EL MUNDO
Una Constitución que puede permitirlo casi, casi todo
La Constitución Europea acordada esta semana en Bruselas es un sutil equilibrio de pesos y balances, con cláusulas para chicos y grandes.
Este es el modelo de integración que propone el Viejo Continente.
Por Stephen Castle*
Desde Bruselas
El histórico pacto para la primera Constitución de la Unión Europea (UE) ha abierto el camino para una Europa “multivelocidad”, con Francia intentando adelantarse en temas clave junto con Gran Bretaña y otras naciones más euroescépticas. A cambio de ganar el derecho de mantener su poder de veto nacional en temas como impuestos y seguridad social, el premier británico Tony Blair ha acordado dejar el camino abierto a las naciones que quieren una vía rápida a la integración.
Inmediatamente después de brindar con champagne por el acuerdo sobre la Constitución, el presidente francés, Jacques Chirac, prometió crear un nuevo grupo de países con cooperación cercana sobre áreas como seguridad social. Una nueva cláusula en la constitución le daría a Francia la habilidad de “actuar sin Gran Bretaña, pero con otros”, dijo. Las nuevas iniciativas podrían armonizar las bases de impuestos corporativos, medidas para combatir el fraude impositivo a través de las fronteras, la creación de reglas de seguridad social comunes para trabajadores migrantes, la armonización de penalidades criminales y el establecimiento de un fiscal público europeo.
Francia y Alemania han coqueteado por un tiempo con la posibilidad de crear un nuevo grupo interno o “pionero”, dentro de la UE –y Chirac estuvo cerca de lanzar un plan parecido– cuando fracasaron las conversaciones sobre la Constitución en Bruselas el pasado diciembre. Con una Unión Europea agrandada de ahora 25 naciones, la constitución reconoce un nuevo hecho de la vida política: que los países no pueden ser obligados a integrarse más de lo que desean, pero tampoco deberían tener el poder para detener a aquellos que quieran hacerlo.
La necesidad de una UE más flexible fue subrayada por los resultados de las elecciones de la semana pasada en las que les fue bastante bien a los escépticos en varias naciones, incluyendo el Reino Unido, Suecia y Polonia, donde hubo una reacción en contra de Bruselas. Para Blair, esta concesión no tiene costos políticos internos. El líder del Partido Conservador, Michael Howard, ha llamado a la creación de una Europa multivelocidad, permitiéndole a Gran Bretaña minimizar su rol en la integración europea.
Esta decisión marca un cambio significativo en la política británica y la aceptación de que, en algunas áreas, Gran Bretaña podría ser marginada. Es un fuerte contraste con la política del laborismo cuando llegó al poder en 1997, que cuando se creó el euro, luchó una larga batalla con todas las de perder para que le dieran un escaño en el grupo de países participantes de la moneda común a pesar de que se había excluido de la membresía.
El cambio también presenta potenciales dificultades para Blair si es que quiere integrarse al euro. Por la constitución, los 12 países miembros de la unidad monetaria común podrían decidir terminar con el veto nacional en temas impositivos. Si Gran Bretaña quisiera, más adelante, integrarse a la moneda común, tendría que aceptar las reglas, incluyendo los votos mayoritarios sobre impuestos. Un funcionario de la UE dijo: “Este es un desarrollo significativo. La cuestión es si Francia y Alemania pueden encontrar otros países con los que trabajar”. Andrew Duff, un parlamentario europeo demócrata liberal y miembro de la comisión que hizo un borrador de la Constitución, dijo: “Francia y Alemania ven una cooperación más cercana como un premio, y podría terminar siendo una membresía de segunda clase para Gran Bretaña si este tema no está muy bien cuidado por este país”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.