Miércoles, 2 de mayo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › DIJO QUE LA PROXIMA SEMANA ANUNCIA CUANDO SE VA
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Tony Blair tiene los días contados. Ayer cumplió 10 años consecutivos en el poder, pero apenas tuvo tiempo para celebrarlo. A fin de desalentar rumores sobre la fecha de su renuncia, el primer ministro laborista anunció que la próxima semana dejaría en claro su posición al respecto. Los años le pesan. Las encuestas que manejan sus asesores vaticinan un contundente voto castigo en las elecciones regionales y municipales de mañana en Inglaterra, Gales y Escocia. Mientras tanto, ayer, pudo alzar la copa por un último brindis: ningún otro líder laborista consiguió tantas victorias electorales seguidas y sólo Margaret Thatcher lo superó en años en el poder en el último siglo.
El 1º de mayo de 1997 Tony Blair puso fin a 18 años de gobiernos conservadores y creó la esperanza de una nueva izquierda poscaída del muro que pudiese conciliar el capitalismo triunfante y ciertas dosis de justicia social. Cosechó algunos éxitos. Introdujo el salario mínimo, rebajas impositivas a los más pobres y una fuerte inversión en salud y educación. Al mismo tiempo mantuvo los preceptos fundamentales del modelo thatcherista: privatización de los servicios públicos, flexibilización laboral y seducción de los sectores empresarios y financieros británicos e internacionales.
Una de las primeras medidas de su ministro de Economía y seguro sucesor, Gordon Brown, fue otorgar la independencia al banco central con el doble mandato de que la economía crezca y que lo haga sin inflación. En una economía fogoneada por el consumo y la deuda personal, la inflación promedió un dos por ciento anual y no hubo recesión en la última década. La economía y la deuda privada crecieron ininterrumpidamente. Entre 2 y 3 por ciento la economía. Más de un billón de libras (dos billones de dólares) la deuda de los consumidores británicos.
Pero a diez años lo que más pesa en la balanza del laborismo es la alianza con George W. Bush y la desastrosa aventura en Irak. El líder laborista, que había prometido transparencia en la vida política británica, quedó expuesto como mesiánico manipulador de la opinión pública. Los dos informes de los servicios secretos de seguridad que aseveraban que Irak era una amenaza directa a la seguridad del Reino Unido se encuentran entre los puntos más bajos de sus tres períodos de gobierno. El desencanto del electorado es evidente. Una encuesta publicada esta semana muestra que dos terceras partes de los votantes piensa que Blair miente. Mañana, en las elecciones municipales de Inglaterra, y de Asamblea en Escocia y Gales unos 40 millones de votantes expresarán en las urnas su opinión sobre estos diez años. El electorado suele aprovechar estas elecciones locales para manifestar su descontento con el gobierno, pero en este caso parecería que el mensaje va más allá. En Escocia el separatista Partido Nacional Escocés podría desplazar al laborismo del gobierno, mientras que en los municipios en Inglaterra, el laborismo podría quedar en tercer lugar, luego de los conservadores y los liberal demócratas.
Los analistas calculan que el primer ministro presentará su renuncia el próximo miércoles. La fecha tiene su lógica. El martes se inaugurará la Asamblea de Irlanda del Norte con un gobierno de coalición entre los archienemigos protestantes y católicos. El primer ministro ha sido uno de los artífices de la pacificación de la provincia luego de décadas de conflicto y este logro, que para muchos es el más importante de sus diez años en el poder, servirá para que compense el desagradable gusto de las elecciones de mañana.
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