EL MUNDO
El camino a las elecciones está tapizado de bombas
Al menos 29 personas murieron tras la detonación de explosivos en una casa en donde irrumpieron policías en busca de insurgentes.
Por Borzou Daragahi *
Desde Bagdad
Una enorme explosión nocturna llevó la muerte y la destrucción al tranquilo distrito residencial en el oeste de Bagdad, mató al menos a 29 personas, hirió a 18 y redujo ocho casas vecinas a ruinas. Oficiales iraquíes y norteamericanos estimaban que una tonelada de explosivos estallaron cuando un grupo de policías irrumpieron en una casa que se sospechaba era el escondite de insurgentes reunidos allí para desbaratar el proceso de las elecciones.
Al menos siete policías murieron, uno con quemaduras tan severas que su cuerpo sólo pudo ser identificado por la funda de su pistola. La explosión se sumó al panorama de muertes violentas y sorpresivas que soportan los iraquíes en la era de la posguerra. “Todas las casas, las cloacas y las cañerías de agua pueden ser reparadas”, dijo Ali Jasi Mohammad, quien se encontraba en el umbral del hospital Noor, cercano a la escena de la bomba, con una venda que cubría su ojo derecho. “Sólo las vidas de las personas no pueden ser reparadas.” Oficiales iraquíes y norteamericanos culpaban por la explosión a los militantes del jordano Musab al Zarqawi, vinculado a Al Qaida. Los oficiales iraquíes anunciaron ayer la captura de Abu Marwan, de 36 años, un iraquí sospechoso de ser un comandante a las órdenes de Zarqawi. Las fuerzas policiales iraquíes y tropas norteamericanas temían una nueva ola de violencia en vistas de las próximas elecciones el 30 de enero. En un video que obtuvo esta semana un canal de noticias árabe, una voz que sería la de Bin Laden urgió a los iraquíes a no participar de las elecciones “infieles”.
El presidente George Bush denunció ayer el boicot de Bin Laden y declaró que los comicios debían proseguir según lo estipulado. “La apuesta es clara en la elección que viene”, dijo Bush a la prensa desde su rancho en Texas. “Es la diferencia entre la capacidad de los individuos para poder expresarse y la voluntad de un individuo que trata de imponer su oscura visión en el mundo, en el pueblo de Irak. Es muy importante que estas elecciones continúen.”
En la escena de la explosión en el distrito de Ghazaliya, al oeste de Bagdad, un auto estacionado a la vera del camino había sido arrojado hacia la cocina de una casa vecina. Había varios pájaros muertos. Una mujer de veinte años corría gritando y llorando. Un grupo de vecinos la rodeó y le taparon la boca, apartándola del lugar, con amabilidad. Residentes vecinos, casi todos chiítas, miembros de la tribu Mousawi, dijeron que la casa había sido recientemente alquilada por una persona sospechosa. “Hasta en el modo en que hablaba se notaba que tenía acento saudita”, dijo Houssein Alí, un joven de 25 años que se recuperaba en el hospital de Noor de sus quemaduras causadas por la explosión. “Este es un vecindario residencial. Somos gente de tribus. Nos conocemos muy bien entre nosotros. Por eso distinguimos a este tipo desde el primer día.”
Un grupo de lugareños se acercó a la casa ayer y habló con su nuevo vecino, quien respondió abriendo fuego contra ellos. Los residentes llamaron a la policía para que investigara y ésta ordenó a la gente que se quedase en sus casas. Los pobladores espiaban desde sus ventanas y desde los techos cuando la policía asaltó la casa. Momentos más tarde se escuchó la explosión.
Nashda Nagesh, de 32 años, estaba acostando a su niño para dormir cuando la explosión la arrojó desde su dormitorio hacia el living. Los vidrios estallaron justo enfrente de los ojos de su marido. “¿Qué haré si mi esposo queda ciego?”, se preguntaba mientras atendía a su esposo en el hospital. En otra habitación merodeaban las moscas cerca de la cara de un hombre quemado.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva