EL MUNDO › LA VIOLENCIA DE CRIMINALES
COMUNES TOMO LAS CALLES DE BISHKEK
Los tulipanes se tiñeron de sangre
Violentos saqueos con dos muertos y numerosos heridos fueron el primer desenlace de la “revolución de los tulipanes” en Bishkek, capital de Kirguiztán, entre signos de que el movimiento antirruso podría replicarse en otras cuatro repúblicas ex soviéticas de Asia Central.
Por Daniel Howden y Jessicah Curtis *
Desde Bishkek
Kirguiztán estaba aprontándose para una nueva ronda de violencia y saqueos anoche, con el nuevo gobierno advirtiendo a la gente de que no había fuerza policial para protegerlos en el comienzo de la “revolución de los tulipanes”, que derrocó a Askar Akayev como presidente. Los ex líderes de la oposición luchaban para instalar un toque de queda en la capital, Bishkek, mientras miles de personas se mantenían parapetadas en sus hogares por temor a los saqueos.
“Parece que la ciudad se hubiera vuelto loca”, dijo Félix Kulov, un importante líder de la oposición liberado de la prisión durante los disturbios y nombrado coordinador de los departamentos de promulgación de las leyes. “Esto no es una revolución. Hay ladrones violentos”, dijo Kulov. Según los funcionarios del hospital, dos personas murieron y 360 resultaron heridas en los episodios de violencia, y 173 de ellas todavía estaban en el hospital. Después de semanas de crecientes protestas en el sur, impulsadas por la ira popular sobre elecciones cuestionadas, los hechos se dispararon con la velocidad del rayo el jueves, cuando la multitud tomó los edificios del gobierno, provocando la repentina huida de Akayev. La señal más clara de un nuevo orden llegó cuando el líder opositor Kurmanbek Bakiyev, que era la figura central en las manifestaciones, surgió ayer del edificio del Parlamento y dijo que había sido nombrado primer ministro y presidente en funciones de Kirguiztán. “La libertad finalmente nos llegó”, dijo Bakiyev a la multitud en la plaza central. Prometió nuevas elecciones en julio para anular los resultados de las últimas. Su nombramiento como primer ministro, y bajo la Constitución como presidente en funciones, fue respaldada durante una tardía sesión nocturna por un nuevo Parlamento restaurado, integrado por legisladores que tenían bancas antes de las elecciones.
El nuevo liderazgo tuvo el apoyo de Vladimir Putin, quien lamentó la violencia y los saqueos en Kirguiztán, pero dijo que trabajaría con el nuevo gobierno. “Es lamentable que, nuevamente, en el espacio post soviético, los problemas políticos en un país se resuelvan ilegalmente y estén acompañados por pogroms y víctimas humanas.” El presidente de Rusia instó al nuevo liderazgo a que restaure el orden rápidamente y lo felicitó por haber ayudado a desarrollar lazos bilaterales durante su labor anterior en el gobierno.
Kirguiztán se convirtió en la tercera ex república soviética en los últimos 18 meses que ve los líderes de larga data acusados de corrupción y derrocados por protestas populares. Los hechos en Bishkek han enviado ondas de alarma a través de la región, que tiene dictadores en los otros cuatro de los cinco “stanes” –Uzbekiztán, Kazajstán, Tajikistán y Turkmenistán– y que se espera que emprendan acciones represivas contra los grupos de la oposición.
El paradero de Akayev seguía siendo un misterio, aunque las agencias de noticias rusas divulgaron una declaración, supuestamente suya, calificando el levantamiento como un golpe e insistiendo en que no había renunciado. Se cree que huyó a Kazajstán. Los saqueadores batallaron ayer temprano con los guardias de seguridad en las grandes tiendas vinculadas con los hijos de Akayev. Y en otros lugares, la gente rompió las vidrieras y entró a las tiendas antes de que los propietarios, desesperados por proteger sus fuentes de ingresos, los golpearan.
Sergei, de 31 años, estaba parado afuera del centro de compras Silkway con una mirada vacía. Su hermano había tenido allí un negocio de teléfonos celulares, que había desaparecido durante la noche. Para el anochecer, las calles nuevamente se llenaron con miles de personas, pero no eran saqueadores sino legiones de seguridad improvisadas. Muchos miembros de las fuerzas armadas de Akayev aparecieron en las calles en uniforme. A medida que oscurecía y la lluvia caía por primera vez en una semana, el ambiente se tensionaba sin que nadie supiera con seguridad qué esperar. Muchos usaban brazaletes de colores para demostrar el apoyo a la oposición por temor a convertirse en blancos si no lo hacían.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.