EL MUNDO
Un misil cayó en plena ceremonia de entrega del palacio de Saddam
La idea de un “triunfo norteamericano sobre la insurgencia” se disipó en el inicio del evento. Sucede cuando Berlusconi y Blair ven en finales de 2006 una fecha de retiro de Irak.
La ceremonia era en el palacio de Saddam Hussein en Tikrit. Entre los presentes estaban los dos oficiales estadounidenses más poderosos en el país y los medios internacionales. El mensaje se suponía era de triunfo, una posibilidad para los estadounidenses de demostrar que “la guerra contra la insurgencia había sido ganada”, inclusive al punto de que el vasto complejo podía ser entregado al control de los iraquíes locales. Pero justo cuando un alto oficial estadounidense estaba dando un discurso describiendo la transferencia como una importante señal de que se estaba volviendo a la normalidad en la ciudad natal de Saddam, aterrizó un misil de mortero.
Mientras este simbólico desastre desnudaba la frágil realidad iraquí, el debate sobre la necesidad de la permanencia de tropas extranjeras se reavivaba. Por un lado, por primera vez los líderes iraquíes de las principales etnias se reunieron y demandaron el retiro de los soldados de la coalición internacional liderada por Washington. Por otro lado, la tercera pata de la coalición, Italia, podría retirar sus tropas a finales de 2006. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, declaró ayer en su visita a Túnez: “Si se me pregunta cuál es la fecha para el retiro, nosotros hemos hablado con los aliados y con el gobierno de finales de 2006”. Hace unos días, lo mismo pronosticaba Blair para sus tropas.
En el traspaso en el ex palacio de Saddam hubo gritos de alarma mientras que el embajador estadounidense en Irak, Zalmay Khalilzad, y el comandante militar norteamericano, el general George Casey, fueron evacuados por su seguridad. Una persona fue herida levemente por la explosión. Después de un breve hiato, los procedimientos continuaron cuando Hamad Hamoud Shagtti, el gobernador provincial de Salahuddin, recibía las llaves simbólicas del palacio e izaban la bandera iraquí. Hay 136 edificios, 18 de ellos palacios, en las más de 400 hectáreas con jardines que caen sobre el Tigris. Fue construido por Saddam para su madre en 1991 con mármol importado, a través de terceros, desde Italia, al mismo tiempo que su pueblo sufría de las privaciones causadas por las sanciones de Naciones Unidas y por los diez años de guerra. Después de la última guerra, fue utilizado como la base militar estadounidense.
En el debate en curso sobre la salida de Irak hay un consenso amplio sobre la necesidad de la retirada a medio plazo, pero hay pocos partidarios de fijar un calendario, al menos hasta que no se celebren las elecciones del 15 de diciembre. El gobierno cree que “una retirada precipitada sería una victoria para los terroristas”, en palabras del vicepresidente Cheney. Los pesos pesado demócratas quieren “cambiar el rumbo”, pero no a través de un repliegue inmediato. La opinión pública apuesta mayoritariamente por una retirada gradual a lo largo de 2006.
Mientras tanto, en Irak, por primera vez, la opinión es una sola: las tropas extranjeras deben retirarse siguiendo un cronograma. En una conferencia ayer, en la que también participó el presidente iraquí Jalal Talabani, los representantes de las comunidades sunnitas, chiítas y kurdas acordaron pedir “la retirada de las tropas extranjeras según un cronograma, poniendo en marcha un inmediato programa nacional para reconstruir las fuerzas armadas... controlar las fronteras y la seguridad”. Esta parece ser también la idea que ronda en la cabeza de Berlusconi en estos días de alta carga electoral. Aunque sin romper en ningún momento con sus aliados de la coalición –especialmente Estados Unidos y el Reino Unido–, el premier italiano ya adelantó que planea, y ha discutido con sus pares, hacer regresar a sus soldados para finales del año próximo.