EL MUNDO › HABLA EL JEFE DE LOS BOMBEROS DEL 11
“Nos sentíamos como en un piloto automático”
El jefe de los bomberos que actuaron en Nueva York tras el ataque a las Torres Gemelas sobrevivió para contar la historia y volvió a hacerlo esta semana en Buenos Aires. Este es su testimonio ante Página/12 de lo que significó ese día.
Por Mercedes López San Miguel
Stephan Hittmann se emociona a cada nueva evocación de lo que fue haber estado a la cabeza de los bomberos que actuaron tras los ataques contra el World Trade Center el pasado 11 de septiembre, donde en plena labor socorrista murieron 343 de sus hombres, incluyendo 89 oficiales superiores. Memoria de los que fueron protagonistas de uno de los hechos que marcaron un quiebre en el orden mundial, Hittmann estuvo por estos días en Buenos Aires en el marco de una serie de charlas en las que participa sobre la formación y liderazgo de los recursos humanos en situaciones críticas, en la consigna de continuar trabajando en favor de “construir de lo que hemos pasado”.
A tan sólo días de la conmemoración del año de la tragedia, Hittmann explica que “el 11 de septiembre es un día sagrado para nosotros, refleja lo que nunca antes había ocurrido en la historia mundial del modo en que ocurrió. No esperamos que sea un día público sino lo vemos como una oportunidad para nosotros en la esfera privada de estar con nuestras propias familias, con los bomberos, con la comunidad médica y para reflexionar sobre la vida bien vivida. A la vez nos damos cuenta que lo que pasó tocó al mundo entero, por eso la conmemoración pública se hará el 12 de octubre en que habrá un servicio de recordatorio de las víctimas y van a venir bomberos de distintas partes del mundo y de Estados Unidos”.
La vívida imagen de los dos aviones colapsando por diferencia de minutos contra las Torres Gemelas quedó registrada en una retina mundial. Hittmann, quien acudió a la escena a los 10 minutos del primer choque –estaba en el Departamento de Bomberos que mira al World Trade Center–, revive que “el sentimiento que preponderó en ese momento fue de miedo, de incredulidad, de destrucción absoluta, muerte total: 20.000 partes de cuerpos que encontramos, 300 pisos que se desmoronaron y 16 acres completamente destruidos”. Sus ojos se humedecen al rememorar esas extenuantes horas de trabajo a contrarreloj: “Tuvimos que socorrer a las víctimas, familiares, parte de los cuerpos humanos de gente que uno conocía y amaba; estamos muy orgullosos de que 25.000 personas hayan sido rescatadas, lo que fue un gran esfuerzo y sacrificio, mientras que unas 2.817 murieron. ¿Cómo nos sentimos?: la única palabra que lo define es horrorizados, nos sentíamos como en piloto automático; teníamos una formación, una teoría de lo que debíamos hacer y con la comprensión de lo que estaba pasando el instinto reaccionó y pudimos realizar nuestro trabajo como debíamos”.
En retrospectiva, un año después, los efectos pos-traumáticos de los socorristas, dice que “son reales, pero hemos implementado un programa de asesoramiento individual y grupal para que las víctimas –paramédicos, bomberos– puedan sentirse contenidos y poder superarlos para seguir trabajando”. Agradece a las muchas de las comunidades que participaron en el salvataje: “Una de ellas que tuvo una labor grandiosa fue la comunidad médica y ofrecieron sus servicios en todo momento, ya sea privada o en grupos se creó una unidad para brindar asistencia a las víctimas y a los familiares y la persona que está a cargo de esta unidad que se creó es precisamente la viuda de los fallecidos”. Hittmann define a su Departamento como “todo el mundo sabe, es como una gran familia extendida no sólo a las personas que viven una tragedia, también a sus familias –sus esposas, hijos– y hemos trabajado duro para proveer de asistencia a las grupos familiares de las víctimas del 11 de septiembre, decirles que nosotros estamos ahí para apoyarlos”.
Como consigna del aprendizaje que le tocó vivir, y como prevención a la amenaza terrorista, el líder de los 16.000 bomberos neoyorquinos dice que están más preparados que hace un año y destaca tres temas en los que actualmente están trabajando para mantenerse fortalecidos: tener equipamiento y entrenamiento adecuados y educación. “Necesitamos estar entrenados ahora para estar preparados para responder a cualquier tipo de evento que pueda ocurrir, sea un incendio, ataques biológico, químico, radiológico, la caída de un edificio o el hecho más casual. Eso es para lo que debemos estar preparados y capacitarnos. Sólo podemos lograrlo contando con el equipo adecuado que nos asista a salvar la vida de las víctimas de las catástrofes, de nuestros propios compañeros y del público en general. Sin el equipamiento no podemos hacer nuestro trabajo y no podríamos haberlo hecho el 11 de septiembre. El tercer punto es la educación: uno se entrena para hoy, pero la educación es para el mañana, el futuro.”
El 11 de septiembre, en la voz apacible y reflexiva de Hittmann, “aprendimos a mirarnos en el espejo y preguntarnos qué pasaría en el futuro en nuestra tarea de salvataje, y la respuesta es que debemos tener una visión proactiva y educación adecuada. Personalmente estoy muy agradecido con el personal que se acercó a socorrer a las víctimas y para ayudarnos, porque no tenía equipos ni capacitación, pero no lo vimos como una invasión sino una gran ayuda. Les estamos eternamente agradecidos. Porque cuando sacaban los contenedores con las partes de los cuerpos necesitábamos ver que se hiciera con responsabilidad. No podríamos haber hecho tan buen trabajo sin el aporte de estos voluntarios que vinieron de Nueva York y sus alrededores. Estamos muy orgullosos del sentido altruista del pueblo norteamericano, que siguiendo lo que llamamos ‘regla de oro’: ‘No le hagas a los otros lo que no quieres que te hagan’ fue lo que brindó la gente el 11 de septiembre: no fue sólo dinero, también comida, ropa y tiempo. Ese fue el gran beneficio”.