EL MUNDO › EL PT LUEGO DE LA RENUNCIA DEL SUPERMINISTRO DIRCEU

Cita en la casa del ahorcado

Fue el golpe más duro que ha recibido el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, pero la renuncia del superministro José Dirceu distó de evocar un ánimo fúnebre en el acto que el oficialista Partido de los Trabajadores realizó el viernes en su desagravio.

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

“Saboree nuestros sushi, sashimi y teppan.” Estamos en el bar Bento House, en pleno barrio japonés de San Pablo, a metros del local donde el Partido de los Trabajadores organizó un acto con el ex superministro José Dirceu como orador central, un día después de haber presentado su dimisión, alcanzado por denuncias de corrupción. La cita era importante, en medio de las olas causadas por la salida del gobierno del arquitecto del triunfo electoral y luego del gobierno de Lula hasta el momento. Pero el ánimo no era sombrío. En realidad, los congregados hablaban y pensaban para adelante.
Mientras comparten dos cervezas, cuatro militantes del PT que asistieron al acto de desagravio para Dirceu discuten si el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva será capaz de superar una crisis que, si no es atajada a tiempo, puede ser terminal. Tanto es así que todos los fundamentos sobre los que reposó el proyecto de poder de Lula, diseñados y ejecutados por el ex ministro jefe de la Casa Civil, están en revisión, inclusive el rol del partido que había actuado como furgón de cola del Palacio del Planalto.
Mientras se aguarda que mañana, a su regreso de la cumbre del Mercosur en Asunción del Paraguay, Lula anuncia quién sucederá a Dirceu –cargo que podría recaer en la ministra de Energía Dilma Roussef–, el dato político de las últimas horas es la vigorosa reaparición del PT, escenificada con el acto del viernes.
El PT parece resuelto a recuperar musculatura, incluso aunque eso implique chocar con Lula, como lo demuestra el blindaje que está recibiendo el tesorero petista, Delubio Soares, principal sospechoso de comprar diputados. Lula había llamado a “cortar en la propia carne”, en obvia alusión a la exclusión de Soares de los cargos directivos del partido. Desde el inicio de la crisis originada en denuncias de corrupción lanzadas por el diputado Roberto Jefferson, del Partido Laborista Brasileño, la dirección del PT está en una sesión permanente que ayer se amplió, convirtiéndose en reunión extraordinaria de su directorio nacional de 81 miembros.
No será fácil para el Campo Mayoritario, tendencia que integran Lula, Dirceu y Genoino, disciplinar a las corrientes de izquierda, para las que éste escándalo es fruto de una política de alianzas apoyada en partidos tradicionales.

“Esto es guerra”:

Uno de los parroquianos del bar Bento House no tiene dudas de que tras la caída del ministro “hay un golpe blanco de la derecha, desde que llegamos al gobierno hicieron las mil y una para desgastar a Dirceu, y ahora van a ir por Lula, no van a parar, le van a hacer la vida un infierno para que no pueda ser reelecto en las elecciones de octubre de 2006”.
La interpretación del petista resume el discurso dominante en la concentración partidaria de la noche del viernes en la que, además de Dirceu, hubo otros ocho oradores, en un palco ocupado por 15 ministros y secretarios, lo que le dio el carácter de un virtual acto de Estado. En el escenario de la Casa de Portugal estaban todos los ministros candidatos a suceder a Dirceu, como la citada Roussef, Marcio Thomas Bastos y Antonio Palocci, considerado como el nuevo hombre fuerte del gabinete tras la caída de su antagonista en la Casa Civil.
El cierre del acto fue del presidente partidario José Genoino, quien calificó la crisis como una conspiración de las elites contra su organización. “Esto es guerra”, remató Genoino que, deliberadamente, coincidió con la lectura del líder del MST, Joao Pedro Stédile. Ese acercamiento entre la dirección petista y los sin tierra, aunque sea semántico, no tiene antecedentes desde que Lula asumió el gobierno en 2003 y se empata con la nueva estrategia, en la que el PT buscará reencontrarse con los movimientos sociales.
Con el retorno de Dirceu al control del PT, aunque anunció que no aspira a cargos directivos, la línea será “rediscutir el gobierno” impulsando una campaña de movilización nacional: “Recorreré como militante cada ciudad, cada pueblo” de Brasil prometió el ex ministro.

El precio de gobernar

El barrio japonés de San Pablo, donde reside la mayor colonia nipona de América, es un mundo aparte, dominado por carteles en japonés, mandarín y coreano. La mesa de los petistas continúa animada en el bar colindante con el Instituto Nikkei (“asesoramos para empleos en Japón”) y la Iglesia de la Santa Cruz de los Ahorcados.
La lista de los que están con la cuerda al cuello por las detalladas denuncias del diputado Roberto Jefferson está encabezada por Delubio Soares, que el viernes subió al palco y fue saludado por la militancia con un sostenido “Deluuuuuubio, Deluuuuuubio...”. De los comentarios informales oídos en el acto, que fue el más concurrido en mucho tiempo, surge que para el petista medio es probable que se hayan comprado voluntades en el Congreso, pero se consiente esa práctica como algo inevitable. “Si queremos gobernar dentro de las leyes de la política brasileña no hay salida, hay que comprar a los ‘nanicos’ (partidos de alquiler), es el precio de la gobernabilidad.”
Pero las opiniones se dividen cuando el tema es la investigación de los presuntos sobornos. Para unos deben abortarse las investigaciones ante el riesgo de que se desate una espiral de revelaciones incontrolada y “Lula termine en un impeachment como el de (Fernando) Collor de Mello”. Para otros hay que ir a fondo con las “manos limpias” propuestas por el propio Lula. “Que se investiguen los 12.000 dólares que les pagamos al PP y el PL, pero que también se investiguen los 200.000 que (Fernando Henrique) Cardoso pagó a cada diputado para que vote su reelección.”
La reunión del PT, que continúa hoy, es una instancia crítica para el gobierno de Lula, ya que los reclamos de los distintos sectores de su partido encuentran en esta circunstancia un foro especial para ser ventilados. En estas circunstancias, la ausencia del presidente no parece un dato casual.

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José Dirceu en la pantalla del acto petista.
 
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