Miércoles, 7 de marzo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA AL EX OBISPO PARAGUAYO LUGO
El líder de la oposición y favorito para las próximas elecciones presidenciales describe los objetivos de su coalición, marca diferencias con Chávez y Evo y dice que lo quieren matar.
Por Darío Pignotti
Desde Asunción
Fernando Lugo dejó la sotana pero no los hábitos. “Obispo se es para siempre”, dice este hombre de gestualidad religiosa que en casi dos horas de entrevista no abandona la parsimonia ni siquiera cuando se lo interroga sobre los riesgos que correría su vida tras abandonar el sacerdocio y lanzarse a la carrera por la presidencia paraguaya, en la que todos los sondeos lo ubican como favorito.
“Hay quienes quieren hacer desaparecer no mi figura sino la esperanza del pueblo, la búsqueda de justicia, de equidad. Buscan que los excluidos pierdan la esperanza de tener un lugar en la sociedad. Creo que el poder trabaja sobre cuatro escenarios posibles contra mí que son la impugnación de mi candidatura, dejarme competir y hacerme fraude, el tercero es un clima de falta de seguridad y violencia para no entregarme el poder y el cuarto es la eliminación física.”
–Usted habla de magnicidio.
–Sí...
–¿Quiénes estarían interesados en matarlo?
–Los que están en el poder, los que no quieren desistir de sus privilegios, es la mafia ligada al poder de turno. Está por tras el narcotráfico, el tráfico de armas, que tienen una fuerza económica muy significativa y está muy ligada a un partido político.
Es obvio que el ex obispo del departamento de San Pedro Ycuamandiyú, aunque no lo nombre, alude al Partido Colorado, en el poder desde hace 60 años, en los que están comprendidos los 35 de la dictadura de Alfredo Stroessner, derrocada en 1989 por un general, Andrés Rodríguez, que pertenecía a su familia y a su partido.
Para Lugo aún impera un “stronismo sin Stroessner (...) siempre hay la reencarnación de los dictadores”.
–¿La transición democrática está inconclusa?
–Paraguay todavía no inició la transición a la democracia. El presidente (Nicanor) Duarte Frutos maneja muy bien su agenda mediática, es periodista, tiene un discurso interesante en el exterior, pero los que vivimos en Paraguay sabemos que su discurso y su práctica van por líneas separadas. Es el personaje político que más rechazo tiene. En algunos aspectos, como la corrupción, la falta de independencia de la Justicia y el clientelismo, sigue el esquema del stronismo.
–¿Los militares siguen mandando?
–Las fuerzas armadas no son las de las décadas de la dictadura, están totalmente desarmadas y desorganizadas. Todavía hay militares dedicados al comercio, otros a la política y eso debe ser depurado. Pero la realidad es que hoy en día priman los institucionalistas que quieren limpiar los cuarteles. Creo que se tiene que dar paso a un proceso de depuración.
–Se dice que usted dialoga con ellos.
–Hablamos con muchos militares institucionalistas que fueron pasados a retiro injustamente y que quieren ser reivindicados. Hay gente honesta que sabe que las fuerzas armadas fueron manipuladas por intereses diversos.
–¿Cómo piensa abrirse camino en un ambiente político tan viciado?
–Con el apoyo del pueblo. Me respaldan varios movimientos, como Tekojojá (igualdad, en guaraní), las 5 centrales sindicales, el Partido Revolucionario Febrerista, un sector del Partido Liberal, las bases del Partido Colorado, Paraguay Posible, la Democracia Cristiana, dos coordinaciones indígenas, los movimientos campesinos y las bases de Unace (del general Lino Oviedo).
–¿Es posible pelear la presidencia sin estructura partidaria?
–Creo que sí.
–No le parece mesiánico apostar sólo en su popularidad?
–Yo me considero una persona reflexiva y las convicciones que orientaron mi decisión siguen firmes. No quiero ser mesiánico, pero creo que Paraguay necesita de una práctica política diferente debido a una serie de factores como la crisis de los partidos y la crisis de liderazgo. Quizá todo ello contribuya para que en las encuestas crezca la adhesión hacia Fernando Lugo.
–¿Tiene fe en la política?
–Yo creo que la política es un instrumento de la santidad y una forma de caridad, creo que hay que poner mística en la política, tener fuerza militante para hacer el bien común para las grandes mayorías. Pero debemos tener una propuesta realizable sin caer en utopías muy lejanas. Para mí la política no es algo extraño, tuve tres hermanos exiliados en tiempos de Stroessner, uno de ellos murió en Suecia el año pasado, y mi padre fue apresado 20 veces. Yo también fui preso. Actualmente un hermano sigue exiliado en Francia y el otro, Pompeyo, está trabajando conmigo. Vengo de una familia de colorados disidentes, mi madre y mis hermanos son afiliados. Además soy sobrino de don Epifanio Méndez Fleitas, un gran líder colorado, poeta y músico, que murió exiliado en Argentina en 1986. Nací y dormí en el catre de Epifanio, en la casa de mi abuela Catalina Fleitas, la matrona de la familia.
–Volvamos a la política actual: ¿aceptaría el respaldo del general Lino Oviedo (preso por golpismo y otro delitos)?
–Fernando Lugo tiene el respaldo de las bases pobres de los partidos tradicionales y del oviedismo y no porque sus líderes lo digan.
–Significa que aceptaría...
–En el nuevo Paraguay que hay que construir todos tienen algo que aportar, incluso los oviedistas y hasta los stronistas.
–¿Puede sintetizar su propuesta socio política?
–Paraguay es una isla de abundancia de unas 500 familias rodeadas de un mar de miserables. Por eso hablo de crecimiento con equidad, no hablamos de un socialismo igualitario. Luego de haber recorrido el país le digo que se ve la falta de Estado y también hace falta la presencia fuerte de inversiones privadas. No creo en el estatismo ni el capital que busca la desregulación total.
–¿Le molesta ser comparado con Hugo Chávez y Evo Morales?
–Hay quienes quieren descalificar mi figura asociándola a la de Chávez, pero creo que somos diferentes desde nuestras raíces. El es un militar, yo provengo de una formación social y eclesiástica. Sobre Evo digo que él puede ser muy válido en Bolivia, pero ellos tienen un porcentaje de población indígena muy alto, no como en Paraguay. Creo que Evo rompe con el paradigma político tradicional y es importante hacer una lectura correcta de lo que eso significa. Al mismo tiempo no se puede ser presidente sólo de los indígenas, en un país pluricultural y pluriétnico. De todos modos me parece importante que el ingrediente étnico, que estuvo tanto tiempo olvidado, marque el gobierno de Evo. Estamos en el siglo de las grandes mayorías olvidadas por regímenes oligárquicos que han marcado a todos nuestros países y creo que la política es un proceso, no creo en las torpezas irracionales. Creo que la flexibilidad no es signo de debilidad, sino búsqueda de la verdad.
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