EL PAíS › HEBE DE BONAFINI, PRESIDENTA DE MADRES DE PLAZA DE MAYO
“Yo no soy oficialista”
Está en desacuerdo con muchas políticas de Kirchner –Haití, la deuda, Duhalde–, pero reivindica su “acto de amor” hacia los desaparecidos y lo considera “el primer presidente que los trata como revolucionarios y no como terroristas”. Sus diálogos, sus proyectos y su intención de ayudar a crear “una nueva política”.
Por Nora Veiras
Hebe de Bonafini es un torbellino. No para. No retrocede. Sus definiciones no admiten matices. Quiere y odia con una pasión que apabulla. Es raro escucharla hablar bien de un presidente. Aprecia a Néstor Kirchner, siente que reivindicó “a nuestros hijos, a los desaparecidos. Que los nombre con el amor que los nombra... Tiene muchísimo valor y si hubiera una sola cosa, sería ésa la que yo le agradezco al Presidente: que le haya mostrado a la sociedad que nuestros hijos no eran terroristas sino revolucionarios que querían una transformación”. Hebe no quiere que la etiqueten de oficialista y marca con el mismo desenfado de siempre las críticas al Gobierno: “Ya le dijimos que no se puede gobernar rodeado de mafiosos como Duhalde”, “el envío de tropas a Haití es un desastre”, “lo de la deuda es otro desastre”. A los 75 años, Bonafini no para, se ata el pañuelo “fuerte, bien fuerte, como si fuera un abrazo de mis hijos” y se entusiasma contando los libros infantiles que va a publicar la Universidad de las Madres, la organización de un encuentro internacional de madres que luchan en París el año próximo y otro de la juventud no organizada para el 2006 “porque hay que sacar un nuevo pensamiento político, una nueva manera de hacer política”.
–¿Alguna vez se imaginó oficialista?
–Yo no soy oficialista. Tengo alguna apreciación por el señor Presidente y creo que hay algunas cosas que hace bien y otras que las habla y no las hace.
–¿Cuáles son esas cosas que no hace?
–Todo el tema de las privatizaciones. No sólo la falta de trabajo, la gente que se muere de hambre, sino todo lo que ocasionan las compañías privatizadas que no invierten. Son muertes para el pueblo y eso es muy grave. ¿Cuánto vamos a esperar? Lo de San Martín, Lomas de Zamora, Quilmes, hace tres años que la gente está con treinta centímetros de mierda en la casa, porque Aguas no invirtió en desagües, cloacas, desvíos. Hay mucha gente que hace las necesidades en una bolsa y las tira a la basura. Nosotros no podemos permitir que nuestra gente viva así. Yo fui a hablar con (el ministro de Planificación, Julio) De Vido le expliqué lo que pasaba. Le dije: ‘Vos te animarías a estar doce horas con todo este escritorio lleno de paquetes de mierda.’ No se pueden armar comisiones cuando la gente no puede ir al baño, cuando por el olor no se puede estar en las casas.
–¿Y qué le dijo?
–Nosotros le propusimos un plan desde la Universidad con economistas, con ingenieros, que él ponga gente del Ministerio, de la compañía, y un plan para que la propia gente de los lugares, vayan diciendo lo que hay que hacer. Nos dijeron que sí y estamos trabajando.
–Le pregunté cómo se sentía siendo oficialista, porque la carta que le escribió al Presidente después del 24 de marzo uno la leía y pensaba ‘es otra Hebe de Bonafini en su relación con el poder’...
–Soy la misma Hebe de Bonafini que vio una cosa diferente que no esperábamos. Decir que es hijo de nosotras, no es poca cosa, por eso uno tiene que tomar en un momento político diferente después de tantos años de lucha lo que está bien, y lo que está mal, criticarlo.
–Se siente reivindicada.
–Yo siento que se ha reivindicado a mis hijos, a nuestros hijos. Con la entrega de la ESMA, el descabezamiento de las cúpulas militares, todos los temas de las leyes, más allá de que no se los condene como uno quiere, es una reivindicación a los desaparecidos. Para mí que un Presidente hable bien de los desaparecidos y no como terroristas en este país, nunca se había visto. Todos los presidentes anteriores dijeron que eranterroristas, desde Alfonsín que dijo que se juzgaban los excesos de la guerra contra el terrorismo –ya los condenó por terroristas– a Menem, a Duhalde, todos. Que él los nombre con el amor que los nombra... para mí eso tiene muchísimo valor y si hubiera una sola cosa, sería ésa la que yo le agradezco al Presidente: que le haya mostrado a la sociedad que nuestros hijos no eran terroristas sino revolucionarios que querían una transformación.
–¿Quiere decir que Kirchner es un revolucionario?
–No, la revolución no viene de la mano de Kirchner. El no es ni revolucionario ni socialista, yo lo dije muchas veces, es un hombre transformador. Para hacer la revolución tendría que romper con el Fondo Monetario Internacional y no mandar las tropas a Haití, ese sería un paso revolucionario, extraordinario, para aplaudir.
–¿En un mundo interdependiente como éste cree que es posible hacerlo solo?
–Chávez lo hizo. Es complicado, pero lo hizo. El no mandó las tropas a Haití. El primer paso es ver si la popularidad del Presidente se concreta en un acto en una plaza. No sirven esos pequeños partiditos que se formen de apoyo a Kirchner. Si uno quiere apoyar al Presidente no se puede hacer un partido para llegar a ser diputado o concejal.
–Ante un poder tan hegemónica cómo piensa que se puede parar un país como la Argentina...
–Tomando decisiones, si el Presidente tiene el 78, el 80 o el 49 por ciento de popularidad, lo que interpreto es que si tenés esa popularidad no es lo mismo que tener el 50 por ciento de seguridad de que la gente te va a votar. Todavía el Presidente no ha salido en un acto masivo importante en la plaza para ver cuánta gente va a apoyar sus decisiones. El 25 de mayo nadie sabe si la gente fue a escuchar a los artistas o a apoyar al Presidente. Eso el Presidente lo tiene que tener claro. El Presidente no puede gobernar con tanto mafioso alrededor. Le dijimos los gobernadores no, se lo dijimos el 24 de marzo. No es que seamos oficialistas, somos duras, más duras que mucha otra gente. Nosotros no formamos ninguna comisión con el Gobierno, no aceptamos un solo peso del gobierno, a todos los organismos les han dado de todo... a los HIJOS, a las Abuelas. Nosotras seguimos con nuestra independencia.
–¿Cuándo lo conoció al Presidente?
–Ahora cuando entró.
–¿Qué fue lo que la impresionó para decir que uno de los hijos de ustedes había cruzado la Plaza de Mayo?
–No dije eso.
–Eso salió publicado.
–Salió, pero no dije eso. A mí me impresionó primero que no es ni populista, ni soberbio, es un tipo sencillo, humilde, que tiene mucha amabilidad para tratarte, que te llama por teléfono, que te trata como uno hubiera querido que te trate siempre un presidente. Que se dé La Patagonia rebelde en el Salón Blanco, que los artistas canten en la Casa de Gobierno, que todos los niños tengan documentos, hay montones de cosas que pasaron para mostrarme que el Presidente es diferente, que no es Menem ni Duhalde. Yo dije que eran todos la misma mierda y no son la misma mierda. No es Duhalde ni es Menem, tampoco es Fidel, pero un Presidente que invita a Fidel, a Chávez, a su asunción, me parece que también es diferente. Todas esas cosas me muestran que hay alguna gente con el Presidente que es diferente, y que es muy difícil gobernar con la mafia y ya se lo dijimos. Duhalde es un mafioso, Ruckauf es un mafioso, Menem lo es y están haciendo la campaña política a partir de golpear al Presidente, de tener sus propios piqueteros que jodan, hay muchos piqueteros que responden a Duhalde y joden. Lo de las tropas a Haití es un desastre y él tampoco se puede convencer con el argumento de las Naciones Unidas porque NacionesUnidas es Estados Unidos, que tengan compromisos, acuerdos, lo del Fondo Monetario nada que ver. Fui la única persona que me presenté en la Suprema Corte con un escrito que hizo Eduardo Barcesat para cuestionar el pago donde demostramos que ya se pagó una vez y media. No tenemos nada que ver con lo que ellos plantean.
–¿Por qué se presentaron ante la Corte teniendo en cuenta su crítica visión de la Justicia?
–Primero porque Barcesat dijo que había que llevarlo a la Corte. Ahora tenemos más gente a nuestro favor. Además había que presentarlo allí para después poder presentarlo internacionalmente.
–Cuando habló con el Presidente sobre Duhalde ¿qué le dijo? Porque con Perón se decía que no era Perón sino el entorno...
–Yo lo que tengo claro es que el Presidente con el 22 por ciento de los votos no podía llegar a ser presidente, y entonces hizo acuerdos y le están costando carísimos. Duhalde se lo va a cobrar con sangre, sudor y lágrimas, no va a largar la provincia de Buenos Aires, lo tiene a (Felipe) Solá que es un títere, pero no lo va a largar, él, su mujer y todos los que tiene alrededor toda la vida regentearon el juego, la droga y la prostitución desde hace muchísimos años. Estuvo a favor de la dictadura, por eso, él no quiere hablar del pasado, porque tuvo que ver con la dictadura. Cuando torturaron a mi hija en la provincia de Buenos Aires inmediatamente lo pusieron en la oficina de autores ignorados, nunca caminó un centímetro esa causa porque lo hicieron ellos. Pegándole a mi hija, me pegaron a mí. Y ésa es la gente con la que está gobernando y no se puede. Yo le dije: “Señor Presidente no se va a tirar al río con esa gente porque son salvavidas de plomo, usted se ahoga con ellos”.
–¿Cómo fue el día en que entró al Edificio Libertador y se entrevistó con el general Roberto Bendini?
–Cuando aparecieron esas fotos (de las torturas en el entrenamiento de los grupos comandos) el Presidente me dijo que las tenía (el ministro) José Pampuro. Yo le dije, “si no me muestran las fotos, yo no voy a hablar por lo que usted me dice, perdóneme”. Le hablé a Pampuro, fui y me dijo “Las tiene Bendini”. Le dije “¿Bendini dónde está?” “Está tras esa puerta”, me contestó. Bueno “dígale que venga y me dé las fotos”. Y bueno, Bendini salió de atrás de la puerta, estaba esperando que yo le dijera que venga y me dio las fotos. Después yo me enojé con Pampuro porque dijo que yo lo abracé a Bendini, para nada. Fue la primera vez que le daba la mano a un militar. Le dije, “Pampuro, correte de lo que estás diciendo porque a mí no me gustan las mentiras”. De ninguna manera abrazaría a un militar, nunca.
–¿Cómo fue darle la mano a un militar?
–Nada, porque Bendini... vino todo medio apocadito. Pasó, fue.