La policía colombiana anunció ayer que frustró un plan de las FARC para secuestrar a los hijos del presidente Alvaro Uribe. En medio de la tensión por la aparente parálisis de las negociaciones por el canje humanitario, el supuesto operativo de la guerrilla permitió que la policía volviera a endurecer su tono hacia el grupo armado. “Es un golpe certero que evita la tragedia del terrorismo y nos permite mantener la seguridad”, aseguró el director de la Policía Nacional, el general Oscar Naranjo.

Según explicó Naranjo en una conferencia de prensa ayer, uno de los bloques más sangrientos de las FARC había planeado hacer explotar cinco coches bomba durante la feria ganadera del fin de semana pasado en el municipio de San Vicente del Caguán, en el sur colombiano. Allí estarían Uribe y su familia, cumpliendo su larga tradición de productores rurales. El objetivo, sostuvo Naranjo, era crear una situación de caos para secuestrar a los hijos del presidente, Jerónimo y Tomás, de 24 y 26 años, respectivamente. La policía habría conseguido descubrir el plan luego de que tres guerrilleros detenidos llamaran desde la cárcel Boyacá –una prisión de máxima seguridad– a sus compañeros para planificar el golpe. Las conversaciones, que datarían de principios de octubre pasado, habrían iniciado una investigación que terminó, según Naranjo, en la detención de al menos una decena de presuntos guerrilleros, quienes serían los responsables de concretar los atentados y el posterior secuestro.

Naranjo, sin embargo, no pudo explicar cómo tres prisioneros de máxima peligrosidad tenían acceso libre al exterior o, al menos, creían tenerlo. También llamó la atención el lugar donde sería el supuesto secuestro. San Vicente del Caguán es recordado por todos los colombianos como la sede de las frustradas negociaciones de paz entre las FARC y el antecesor de Uribe, Andrés Pastrana. Un ejemplo que a Uribe le gusta recordar cada vez que rechaza las demandas de la guerrilla.