Miércoles, 5 de abril de 2006 | Hoy
EL MUNDO › DELAY, EL ACUSADO LIDER REPUBLICANO, DEJO SU BANCA
Por J. M. Calvo *
Desde Washington
El Martillo tira la toalla. Tom DeLay, hasta hace poco poderoso líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, no intentará revalidar el escaño por Houston que ocupa desde hace 22 años. Acosado por el proceso de uso ilegal de fondos electorales que ya lo obligó a abandonar la dirección del grupo, DeLay es una rémora para los republicanos, que tienen unas legislativas muy cuesta arriba en otoño. George W. Bush, que necesita soltar lastre como sea, le deseó ayer “lo mejor” y aseguró que el partido no sufrirá “porque somos el partido de las ideas”.
La brillante idea que ha acabado con la carrera del agresivo DeLay no fue muy original: usar fondos de su Comité de Acción Política para financiar campañas electorales en las elecciones de Texas de 2002; ganada la mayoría en la Cámara del Estado –lo que no ocurría desde hace 130 años–, la empleó para rediseñar los distritos electorales y lograr en 2004 aumentar el número de representantes republicanos de Texas en Washington. DeLay, que cumple 59 años esta semana, está vinculado además con el número uno de los lobbistas de Washington, Jack Abramoff, también caído en desgracia por varios escándalos de corrupción. “No tengo ningún temor sobre las investigaciones relacionadas conmigo o con mis actividades profesionales”, aseguró ayer DeLay, pero dio al tiempo la clave: “No quiero dar a los demócratas la oportunidad de robar este escaño con una campaña personal y negativa”.
Feroz hasta en la derrota, DeLay reconoce así que su partido necesita sacrificar cabezas para intentar convencer al electorado de que toma medidas drásticas contra la corrupción. Todos los sondeos indicaban que el otrora seguro escaño del distrito 22 de Houston iba a ser ganado por el demócrata Nick Lampson. ¿Será suficiente el sacrificio de este importante peón –DeLay protagonizó en 1999 el intento de destitución de Bill Clinton por el caso Lewinsky y era uno de los arquitectos del ala extremista de los republicanos en el Congreso– para invertir las tendencias de los sondeos? Es pronto para saberlo, a siete meses de las elecciones; en unas legislativas, además, se combinan factores nacionales, locales y personales. Pero si los demócratas consiguen convertirlas en un referéndum sobre los errores y la incompetencia de los republicanos aumentarían sus probabilidades de recuperar la mayoría de las Cámaras que perdieron hace doce años.
En la misma reacción en la que ha quedado machacado El Martillo, la Casa Blanca podría ampliar los cambios abiertos por la sustitución del jefe de gabinete. Uno de los candidatos a irse –lo viene siendo desde hace dos años– es el secretario del Tesoro, John Snow. El tenaz Donald Rumsfeld sigue –asombrosamente, para muchos– al frente de Defensa; entre los posibles sustitutos figuran el senador demócrata conservador Joe Lieberman, que también podría ir al Departamento de Estado si Condoleezza Rice reemplazara –por razones de salud, por ejemplo– al quemado vicepresidente Cheney. Todo esto puede no pasar del rumor de las tertulias, pero Fred Barnes, buen conocedor de la Casa Blanca y autor de una reciente biografía que celebra la audacia del presidente, señala en The Weekly Standard que Bush “ha dado carta blanca al nuevo jefe de gabinete para hacer más cambios”. “Deberían ser radicales –añade–, para que Bush pueda crear la atmósfera y la energía de una nueva presidencia que supere los problemas y haga de nuevo grandes cosas.”
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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