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Por Angeles Espinosa*
Desde Bagdad

“Seguiremos resistiendo a la opresión y a la ocupación hasta la última gota de nuestra sangre”, anunció el clérigo rebelde chiíta Muqtada al-Sadr en un comunicado en el que califica al nuevo gobierno iraquí de “ilegítimo e ilegal”. Este nuevo cambio de parecer, matizado después por su portavoz, podría complicar los planes del primer ministro Iyad Allawi para atraer al proceso político a las distintas facciones de la resistencia. Por segunda vez en 72 horas, el Ejecutivo canceló ayer el anuncio de las medidas legales para lograr ese objetivo.
La cita era después de la reunión del Consejo de Ministros. Estaba prevista la comparecencia de los titulares de Justicia, Malik Dohan al-Hasan, y de Derechos Humanos, Baktiar Amín, además de un alto cargo de Interior, un general y, tal vez, el propio Allawi. Pero tampoco hubo explicación alguna para este nuevo retraso en anunciar la reintroducción de la Ley de Seguridad Nacional de 1960 y una amnistía para aquellos que han participado en la resistencia sin cometer delitos de sangre.
“La resistencia es un derecho legítimo y no un crimen que deba ser castigado”, dijo la noche anterior Muqtada en un comunicado difundido en Najaf, la ciudad en la que sus seguidores se enfrentaron a los soldados estadounidenses hasta el alto el fuego de junio. “No hay tregua con el ocupante y con quienes colaboran con él”, asegura el texto con un lenguaje que encuentra muchas simpatías entre quienes menos se han beneficiado de los cambios vividos por Irak en el último año. Sin embargo, su portavoz en Bagdad, Mahmud al-Sudani, matizó las palabras de su jefe. “Seguimos comprometidos con el alto el fuego y la nuestra será una resistencia pacífica”.
Parece que Muqtada sólo trata de ganar terreno político jugando la baza populista. En las últimas semanas, tanto el joven clérigo como sus representantes habían realizado declaraciones conciliadoras hacia el nuevo gobierno encargado de guiar la transición hasta las elecciones de enero de 2005. El propio Allawi se ha entrevistado con representantes de Muqtada.
“La posición del gobierno está muy clara”, manifestó el primer ministro a la cadena norteamericana ABC, “no hay lugar para las milicias en Irak; no vamos a tolerar que nadie esté fuera de la ley”. La declaración de Sadr parece sugerir que el gobierno le está exigiendo que disuelva su milicia, el Ejército del Mehdi, y se entregue a la Justicia, de acuerdo con la orden de detención que lo acusa del asesinato de un clérigo rival. Como parte del acuerdo de alto el fuego de junio, las tropas norteamericanas renunciaron a detenerlo y dejaron el asunto en manos de las nuevas autoridades iraquíes.
El día 12, poco después de que se anunciara la composición del gabinete, Muqtada se manifestó dispuesto al diálogo. Incluso había dado a entender que el Ejército del Mehdi iba a transformarse en un partido político. El 24 de junio, tras la jornada de atentados simultáneos que dejó 103 muertos y tres centenares de heridos en varias ciudades de Irak, anunció una tregua unilateral en Ciudad Sáder donde los enfrentamientos con las tropas norteamericanas proseguían después del alto el fuego de Najaf. Daba la impresión de que Muqtada quería distanciarse de los atentados de los combatientes extranjeros, apelar a la unidad de los iraquíes y mostrar a los suyos como parte de la resistencia nacionalista. Era también una oportunidad para subirse al tren de la amnistía anunciada por Allawi.
Por otra parte, doce personas murieron ayer en una ataque de la aviación estadounidense contra una casa de la ciudad de Faluja, que según el primer ministro Iyad Allawi, servía de escondite al jefe islamista jordano Abu Musab al-Zarqawi.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.