EL MUNDO › EL CANDIDATO ANTIGUERRILLA ES EL NUEVO PRESIDENTE DE COLOMBIA

Una “mano dura” que llegó lejos

Los paramilitares lo señalaron como su candidato y una de sus propuestas es militarizar la sociedad civil. Con casi el 53 por ciento de los votos, el liberal disidente ganó en primera vuelta las elecciones presidenciales. Asume el 7 de agosto.

Colombia eligió ayer a Alvaro Uribe Vélez como nuevo presidente con el 52,8 por ciento de los votos confirmando lo que se sospechaba hacía meses: que el temor ante la continuidad del accionar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) virara el eje hacia la derecha. El voto, que favoreció a Uribe y que dejó en un distante segundo lugar (31,8 por ciento) al opositor Horacio Serpa, augura un mayor involucramiento de Washington en el conflicto. Con más de 200.000 efectivos de las fuerzas de seguridad desplegadas por doquier, la votación se realizó en un día de relativa calma. Cuando el escrutinio ya llevaba casi el 100 por ciento, cuando Serpa ya lo había felicitado, Uribe dijo: “Todavía no hay que cantar victoria”. La abstención fue del 52 por ciento, tal como estaba previsto. El izquierdista Luis Garzón y la independiente Noemí Sanín estuvieron entre el cinco y el seis por ciento.
En medio de las presiones de las FARC para que no se realizaran los comicios, miles de personas concurrieron ayer a las urnas en las principales ciudades, aunque fue alta la abstención en pueblos pequeños y apartados. El ministro del Interior, Armando Estrada, dijo que en sólo cinco de los 1098 municipios colombianos no se realizaron las votaciones, debido a que los grupos rebeldes quemaron o sustrajeron el material electoral. El acto se realizó con 212.000 militares y policías en una operación denominada “Plan Democracia”. Aunque cueste creerlo, el primer dato significativo de la jornada fue que los candidatos presidenciales lograran llegar con vida a los comicios; todos ellos llegaron amenazados de muerte por la guerrilla. El propio Uribe salió ileso de un atentado en abril cuando las FARC pusieron una bomba en la caribeña ciudad de Barranquilla.
Por estas amenazas, Uribe cambió sus planes y en lugar de votar por la mañana, como estaba estipulado, lo hizo poco antes del cierre. “Es muy importante ejercer el derecho democrático; a partir de ahí todo se puede hacer”, dijo Uribe tras votar en la histórica plaza de Bolívar de Bogotá. Como era de esperarse, no fue sólo: 70 personas, entre ellos varios efectivos de elite de la policía que portaban fusiles de asalto, lo escoltaron bajo la lluvia.
Quien sí se dirigió temprano a emitir su voto fue el presidente saliente Andrés Pastrana, cuya fuerza –el Partido Conservador– no presentó un candidato por primera vez en 60 años. “Este es posiblemente uno de los procesos electorales más difíciles de la historia reciente de Colombia”, reconoció el mandatario que no pudo cumplir la promesa de llegar a un proceso de paz exitoso con la guerrilla, que hace cuatro años le permitió alcanzar la presidencia y vencer al liberal Horacio Serpa, quien ayer fue vencido por segunda vez consecutiva en las elecciones presidenciales. Con un discurso más moderado, Serpa logró el 31,8 por ciento de los votos. “Renuncio de una vez y para siempre a la presidencia de la República y a ocupar cualquier título o dignidad oficiales”, dijo Serpa tras lo cual deseó “mucha suerte” a Uribe. “Le pido a Dios que lo ilumine, le dé sabiduría y lo conduzca por el camino apropiado.” Durante su campaña, Serpa se encargó de denunciar estrechos contactos entre los paramilitares y Uribe. El tercer puesto en la contienda fue para el candidato del izquierdista Polo Democrático, Luis Eduardo Garzón, con el 6,35 por ciento de los votos.
El resultado de ayer muestra que el discurso de mano dura de Uribe para con las guerrillas resultó convincente para los colombianos. El abogado de 49 años logró posicionarse en el primer lugar luego de que fracasaran las conversaciones de paz entre el gobierno y las FARC. El diálogo buscaba poner fin a través de una negociación política al conflicto interno más extenso del continente que dejó 40.000 muertos en la última década y en el que además de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), intervienen paramilitares de ultraderecha y las fuerzas de seguridad del Estado. Entre las propuestas de Uribe, cuyo padre murió en un atentado de las FARC, se encuentra la de duplicar el presupuesto de Defensa, enlistar a 150 mil personas y oficiales de policía, movilizar a 30 mil reservistas y conseguir de Washington más ayuda militar. También reclutar un millón de civiles en una red de informantes que colaboren con las fuerzas de seguridad. Equipados con radio y motocicletas, vigilarían la actividad de la guerrilla e informarían de cualquier actividad sospechosa a las autoridades. En un periódico local, poco antes de las elecciones, Uribe se justificó: “No hay Estado en el mundo que pueda garantizar la seguridad si sus ciudadanos no participan. Una cosa es armar a un millón de bandidos y otra muy distinta es organizar empresas de seguridad privadas de ciudadanos, organizaciones de defensa civil y barrial que observen a los grupos para que puedan apoyar a las fuerzas armadas”. Entre los temores que genera este programa es que llevaría a los civiles a estar más involucrados en actos de violencia que podría derivar en una nueva generación de escuadrones de la muerte. Uribe ya había realizado algo parecido con los grupos Convivir, cuando fue gobernador de Antioquia.
En una reciente entrevista en la revista New Yorker, Uribe aseguró que ante la ausencia de un ejército fuerte, los grupos paramilitares trajeron una “paz relativa” a las regiones. Los líderes paramilitares no han ocultado que Uribe era su candidato favorito.

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La sonrisa satisfecha de Alvaro Uribe Vélez, ungido nuevo presidente de Colombia.
 
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