EL MUNDO › MOVILIZACION INEDITA POR JOHN FORBES KERRY, EL RIVAL DE GEORGE W. BUSH
Yendo calle por calle por un voto para JFK
Cuando faltan ocho días para los comicios y pasada una semana desde que comenzara el voto adelantado en 31 estados, los demócratas golpean las puertas en cada barrio en busca de votantes y para dar motivación a los indecisos. Así lo constató el enviado de Página/12 en Florida, uno de los 11 estados clave en las presidenciales.
Por Eduardo Febbro
Página/12
en EE.UU.
Desde Miami, Florida
Bajo el sol aplastante del domingo, la gente hace cola sin protestar. Los afiches instalados en las puertas del Miami-Deade Counti insisten en inglés, español y creol sobre la oportunidad del voto anticipado. Adentro, el desorden provocado por la afluencia de electores no perturba el desarrollo del voto. Una mezcla de idiomas y acentos envuelve el recinto demasiado pequeño para recibir a tantos electores. Hoy se cumple una semana desde que más de 30 estados aceptaron lanzar el voto anticipado y las cifras de participación son ya espeluznantes. Solamente en Florida, las autoridades constataron un millón y medio de electores suplementarios inscriptos en las listas. Un record, a la medida del desafío y la polémica. Cada voto cuenta y hay que ir a buscarlo, puerta por puerta. En Florida, el fenómeno es masivo. Florida forma parte de los llamados swing States, los estados tan claves como indecisos donde George Bush y John Kerry están codo a codo. Para evitar las experiencias del pasado, los demócratas salieron a buscar votantes y movilizar indecisos: calle por calle, barrio por barrio, hora tras hora.
Winnie soporta el calor y las largas caminatas con una dignidad alegre y orgullosa. La mujer forma parte de la brigada Unit for Dignity (Unidad por la dignidad). Su trabajo consiste en detenerse en cada casa e incitar a la gente a llenar los formularios de inscripción electoral. “Hacemos un trabajo pedagógico. Le explicamos a la gente sobre la importancia de los comicios, sobre sus derechos y lo que deben hacer si constatan irregularidades o les impiden que voten. Y la gente se inscribe. Lo positivo fue también que más del 20 por ciento de las personas que hemos visitado se unieron a nosotros para convencer a los demás.” Los porcentajes del operativo ya son públicos: 10.300.000 inscriptos en Florida de los cuales 4.200.000 son demócratas y 3.900.000 republicanos. En las elecciones de 2000, la cifra de inscriptos se quedó en 8.700.000 personas. Si se comparan las zonas, los demócratas lograron convencer a muchos más escépticos que los republicanos. Los porcentajes, sin embargo, hacen reír a Tucker Fletcher, el responsable del Partido Republicano en Florida: “Mientras no se hayan desplazado a votar, no tiene mucha importancia. Una cosa es inscribirse, la otra es acudir a la urnas”, dice con seguridad.
Si Kerry sale electo el próximo 2 de noviembre, se lo deberá en gran parte a los miles de voluntarios que recorrieron el país sin descanso incitando a los indiferentes y promocionando a su candidato. “Ha sido una tarea titánica, pero necesaria”, dice Winnie. “Estoy segura de que si hace cuatro años nos hubiésemos activado así, no hubiera ocurrido lo que pasó”. Trabajo callejero y seducción de las minorías han sido los pilares de la campaña del senador Kerry. “Uno de cada tres hispanos vive sin seguro médico. John Kerry quiere que todos los niños tengan acceso a la educación médica”, dice un anuncio difundido en las televisiones de Nevada, Nuevo México y Florida.
Otro anuncio radial acusa a Bush de haber aumentado el número de negros norteamericanos sin seguro médico, mientras que una campaña suplementaria que costó cinco millones de dólares interpela a los norteamericanos de origen africano para que no se dejen engañar por las maniobras de Bush. Los republicanos respondieron con su método: “No compren mentiras demócratas”, dice un anuncio financiado por ellos. Pero el trabajo que más frutos aportó fue el “puerta a puerta”. Nicky se pasó varios meses recorriendo los pueblos del estado de Florida en busca de lo que él llama con humor “el elector con el resorte adormecido”. Acompañado por dos estudiantes pagados 8 dólares la hora, Nicky visitó cuanto vericueto fueraposible. “Aprendimos doblemente la lección. En el 2000, nos ganaron con trampa y en 2002, porque no reaccionamos a tiempo. La conciencia y el entusiasmo que hemos conseguido suscitar nos evitarán ahora morder el polvo de nuevo. Hemos sido más fuertes que ellos.” El joven no se equivoca cuando se refiere a las elecciones legislativas del 2002. Casi con el mismo método que los demócratas emplean hoy, los republicanos consiguieron movilizar a la base de votantes y aplastaron a los demócratas en las urnas. La diferencia está en que los militantes de Kerry cambiaron un poco el estilo. No es por correo ni en la calle adonde interpelan a los votantes sino en sus propias casas. “Para nosotros, lo importante es que, cuando cerramos la puerta de un domicilio, la gente haya llenado los formularios de inscripción. Así estamos seguros de que no sólo irán a votar sino que lo harán por nosotros.” Ese trabajo de fondo resultó muy productivo en el seno de las minorías. “Nos hemos encontrado con centenas de casos similares”, explica Danny, otro los trotamundos en busca de electores. “Por falta de cultura o por miedo mucha gente pobre, muchos ciudadanos norteamericanos oriundos de medios inmigrados nos decían que sus votos no tenían importancia. ¡Qué error! Bastó con mostrarles cómo Bush fue electo con apenas 536 votos para que entendieran que de sus votos también dependía el destino del país”.
“Los demócratas jamás hicieron nada bueno por Cuba”, protesta Ciro, un veterano del exilio cubano. Sentado en una mesa del célebre restaurante Versalles de Miami situado en el barrio de Little Habana, el hombre masca y escupe su odio. Una de las empleadas de este “palacio” popular, llamado Versalles por la cantidad de espejos que tiene, lleva puesta una camiseta que reza “Bush sí, Castro no”. Para los cubanos históricos y la extrema derecha, el divorcio con los demócratas es una historia inconciliable. Los demócratas son un veneno: Kennedy se opuso a la invasión de Cuba durante el “incidente” de Bahía Cochinos; Carter amagó con un acercamiento a la isla y, para colmo de males, Bill Clinton devolvió por la fuerza al balserito Elián González. En las elecciones del 2000, el 82 por ciento de los cubanos norteamericanos votó por Bush. Pero eso fue hace cuatro años. Las cosas han cambiado.
Las nuevas generaciones ya no comparten el extremismo de los “históricos” –así los apodan– y se inclinan más por el partido de Kerry. Los demócratas se dieron cuenta del cambio y fueron a buscar los votos y las simpatías allí donde estaban: en pleno corazón de Little Habana. En la popular calle 8, justo en frente del Versalles, el Partido Demócrata abrió una oficina de campaña. Por primera vez en un cuarto de siglo, los militantes kerrystas salieron a la arena y se instalaron en las tierras enemigas. Los nuevos vientos los alentaron. Un estudio de opinión difundido por el Democrat Network reveló que el 54 por ciento de los cubanos nacidos en los Estados Unidos votaría por Kerry contra el 33 por ciento a favor de Bush. Proyección real o ficción, lo cierto es que los demócratas calculan que si sólo el 10 por ciento de los electores cubanos cambiase de campo, Kerry contaría con 50.000 votos suplementarios. La oficina demócrata frente al Versalles es un signo inequívoco de que los herederos de Kennedy han dejado de creer en los cotos de caza reservados. “No hay voto cautivo que dure cien años”, dice uno de sus militantes. De todas formas, la única forma de romper el hechizo es estar codo a codo con la gente.” Hubiese sido impensable hace tan sólo unos años. Los integrantes de la oficina cruzan la calle para almorzar en el Versalles. El viejo restaurante de los anticastristas refleja en sus espejos las imágenes de un pasado que esfuma y las de un presente aún difuso.