El gabinete ministerial de Michelle Bachelet sigue con cambios este 2008. La presidenta socialista chilena aceptó ayer la renuncia de su ministro del Interior, el democristiano Belisario Velasco, anticipando un tercer cambio de gabinete, exigido a voces por la coalición de gobierno. La crisis sorprende a Bachelet con una popularidad que no levanta del 40 por ciento, la reciente pérdida del control del Senado y un creciente nivel de conflicto con las organizaciones sindicales.

“Había cumplido una etapa en el Ministerio del Interior”, dijo Velasco a la prensa y agradeció la confianza de la mandataria, que hace un mes también recibió la dimisión del vocero presidencial, Ricardo Lagos Weber, hijo del ex mandatario. Según fuentes políticas, Velasco habría renunciado al no sentirse considerado en las últimas decisiones tomadas por el Ejecutivo. Bachelet se encuentra con una imagen alicaída para enfrentar este año las elecciones municipales, antesala de las presidenciales y parlamentarias de 2009. La mandataria advirtió la semana pasada que pensaba iniciar “un segundo tiempo” en su gobierno, que recibió en 2007 fuego cruzado desde sus filas y la oposición de derecha.

La peor contingencia para la mandataria, que no menguó ni siquiera con el anuncio de millonarios planes sociales a mediados de 2007, estalló el 9 de febrero, cuando Bachelet lanzó un caótico sistema de transporte público en la capital, algunos de cuyos problemas persisten hoy. Sin embargo, un informe del Congreso responsabilizó a su antecesor, Ricardo Lagos, de haber apurado la puesta a punto del Transantiago.

Con este nuevo sistema de transporte, unos cinco millones de capitalinos quedaron de un día para el otro sin cobertura vial o cuadruplicaron sus tiempos de traslado. Una centena de protestas arreciaron con la misma fuerza que las críticas. Ante ese clima, Bachelet pidió disculpas en cadena nacional, pero nunca recuperó la confianza de sus compatriotas en una gestión de menos de dos años.

Mineros, trabajadores forestales, empleados públicos, campesinos y pescadores salieron a exigir mejoras salariales, en un país que lidera el ingreso per cápita de la región, pero donde el cuatro por ciento más rico acapara un cuarto del producto. Por eso para 2008, el gobierno pondrá todo el acento en una agenda de equidad, financiada por arcas fiscales más que rebosantes.