EL MUNDO › A DOS AÑOS DEL DESASTRE DEL
COLUMBIA, FUE LANZADO CON EXITO EL DISCOVERY
Un regreso al espacio para conjurar el miedo
El despegue del transbordador, a las 11.39 (hora argentina), fue sin contratiempos. La anterior falla del sensor no se repitió, aunque los ingenieros no habían detectado el origen del problema. Qué significa para la NASA su nueva misión.
Por Alicia Rivera*
Desde Madrid
El transbordador espacial Discovery fue lanzado ayer, a las 11.39 (hora argentina), desde la base Kennedy (Florida), en el primer vuelo de un transbordador desde que el 1º de febrero de 2003 explotara en el aire el Columbia, cuando murieron sus siete astronautas. La tripulación del Discovery tiene que cumplir una misión de 12 días, en la que se probarán las modificaciones realizadas en este sistema de transporte espacial para mejorar su seguridad. La nave llegará mañana a la Estación Espacial Internacional (ISS) con suministros y equipos imprescindibles allí. El lanzamiento fue suspendido el pasado miércoles 13 por la falla de un sensor del nivel de combustible que los ingenieros de la NASA intentaron reparar en estos días sin dar con la causa. El problema no se repitió ayer.
Ante miles de espectadores en la base y en los alrededores, incluidos varios congresistas y Laura Bush, esposa del presidente estadounidense, el Discovery inició su viaje al espacio, para ponerse en órbita a unos 350 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre, donde está la ISS. Al mando de la misión STS-114, como se denomina oficialmente este vuelo del Discovery, va la veterana comandante Eileen Collins. Otros cinco astronautas de la NASA y uno japonés integran su tripulación. Casi todos ellos son veteranos del espacio, excepto dos, que cumplen ahora su primer viaje orbital. Está previsto que dos de los astronautas realicen tres paseos espaciales en esta misión.
Hasta una hora antes del encendido de los motores de la nave, los responsables del transbordador estuvieron pendientes de los sensores de combustible del depósito principal del Discovery (cuatro indicadores para el hidrógeno líquido y otros tantos para el oxígeno). La última verificación se realizó media hora antes del despegue, cuando se comprobó que los sensores daban la lectura correcta. Pese a la carrera contrarreloj que centenares de ingenieros mantuvieron durante casi dos semanas para intentar averiguar la causa de la falla del sensor –indicaba que el depósito de hidrógeno estaba vacío, cuando estaba lleno– y subsanarlo, no han logrado determinar por qué se produce ese problema intermitente, que no es nuevo en los transbordadores.
Pero los expertos han revisado minuciosamente en estos días todo el sistema de sensores del depósito (que lleva casi dos millones de litros de combustible que consumen los motores de la nave en los primeros ocho minutos y medio de ascenso). La NASA estaba dispuesta ayer a dar luz verde al lanzamiento –bajo determinadas condiciones– aunque se produjese de nuevo el fallo.
La preparación y lanzamiento de la misión fue seguida con gran interés por los socios internacionales de la ISS, sobre todo la Agencia Europea del Espacio (ESA) y la agencia japonesa, que están pendientes de los vehículos de la NASA para reanudar sus propios programas interrumpidos. La ESA tiene casi listo el módulo Columbus para la estación, que debe partir a bordo de un transbordador. Asimismo, desarrolló una nave de carga, el ITV, cuyo próximo lanzamiento depende del calendario reestructurado de la estación. El primer objetivo de la misión iniciada ayer es ensayar en condiciones de vuelo las numerosas modificaciones que se han realizado en el sistema de los transbordadores para aumentar su seguridad tras el accidente del Columbia. Esas modificaciones costaron a la NASA más de mil millones de dólares. El vuelo del Discovery fue aplazado varias veces, ya que la NASA consideró en un principio que tardaría sólo unos meses en poner a punto sus naves para reemprender los vuelos tras la pérdida del Columbia. Las operaciones, sin embargo, se fueron complicando, los requisitos técnicos fueron difíciles de poner en práctica. Dos años y medio después de interrumpir los vuelos se cumplieron casi todas las recomendaciones que hizo un comité independiente y las que añadió la NASA, excepto tres relacionadas con la eliminación de fragmentos de material desprendidos en el despegue que pueden afectar la integridad de la nave. Collins, que tiene 48 años, lleva más de dos preparando este vuelo. Ella fue la primera mujer piloto de la flota de transbordadores, en 1994, y la primera comandante, en 1999. Piloto de la fuerza aérea estadounidense y astronauta desde 1991, Collins tiene acumuladas más de 500 horas de vuelo espacial en tres misiones anteriores a ésta.
El piloto James Kelly (41) vuela por segunda vez al espacio y ayudará a Collins en las maniobras clave, como el atraque en la ISS. Stephen Robinson (49), con dos vuelos anteriores en transbordadores, es el ingeniero de vuelo y, junto con el japonés Soichi Noguchi, realizará los tres paseos espaciales previstos. El especialista de misión Andrew Thomas (53) ha volado tres veces al espacio y es ahora el encargado, entre otros cometidos, de realizar la revisión del casco de la nave por el exterior, utilizando las cámaras y sensores instalados en la nueva extensión del brazo robótico del Discovery.
En la ISS espera a los astronautas del Discovery la tripulación permanente actual, integrada por el ruso Serguei Krikaliev y el estadounidense John Phillips, que llegaron a la estación el pasado mes de abril. Para ellos el vuelo del transbordador no sólo es un momento histórico en el que la NASA inicia la recuperación de sus vuelos habituales, sino que su llegada a la estación significará contar con un cargamento de suministros necesarios para ellos y para su mismo hogar orbital.
En la nave va también un pequeño recipiente en el que la tripulación y la misma NASA carga recuerdos como medallones, insignias y banderitas. Es una práctica habitual en los vuelos. Por ejemplo, Noguchi ha metido, entre otras cosas, una bolsita con semillas de cedro de su ciudad natal.
El Discovery es el más antiguo de los tres transbordadores que quedan, tras la destrucción del Challenger en 1986 y del Columbia en 2003. Ha volado al espacio 30 veces, desde su primera misión en 1984. El Atlantis (estrenado en 1985) será el siguiente en salir, el próximo septiembre, y después lo hará el Endeavour, el último construido (hizo su primer vuelo en 1992). El programa espacial estadounidense contempla la jubilación de estas naves dentro de cinco años, cuando debe tener listo un sustituto: el vehículo tripulado de exploración (CEV), que no está diseñado aún. La NASA anunció ayer que dio luz verde a la firma de dos contratos de ocho meses de duración, por un valor de 28 millones de dólares cada uno, con dos empresas (Lockheed Martin y un consorcio de Northrop Grumman y Boeing), para preparar cada una su alternativa de ingeniería del CEV. El año próximo se evaluarán ambas propuestas y se elegirá un contratista industrial para el desarrollo y construcción de la nueva nave. El CEV será un vehículo para seis astronautas capaz de salir de la órbita terrestre y, más adelante, ir a la Luna.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.