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Libertad, igualdad, fraternidad y ahora nuclearidad para toda Francia

En un insólito giro de la política exterior francesa, el presidente Jacques Chirac anunció ayer que su país está dispuesto al uso de armas nucleares contra potencias regionales en caso de que los “intereses vitales” de Francia se vean amenazados.

Por Eduardo Febbro
Desde París


Diez años después de haber decidido la reanudación de los ensayos nucleares en los territorios franceses de Pacífico Sur, Jacques Chirac vuelve a agitar el espantapájaros del arma nuclear. En una declaración hecha en Bretaña, en la base de la Fuerza Oceánica Estratégica (FOST), el presidente francés anunció que París podría lanzar ataques nucleares “circunscriptos” contra potencias regionales en caso de que los intereses vitales del país se viesen amenazados. El jefe del Estado confirmó así el cambio de rumbo emprendido hace cuatro años. Chirac precisó que los “dirigentes de los estados que recurran a medios terroristas contra nosotros o aquellos que, de una u otra forma, contemplan utilizar armas de destrucción masiva, deben comprender que se exponen a una respuesta firme de parte nuestra”.

El presidente francés insistió en que el armamento nuclear “no está destinado a disuadir a terroristas fanáticos” e insistió en que Francia se opone a la utilización de estos medios “con fines militares durante un conflicto”. Para Chirac, la respuesta a una eventual agresión “puede ser convencional” y también “de otra naturaleza”. Sin embargo, si la eventualidad de que una potencia regional atente contra los intereses vitales de Francia se torna posible, el jefe del Estado aclaró que es viable “una respuesta directa contra sus centros de poder y su capacidad de acción”. El presidente reveló además que “todas nuestras fuerzas nucleares han sido configuradas en este sentido”. En su esquema defensivo, Chirac amplió la lista de intereses vitales cuya defensa justificaba el empleo de armas nucleares: a las amenazas contra la integridad territorial, la protección de la población y el libre ejercicio se le agregan ahora la defensa “de los suministros estratégicos y de países aliados”. Esta doctrina se inspira en un criterio controvertido. El mandatario francés argumentó que el fin de la Guerra Fría “no hizo desaparecer las amenazas contra la paz” y, por consiguiente, la disuasión nuclear debe adaptarse.

Varios movimientos pacifistas y antinucleares se pronunciaron en contra de este nuevo enfoque. La sección francesa del Movimiento por la Paz consideró que “el derecho internacional torna obligatorio el desarme nuclear”. Sergio Coronado, portavoz de los Verdes, estimó que las declaraciones del presidente francés “eran irresponsables”, tanto más cuanto que intervienen en momentos en que “la comunidad internacional está presionando a Irán para que renuncie a su programa nuclear”. No obstante, Chirac encontró varios aliados en el campo socialista, entre ellos el ex primer ministro Laurent Fabius, quien dijo no estar en “desacuerdo” con el jefe del Estado.

A pesar de su aplastante deuda pública, Francia invierte anualmente 3800 millones de dólares en las armas de disuasión, es decir, el 10 por ciento del presupuesto global de la defensa. Para Chirac, dicho gasto se justifica para dotar al país de “una garantía de seguridad que sea verosímil y perenne”. Nada indica hoy que las amenazas de los próximos 20 años estén ligadas con las guerras convencionales. Más bien, los especialistas ponen de relieve que los conflictos futuros serán “convencionales” y “asimétricos”, es decir, con enemigos que se moverán entre la población civil y en donde el principal problema es y será el terrorismo. Con todo, Chirac sostuvo ayer que ello no implicaba que había que “bajar la guardia nuclear”. Algunas frases del discurso presidencial esbozan la localización de los peligros. La desaparición de la “amenaza tradicional” que representaban Rusia y sus aliados ha hecho aparecer otra, que Chirac calificó como “potencias regionales”. Una suerte de “eje del mal” fuera de control del sistema internacional pero al alcance de las armas nucleares.

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Jacques Chirac en su visita al comando, donde se puso firme con las armas nucleares.
 
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