EL MUNDO
¿Acá no podemos torturar? Bueno, lo haremos afuera
Una práctica está ganando terreno: la “tercerización” de la tortura, por la que se envía a prisioneros a ser torturados en países que no respetan los derechos humanos.
Por Robert Verkaik*
Una cantidad de países occidentales está enfrentando la amenaza terrorista enviando a sospechosos a regímenes bajo los cuales corren el riesgo de sufrir torturas y abusos, según se afirma en un informe condenatorio publicado ayer. El informe dice que docenas de sospechosos de terrorismo han sido deportados por la fuerza por países occidentales a Siria, Argelia, Egipto y Uzbekistán sobre la base de “inciertos” compromisos de que sus derechos humanos serán respetados. Muchos de ellos dicen que han sido torturados.
El gobierno británico es blanco de las críticas por adoptar una política de “extradición a toda costa” para evitar el problema de monitorear a sospechosos de terrorismo en casos en que las pruebas son insuficientes para procesarlos. Human Rights Watch, organización autora del informe de 91 páginas, llama al gobierno británico a “cesar inmediatamente” todas las negociaciones con Argelia, Túnez y Marruecos sobre la deportación de ex sospechosos de terrorismo nacionalista irlandés que están aún bajo regímenes de control. La baronesa Symons, funcionaria de la Cancillería, visitó Africa del Norte en febrero para intentar asegurarse acuerdos bilaterales en pos de la deportación de esos individuos, aunque el gobierno ya había admitido que los gobiernos de esos países torturan a los sospechosos de terrorismo.
Estados Unidos también es criticado por adoptar una política conocida como “rendición extraordinaria”, en la que los sospechosos son enviados a países que usan la tortura para extraer confesiones u otras informaciones. Esta inteligencia es posteriormente entregada a los servicios de seguridad de EE.UU. Funcionarios estadounidenses han admitido recientemente la transferencia de una cantidad no revelada de prisioneros a países donde la tortura es un serio problema de derechos humanos, alegando que habían recibido seguridades diplomáticas previas a las transferencias. Pero, en una creciente cantidad de estos casos de llamadas “rendiciones”, los sospechosos han denunciado que fueron torturados.
Craig Murray, el ex embajador británico a Pakistán, recientemente acusó a Gran Bretaña de complicidad con la tortura, por el uso que el MI6 hace de la inteligencia reunida de esta forma por la CIA. Sostuvo que muchos prisioneros de origen uzbeko capturados por fuerzas norteamericanas fueron regresados a celdas uzbekas donde recibieron las torturas más brutales. El resultado de estos interrogatorios terminaba en informes del MI6 que él recibía: “El principal asesor legal del MI6 me dijo que no había nada en la ley que nos privara de obtener y usar material extraído bajo torturas siempre que nosotros mismos no fuéramos los responsables de las torturas. Y el MI6 dijo que la información de inteligencia obtenida de ese modo era útil. Quedé impactado y desilusionado”.
El informe, llamado Todavía en peligro: las garantías diplomáticas no son válidas contra la tortura, documenta la creciente tendencia entre países occidentales, incluyendo a Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Holanda a pedir garantías diplomáticas a fin de transferir a sospechosos de terrorismo a estados con antecedentes claros de tortura. El texto detalla una docena de casos de intentos de transferir a sospechosos a países donde la tortura es una práctica de todos los días.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12