EL MUNDO › COMO SE VIVE EN JERICO, “LA CIUDAD MAS VIEJA DEL MUNDO”

Un infierno aun sin tanques

Jericó es la única ciudad de Cisjordania en la que el ejército israelí no entró. Pero 16 meses de bloqueo económico y las medicinas que no llegan de Ramalá hacen que no sea un oasis.

Por Angeles Espinosa *
Desde Jericó

Las autoridades de Jericó han distribuido un folleto que explica cómo afrontar la entrada de los tanques, evitar el pánico, hacer frente a un incendio o abordar el asunto de la ocupación con los niños. La medida sorprende ante la envidiable tranquilidad de que goza esta ciudad autónoma palestina, la única de Cisjordania en la que aún no han entrado los carros de combate israelíes. De momento, el ejército israelí se conforma con reforzar el bloqueo que desde hace 16 meses ahoga la economía del distrito.
Aiman pasa la mañana al sol en la plaza del Ayuntamiento. Mucho más no puede hacer. “Tenía un taxi colectivo de esos que hacen rutas entre los pueblos, pero al prohibirnos salir del distrito dejé de ganar dinero y he terminado sin poder pagar el seguro”, explica con más resignación que resentimiento. A sus 37 años, Aiman, que tiene una mujer y dos hijos que mantener, ha pasado a engrosar el ejército de los changarines. “Vendo tarjetas de teléfono, hago encargos y debo dinero al banco”, responde cuando se le pregunta cómo sobrevive.
El bloqueo fue un golpe fuerte para este oasis pegado a la frontera jordana. “Hace tres o cuatro años hubo un boom económico y casi alcanzamos el pleno empleo, fue la época en la que se abrió el casino”, explica Shirin Musleh, de la oficina de relaciones públicas del Ayuntamiento. El casino, cuya clientela era casi exclusivamente israelí, hoy está cerrado y la desocupación afecta al 55 por ciento de la población.
La ciudad de Jericó, la más antigua del mundo según reza el cartel de la entrada, tiene 15.000 habitantes, y el conjunto del distrito autónomo, 25.000. El nombre de Jericó no aparece en la Torá, el libro sagrado de los judíos, lo que no ha evitado que dos colonias se hayan establecido en sus inmediaciones. Pero el motivo más probable para que los tanques no la hayan visitado es que nunca ha salido de aquí un hombre bomba de los que aterrorizan a la población israelí.
“Nuestra economía ha quedado totalmente destruida con el bloqueo -asegura Musleh– nuestras dos fuentes de ingresos, la agricultura y el turismo, han desaparecido.” Los productos agrícolas (cítricos, dátiles y verduras) no pueden salir y los turistas no pueden entrar. La agricultura siempre se dio bien en este retazo de tierra fértil a orillas del Jordán, pero dependía de los mercados de las ciudades vecinas, incluso dentro de Israel.
Pero, además, la ocupación del resto de las ciudades autónomas también está afectando a Jericó. En el hospital general empiezan a faltar medicinas porque se ha interrumpido el suministro desde el Ministerio de Salud, en Ramalá, donde se halla el almacén central. Lo mismo con el resto de los productos de primera necesidad que procedían de lugares ahora ocupados por el ejército israelí. A la sensación de encierro –16 meses sin poder salir del distrito– se une ahora la preocupación por lo que sucede en las ciudades invadidas por los tanques. Todo el mundo tiene familiares o conocidos en alguna de ellas. “Ayer finalmente logré hablar con mis tíos en Ramalá”, explica una mujer que llevaba una semana sin tener noticias de sus parientes. El servicio telefónico se ha visto seriamente afectado en todos los territorios palestinos desde el inicio de la Operación Muro Defensivo.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Una fila de detenidos palestinos en Nablus salen del edificio que los israelíes tenían rodeado.
 
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