Jueves, 4 de octubre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › LA SITUACION EN DARFUR EMPEORA CADA DIA
Los Ancianos ya tienen su primera misión. El equipo de superdiplomáticos del ex presidente sudafricano Nelson Mandela y su par estadounidense Jimmy Carter llegó esta semana a Sudán, en un momento en que el conflicto de Darfur parece haber vuelto a escalar. El domingo pasado la misión de paz de la Unión Africana (UA) sufrió el peor atentado desde que llegó al país en 2004. Doce soldados murieron y al menos 25 resultaron heridos cuando un grupo todavía no identificado los emboscó. Mientras Estados Unidos se prepara para aprobar nuevas sanciones contra el gobierno sudanés y el Consejo de Seguridad sigue discutiendo posibles soluciones, los trabajadores humanitarios denuncian que la situación en el país africano sigue empeorando.
La visita de los renombrados Ancianos –como la prensa internacional los ha bautizado– ya ha empezado a conseguir algunos resultados. Ayer el ex presidente Carter y el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu anunciaron que el gobierno sudanés había aceptado mejorar su propuesta de paz para los grupos rebeldes. Según explicaron, el mandatario Omar Hassan al Bashir prometió una compensación de 300 millones de dólares para la región de Darfur. Cien mil pagará su gobierno y 200 mil China a través de un préstamo. En el acuerdo firmado entre el gobierno y algunos grupos rebeldes el año pasado, Al Bashir sólo había ofrecido una compensación de 30 millones de dólares.
Además de las reuniones de alto nivel que mantuvieron en Jartum, la capital sudanesa, los Ancianos también intentaron visitar la provincia de Darfur, en donde desde hace más de tres años se enfrentan varios grupos rebeldes entre sí y contra el gobierno de Al Bashir, con un saldo de al menos 250 mil muertos y más de dos millones de desplazados. Carter y el resto de su equipo pudieron recorrer algunos pueblos arrasados pero no llegaron a ver todo. En medio del recorrido, el ex presidente decidió romper con lo pautado y pasar a conocer a uno de los principales jefes tribales de la región. La policía sudanesa inmediatamente le cortó el paso a Carter. “Usted no puede ir. No está en el programa”, le dijo uno de los escoltas que le había puesto Jartum. El distinguido Anciano gritó y se quejó, hasta que tuvo que tragar saliva y seguir viaje.
Las limitaciones que vivió Carter y su equipo de renombrados las viven todos los días siete mil soldados de paz de la Unión Africa y miles de trabajadores humanitarios sudaneses y extranjeros. Hace meses que las organizaciones humanitarias como Oxfam y la Cruz Roja denuncian que hay zonas de Darfur que son inaccesibles. Temen que las milicias árabes progubernamentales y los grupos rebeldes estén cometiendo masacres o, aún más probable, que cientos de sudaneses se estén muriendo de hambre y sed, abandonados por el gobierno sudanés y la comunidad internacional. Desde hace más de un año que las cifras de muertos y desplazados parecen haberse congelado. Sin embargo, los que están en los inmensos campos de refugiados denuncian con todas sus fuerzas que la situación es cada vez más grave.
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