EL MUNDO
Chirac sale a apagar el incendio de los suburbios
El presidente francés se dirigió a los jóvenes que desde hace dos semanas están sublevados para prometerles ayuda. Además busca prorrogar por tres meses el estado de emergencia.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Frente a la sublevación de la periferia que no termina de apaciguarse, el Ejecutivo francés dio ayer dos pasos: uno hacia la firmeza, otro hacia la conciliación. El gobierno aprobó un proyecto de ley que prolonga por un período de tres meses el Estado de emergencia impuesto la semana pasada, al tiempo que, por primera vez, el presidente francés se dirigió directamente a los jóvenes sublevados con una promesa de ayuda. En el curso de una extensa intervención radiotelevisada –casi 15 minutos–, Jacques Chirac reconoció de inmediato que los disturbios que se desataron el pasado 27 de octubre “testimonian un profundo malestar”. Según Chirac, se trata de una “crisis de sentido, de una crisis de ubicuidad, de una crisis de identidad”. El jefe de Estado reiteró que la primera necesidad consistía en restablecer el orden y prometió solucionar los problemas, respetando los valores de la República.
Criticado por el silencio que mantuvo a pesar de la amplitud de la crisis, Chirac salió al paso de uno de los argumentos que condujeron a la explosión, es decir, la discriminación de que son objeto los jóvenes nacidos en Francia, pero hijos de los inmigrados que llegaron en los años ’60. El responsable francés enfatizó: “Quiero decirles a los jóvenes de los barrios difíciles, sean cuales sean sus orígenes, que todos son hijos e hijas de la República”. Seguidamente, el mandatario se lanzó en una encendida denuncia de la igualdad: “No construiremos nada de duradero sin el respeto. No construiremos nada de duradero si, venga de donde venga, dejamos que asciendan el racismo, la intolerancia, la injuria, el ultraje. No construiremos nada de duradero si no combatimos esos venenos de la sociedad que son las discriminaciones. No construiremos nada de duradero si no reconocemos y asumimos la diversidad de la sociedad francesa”.
En terreno más práctico, Chirac recordó que las familias debían también asumir sus responsabilidades frente a sus hijos, y que aquellas que no cumplieran con esa misión serían sancionadas tal como lo establece la ley. El presidente no apoyó a su controvertido ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, en su doble idea de la “inmigración positiva” y se negó a aceptar el principio que consiste en “entrar en la lógica de las cuotas (de inmigrados), la cual señala a aquellos que se benefician y es injusta para aquellos que no tienen derecho”. Con una promesa de entrevistarse en los próximos días con los actores sociales con el propósito de evaluar los medios para que los jóvenes tengan “las mismas posibilidades frente al empleo”, Chirac terminó anunciando la creación de un servicio civil voluntario del que se beneficiarán unos 50 mil jóvenes en el 2007.
La extensa intervención del presidente mezcló varios temas: firmeza ante los disturbios, lucha contra la inmigración clandestina, el trabajo en negro, la discriminación y el trabajo. Los ecologistas juzgaron que el mandatario estaba “visiblemente sobrepasado por los acontecimientos”, mientras que François Hollande, primer secretario del casi invisible Partido Socialista a lo largo de esta crisis, afirmó que Chirac “descubre la fractura social, pero no llega a encontrar las respuestas... Piensa que las palabras son suficientes”. Sin embargo, los socialistas se metieron el voto en el bolsillo a la hora de reaccionar en actos contra el proyecto de ley del oficialismo que apunta a extender por tres meses más el estado de urgencia decretado el pasado 8 de noviembre. El PS manifestó su “extrema reserva”, pero no llamó a votar contra el texto que será examinado hoy en el Parlamento. En resumen, los ecologistas y los comunistas anunciaron que votarán contra el texto, el PS apenas dejó escapar un suspirante quejido. Hasta hora, del total de 750 “zonas urbanas sensibles” que existen en Francia, sólo unas 40 aglomeraciones –300 estuvieron sumidas en el caos de los incendios– instauraron el toque de queda autorizado por la aplicación de esta ley que data de 1955. La tensión disminuye paulatinamente en el país. Día tras día, las cifras de autos incendiados se hace menor –casi 300 entre el domingo y el lunes–, pero el “combustible social” no perdió su temperatura.
En medio de este panorama ya incierto, la extrema derecha del Frente Nacional salió a la ofensiva para capitalizar la crisis y sus miedos derivados. El jefe de esta corriente, Jean-Marie Le Pen, organizó una manifestación en París bajo uno de sus lemas favoritos: “Inmigración, disturbios, explosión en los suburbios... ¡basta!”. Le Pen apareció como un lobo feroz atacando a los extranjeros, a quienes acusó de ser los causantes de todos los males de Francia. Ejemplo insalubre de esa estética del odio, el FN difunde en su portal de Internet una secuencia de video hecha con imágenes de síntesis en la cual se ve a la capital francesa devastada por un Apocalipsis. La secuencia lleva el lema de la manifestación de ayer.