Martes, 2 de enero de 2007 | Hoy
EL MUNDO › DESTACO SU COMPROMISO CON LOS MAS POBRES Y CRITICO A LOS QUE LO ACUSAN DE POPULISTA
Lula da Silva tomó posesión de su segundo mandato en Brasil pidiendo “prisa, coraje y osadía” para acelerar el crecimiento con distribución de la renta. Llamó “flagelo nacional” a la inseguridad pública, tras la violencia en Río.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva pidió “prisa, coraje y osadía” para acelerar el crecimiento de Brasil y la inclusión social, en el marco de un gobierno “popular, pero no populista”, al asumir ayer su segundo mandato. “Los verbos ‘acelerar’, ‘crecer’ e ‘incluir’ regirán a Brasil en los próximos cuatro años”, dijo Lula en su alocución ante el Congreso y prometió que, antes de que se termine enero, dará a conocer un nuevo conjunto de medidas bautizado Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC).
El gobernante advirtió, no obstante, que su proyecto de estimular el desarrollo no significa una disposición de aflojar el rígido control de los gastos públicos: “Para ser rápido, sostenible y duradero el crecimiento debe darse con responsabilidad fiscal: a eso no renunciaremos en ninguna hipótesis”. Por el momento, llamó a conjugar esfuerzos de los sectores público y privado y a buscar la sustitución de los programas sociales por oportunidades concretas de trabajo, a través de la educación y la formación profesional.
Asimismo, Lula defendió con vigor la continuidad de sus programas sociales, calificados de “populistas” por la oposición, y aseguró que han permitido rescatar de la miseria a “millones de brasileños y brasileñas” que no tenían otro destino que “el hambre”. “Mi gobierno nunca fue ni será populista. Este gobierno es y será popular, con compromisos populares”, sostuvo Lula, interrumpido en ese momento por una ovación de los parlamentarios y autoridades que asistieron al acto.
En otro tramo del discurso, el ex obrero sindicalista calificó de “flagelo nacional” la cuestión de la seguridad pública tras los ataques de bandas criminales en Río de Janeiro y San Pablo, y dijo que sin unir esfuerzos entre el gobierno federal y los estados “será muy difícil enfrentar ese crucial problema. En paralelo, José Serra (del PSDB, partido de Fernando Henrique Cardoso) asumía la gobernación de San Pablo afirmando que el país vive “una crisis moral” y se comprometía a no ser indiferente a los asuntos nacionales.
Lula también sigue negociando la composición de un gobierno de coalición, en el cual debe ganar espacio el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), en detrimento de su Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).
En el plano internacional, el mandatario valoró la política exterior que impuso en los últimos cuatro años, con la búsqueda de nuevos mercados y la cooperación en el eje Sur-Sur, así como ratificó su apuesta en la integración sudamericana. “Brasil asocia su destino económico, político y social al del continente, al Mercosur y a la Comunidad Sudamericana de Naciones”, afirmó.
La fiesta popular de la segunda posesión de Lula fue menos espectacular de lo que esperaban los políticos del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), que estimaban que por lo menos 50.000 personas participarían en el evento. El mandatario optó por una ceremonia sencilla, que contrastó con la de 2003 cuando dignatarios de todo el mundo llegaron a Brasil y cientos de miles de personas celebraron en todo el país la asunción del primer presidente de origen obrero.
Al subirse al Rolls-Royce presidencial delante de la catedral de Brasilia para iniciar el desfile en coche abierto rumbo al Congreso, Lula y su esposa, Marisa Leticia da Silva, fueron aplaudidos por unas 10.000 personas que portaban banderas rojas del PT. Según los organizadores, muchas de las personas que se desplazaron de todo el país para participar en la fiesta terminaron por abandonar la Explanada de los Ministerios a raíz de las fuertes lluvias que azotan la capital federal desde este domingo.
La lluvia, sin embargo, concedió una “tregua” precisamente durante los minutos que duró el desfile del presidente, cuyo nuevo mandato, iniciado ayer, se prolongará hasta el 31 de diciembre de 2010.
Simultáneamente asumieron sus cargos los gobernadores electos y reelectos de los 27 estados brasileños y el gobierno federal.
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