Viernes, 20 de enero de 2006 | Hoy
El apoderado del partido pide llamado a internas. El PJ no las tiene desde hace varios años. Y no parece que vaya a tenerlas.
Por Diego Schurman
Jorge Landau se propuso sacar al justicialismo de la modorra del verano. Por eso, en momentos en que la mayoría de la dirigencia se encuentra de vacaciones, el apoderado del PJ reclamó el llamado a internas partidarias. ¿Su propósito? Poner coto a una intervención dispuesta el año pasado y que no parece tener fin. “Hay que normalizar el PJ, fijar una fecha para votar una conducción, que debería liderar Néstor Kirchner”, señaló a Página/12 el diputado nacional que supo militar en el duhaldismo.
El reclamo de Landau viene acompañado de toda una argumentación jurídica. No obstante, el intríngulis partidario no parece tener otra resolución que la política. De hecho, diferencias de ese tenor fueron las que forzaron a la jueza electoral María Servini de Cubría, a disponer la intervención del PJ.
La frágil situación interna se viene prolongando desde el 2003. Ese año, Carlos Menem dejó el cargo y aunque se intentó consensuar un nuevo conductor del PJ, nunca se pudo llegar a buen puerto.
¿Quién tomó las riendas del partido en el ínterin? Hubo salidas provisorias. Una de ellas fue darle el mando a una Comisión de Acción Política (CAP), conformada por todos los gobernadores del PJ, como para que ninguna de las corrientes internas se viera afectada.
Con Kirchner en el poder, se arribó a un principio de acuerdo para catapultar en el cargo vacante al gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner. Eso debía ocurrir en el congreso de Parque Norte, acaso el principio del fin de la relación Duhalde-Kirchner. Fue allí donde Chiche y Cristina se trenzaron en una discusión que un ocurrente ministro calificó de “alta peluquería”.
La CAP se desactivó como conducción y fue el propio Landau el que ideó, para zafar del estado de acefalía, que la Mesa de ese congreso partidario tomara provisoriamente el mando. Claro, el presidente de esa Mesa era el hiperduhaldista Eduardo Camaño, que pronto se convertiría en un enemigo acérrimo de la Casa Rosada, y la fórmula para navegar si sobresaltos el mar de indefiniciones duró lo que la luz de un fósforo.
Kirchner no colaboró demasiado para resolver el conflicto. Su objetivo de sumar fuerzas por fuera del PJ, en el marco de su proyecto transversal, lo obligaron a mostrarse distante de la actividad partidaria. En más de una oportunidad dijo que no dispone de tiempo para ocuparse del tema.
El mandatario nunca fue muy afecto a la ortodoxia estatutaria. Vale recordar cómo, con la ayuda de Eduardo Duhalde, sorteó la interna que debía definir el candidato del PJ en las presidenciales del 2003. Por eso, en un hecho inédito, aquel comicio contó con tres candidatos del peronismo: Menem, Adolfo Rodríguez Saá y el propio Kirchner.
Claro que los días pasaron y hubo planteos legales denunciando el estado de acefalía del PJ, entre ellos el del titular de Fedecámaras, Rubén Manusovich, quien aspiraba a ocupar el sillón principal del partido. Cuando era evidente que no habría una resolución política, el 6 de septiembre de 2005 Servini de Cubría dispuso la intervención, que quedó a cargo de Ramón Ruiz, un conocedor de este tipo de tarea ya que antes había hecho lo propio en el PJ porteño.
El flamante reclamo de Landau al interventor es para asegurarse que, frente a las presidenciales del 2007, el PJ no infrinja los plazos para definir candidatos y, eventualmente, convocar a internas. Puede resultar apresurado, pero si aquellas especulaciones sobre un adelantamiento de los comicios llegaran a confirmarse, toda la ingeniería partidaria debería ponerse en marcha en los próximos meses.
No es fácil que se haga lugar al reclamo: si bien el interventor tiene la misión de normalizar el partido, no tiene plazos para ello. Landau dice para quien quiera escucharlo que el partido “no importa cada cuatro años” durante la renovación de autoridades, sino en el día a día. Y por eso exige un urgente llamado a internas para definir al nuevo conductor. Es la primera vez que el reclamo viene de alguien de un sector que no responde a Menem ni Rodríguez Saá. Landau es de los que más conocen el entramado legal del peronismo –en el ’88 se lo nombró apoderado del PJ bonaerense y en el ’99 del PJ nacional–, y a pesar de su buena relación con Duhalde hoy no tiene dudas de que, refrendando una tradición partidaria, es Kirchner, por su rol de presidente de la Nación, quien debiera asumir como titular del justicialismo.
No se trata de un amor tardío. Junto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, paradójicamente armó tiempo atrás la estructura jurídica del Frente para la Victoria, la entente con la que el Presidente licuó el poder del PJ bonaerense.
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