EL MUNDO
“Sharon no concederá, y Bush no lo va a enfrentar”
La mayoría de los observadores en Washington es escéptica sobre las posibilidades de paz tras la muerte de Arafat, aunque George Bush y Tony Blair prometieron ayer avances hacia un Estado palestino.
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
En Washington, Yasser Arafat, Yitzhak Rabin y Bill Clinton se dieron el abrazo de la paz en septiembre de 1993. Cerca de Washington, en Camp David, se frustró, en el verano de 2000, la mejor oportunidad de convertir en definitivos los acuerdos provisionales de paz. También en Washington, hace dos años, la Casa Blanca cortó las relaciones con Arafat porque consideró que no se tomaba en serio el desmantelamiento de los grupos terroristas.
Desde aquí podría salir ahora, en la nueva situación, el impulso que hace falta para recuperar el proceso, pero la mayoría de los observadores son escépticos. Flynt Leverett, uno de los últimos altos funcionarios de Estados Unidos en entrevistarse con Arafat –en junio de 2002–, no es optimista por dos razones: “Sharon va a intentar hacer las mínimas concesiones y ni George W. Bush ni Dick Cheney van a enfrentarse con él en cuanto a sus exigencias para la fase definitiva de la Hoja de Ruta; esta Administración no utiliza bien la diplomacia y eso me hace ser pesimista”. Martin Indyk, director del Centro Saban de la Brookings Institution, destacado centro de análisis de Oriente Medio, comparte el escepticismo pero no descarta que “los cambios que crea la muerte de Arafat influyan en las decisiones de Sharon y de Bush”. En eso confía Amjad Atallah, del equipo negociador de la Autoridad Palestina: “El presidente suele decir que el 11-S cambió el mundo; bien, en muchos sentidos la muerte de Arafat también cambia todo. Si Bush no aprovecha este momento y no escucha los consejos de sus amigos en el mundo y aquí será una oportunidad desperdiciada que tendrá consecuencias para la seguridad nacional de EE.UU. a largo plazo. Si elimina el conflicto entre israelíes y palestinos del menú de las quejas, del odio y del enojo que siente Oriente Medio y el mundo árabe y musulmán, el presidente habrá hecho más por los intereses de la seguridad americana que cualquier otra iniciativa que se haya adoptado nunca”.
Shibley Telhami, de la universidad de Maryland, no quiere prejuzgar. “Siempre hay posibilidad de cambio. Pero sobre la base de lo que ya ha ocurrido es difícil ser optimista sobre este gobierno”, asegura. ¿Cuál es la clave? En su opinión, “hay que hacer algo para revivir la esperanza y para que la gente tenga paciencia, porque no va a ocurrir nada de la noche a la mañana. Si va a haber un proceso y se le va a pedir a la gente que confíe en los frutos y se van a pedir concesiones importantes, tiene que haber un cierto grado de fe; ahora no la hay, de forma que el desafío principal es cómo devolver la confianza”.
Amjad Atallah cree que ahora se abre un período de intensa actividad política entre los palestinos que no debería ser alterado: “Es muy importante que los israelíes estén al margen. Si empiezan a señalar a gente, a decir ‘éste nos gusta, éste no nos gusta’, o si lanzan incursiones en Gaza, el efecto va a ser terrible, porque lo único que van a conseguir es animar a la gente a que elija a los candidatos más extremistas o a que digan ‘mirá los israelíes, no quieren paz, quieren guerra’”. Atallah cree también que sería “muy desestabilizador” que EE.UU. no emita señales de que va a intervenir. ¿Y Europa? ¿Tendrá un papel de peso o bien ocurrirá como en tantas ocasiones? “Depende de ellos determinar el peso que van a tener”, dice Atallah. “Cuando entraron en el Cuarteto, lo hicieron para influir en la política de EE.UU., y lo que ocurrió fue lo contrario. Los europeos no han sido capaces de llevar adelante su programa, sus posiciones, sus intereses. Pero eso no es algo inevitable, es una opción política. Creo que el primer ministro Blair y la UE tienen la oportunidad de intentar poner en pie una política independiente que ojalá incluya a EE.UU. Francamente, éste es momento de decirles: hablen o cállense la boca. ¿Quieren los europeos jugar un papel, como deberían? Esta es la ocasión para que lo hagan.”
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.