EL MUNDO
“La meta es que un indio llegue a gobernar Bolivia”
Evo Morales es el emergente del movimiento indigenista y cocalero al que EE.UU. teme en Bolivia. En este reportaje, su compañero de fórmula, Alvaro García Linera, explica por qué.
Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
Ex dirigente del Ejército Guerrillero Tupaj Katar a principios de los ’90 y uno de los intelectuales y analistas políticos más reconocidos de la actualidad, Alvaro García Linera (42 años) fue elegido hace pocos días como compañero de fórmula de Evo Morales. Sus cinco años de cárcel por el intento de “armar a las comunidades” junto a Felipe Quispe son hoy su carta de presentación –como “intelectual comprometido”– ante los indios y su talón de Aquiles frente al establishment, que lo acusa de “ex terrorista”. Esto le dijo a Página/12 desde su pequeño departamento, rodeado de libros, en el centro paceño.
–¿Cómo se define a sí mismo Alvaro García Linera?
–Como un intelectual comprometido con posturas de izquierda e indígenas.
–¿Qué lo terminó de convencer para ser candidato del MAS?
–La comprensión intelectual de que estamos viviendo un momento de inflexión histórica, que puede llevarnos al despeñadero o a un nuevo ciclo político y económico posneoliberal.
–¿Qué dificulta las negociaciones por la unidad de la izquierda?
–En el tema programático hay consenso; desde los más moderados hasta los más radicales comparten las mismas demandas: nacionalización de los hidrocarburos, asamblea constituyente y nuevo modelo económico. Donde comienzan a surgir dificultades es al discutir las listas de candidatos.
–¿Y no hay un mecanismo previamente consensuado para elegirlos?
–No. Aunque hay un respeto por la convocatoria territorial de cada organización y a que sean esas organizaciones las que orgánicamente, en asamblea, definan el candidato. Es algo que yo nunca había visto en la construcción de un proyecto y una estructura electoral desde abajo. Pero siempre está la tensión de que cada organización piensa que tiene derecho a más representación, incluso por encima de otras organizaciones territoriales. Y ahí surgen las desavenencias. Hoy en Bolivia hay un desborde de lo político, tenemos casi ocho millones de candidatos.
–¿Cuál es el eje programático del MAS?
–Darle a la economía boliviana nuevamente una cabeza en torno al Estado, a los hidrocarburos, e impulsar un programa de productividad. Y, alrededor de esta cabeza, articular inversión extranjera, inversión privada local, sectores campesinos, comunitarios y microempresariales-artesanales, en un proyecto de shock productivo. Hoy la economía primaria exportadora y la informalidad lo abarca todo, somos un país de comercio y no de producción. En lo político está el tema de la inclusión y la igualdad: ponchos y corbatas en el poder, acabar con el colonialismo interno y democratización mediante descentralización político-administrativa, pero respetando la unidad nacional... No vamos a permitir que oligarquías regionales controlen los recursos naturales.
–¿Cómo se resuelve el tema del colonialismo interno, más allá de los cambios institucionales?
–El colonialismo es un problema institucional y cotidiano. Este último, que incluye comportamientos, hábitos, lenguaje, es el más difícil de resolver; va a tardar décadas, pero al menos el Estado ya no va a ser colonial. Nunca va a desaparecer el colonialismo de nuestros hábitos si el Estado inculca colonialismo, segregación y racismo...
–¿Cómo van a enfrentar la, por decirlo en tono suave, poca simpatía de EE.UU. hacia un futuro gobierno del MAS?
–EE.UU. no debería temerle a un gobierno indígena y popular en Bolivia. Aquí no se está postulando el socialismo o el regreso al Qollasuyo (parte del Imperio Inca); la posibilidad de un gobierno indígena es más democracia, más igualdad y mejores ingresos para una población que vive encondiciones insostenibles. Esos son los tres grandes objetivos. Ahora, hay una animadversión de la embajada con Evo Morales, se sienten más cómodos con los bolivianos que viven o vivieron en EE.UU., preferirían un presidente más cercano, con el cual puedan hablar en inglés, pero eso no funcionó, fracasaron.
–Pero la diplomacia estadounidense teme también un efecto de irradiación de lo que denominan el “populismo radical”...
–La teoría del dominó viene de Zbigniew Brzezinski en los años ’70 y no funcionó. Después de haber caído Vietnam no cayó el mundo entero. Un triunfo de los sectores populares en Bolivia sería más bien excepcional, sería un triunfo que, a su modo, sintoniza con otros triunfos progresistas, con diferentes lógicas, como es el caso de Argentina, Brasil, Uruguay o Venezuela. Cada país tiene su propia dinámica, la teoría del dominó es en un arcaísmo intelectual.
–Pero la diplomacia y la defensa estadounidense parecen albergar a más de un “arcaico”.
–Sí, y eso es peligroso, por eso es necesario buscar aliados regionales –Brasil, Argentina, Venezuela– que permitan que esta construcción autónoma de capitalismo y sistema político enraizado en nuestras fuerzas vernáculas, y no en fotocopias de informes elaborados en Harvard o Lovaina, funcione. Y creo que el contexto regional –de gobiernos progresistas y no cavernarios– nos es relativamente favorable.