo que puede indicar un intento de evitar el conflicto o la puesta en marcha de planes de contingencia.
La “Muralla” llevó la atención hacia Belén por la situación en la Iglesia de la Natividad (ver nota aparte). Unos 200 milicianos palestinos se refugiaron allí el miércoles. Israel dice que en realidad tomaron de rehenes a religiosos para evitar ser atacados. Los palestinos denuncian que comenzaron a bombardear la Iglesia. El patriarca latino de Jerusalén, el libanés Michel Sabbah, declaró que “la basílica, una iglesia, es un lugar de refugio para todo el mundo, incluso para los guerreros o los combatientes, con tal de que depongan sus armas, y en ese caso tenemos la obligación de darles refugio, sean palestinos o israelíes”. Por la noche, según personas dentro de la Iglesia, hubo cuatro fuertes explosiones en torno al edificio.
“Hacen falta cuatro semanas para la primera fase y otras cuatro para completar la operación”, declaró ayer el general Mofaz. Y apoyando las declaraciones de Sharon, Mofaz defendió la deportación del líder palestino Yasser Arafat de Medio Oriente para siempre. “Arafat está a la cabeza de la Autoridad Palestina, que anima, financia y entrena a los terroristas. En esas condiciones, es mejor que sea expulsado”, declaró. El ministro de Defensa israelí, Benjamin Ben Eliezer, dijo que Mofaz cometió “una falta muy grave” al emitir un juicio político en su condición de militar activo.
A una semana del inicio de la operación y a poco de completar la reocupación de Cisjordania, Israel dice que está encontrando documentos que vinculan directamente a la Autoridad Palestina con la campaña de atentados suicidas que viene sufriendo Israel en los últimos tiempos, y que justifican la operación actual. “En realidad, lo que quieren es destruir a la Autoridad Palestina y asumir el control de la seguridad en nuestros territorios”, declaró ayer el ministro palestino Ziad Abú Zayad, refiriéndose a que gran parte de los 1100 detenidos en Cisjordania pertenecen a las fuerzas de seguridad palestinas.
Fuentes israelíes reconocen que ninguno de los “peces gordos” que estarían buscando fueron capturados. El caso más significativo es el de Jibril Rayub, jefe de la Seguridad Preventiva de Cisjordania, cuya sede en Ramalá fue asediada por los israelíes hasta que él mismo, por teléfono, negoció la rendición de unos 200 palestinos. Pero él no estaba en el lugar. Otro tanto ocurre con el jefe del Tanzim y presunto líder de la Brigada de Mártires de Al Aqsa (ambos vinculados al movimiento Al Fatah de Yasser Arafat), Marwán Barghuti. Tampoco fueron detenidos figuras importantes de los movimientos fundamentalistas Hamas y Jihad Islámica. El negociador palestino Saeb Erekat dijo que murieron 90 palestinos desde el inicio de la ofensiva. Los israelíes reconocieron cuatro bajas.
La reocupación marca un giro a la derecha del gobierno. Un primer resultado fue que ayer el Partido Nacional Religioso (Mafdal), partido de derecha que representa a los colonos judíos y que tiene cinco diputados en la Knesset (Parlamento), acordó su ingreso al gabinete.