ESPECTáCULOS › EXCLUSIVO: ASI ES “UP”, EL NUEVO DISCO DE PETER GABRIEL

El regreso de un grande de verdad

El esperado sucesor de “Us” (1992), que será editado en Argentina a fin de este mes, cuenta con participaciones de Nusrat Fateh Alí Khan, Peter Green y un seleccionado global de músicos. Son once canciones que navegan y terminan detenidas en aguas turbulentas.

 Por Esteban Pintos

Luego de diez años de idas, vueltas, grabaciones, sobregrabaciones, proyectos multimedia, separaciones matrimoniales y cierta sequía compositiva, Peter Gabriel –uno de los artistas más influyentes e innovadores de la historia del rock– publicará mundialmente su nuevo disco, titulado Up, la semana que va del 21 al 28 de setiembre (también en Argentina). Página/12 adelanta en exclusiva el contenido de las once canciones que el ex cantante de Génesis registró a lo largo de ¡una década! en lugares tan diversos como su imponente estudio Real World (ubicado cerca de la localidad costera de Bath, en Inglaterra), Singapur, Senegal, Francia y a la vera del río Amazonas, en Brasil. En Up participan varios de los músicos que históricamente lo acompañaron en sus discos y giras, con los que se presentó en Buenos Aires en 1988 y 1993, por ejemplo: David Rhodes (guitarra), Tony Levin (bajo, stick), Manu Katche (batería, percusión) y Steve Gadd (batería). A ellos se agrega una larga lista de invitados en donde sobresalen el fallecido cantante pakistaní Nusrat Fateh Alí Khan –a quien Gabriel reveló al mundo a través del sello Real World–, el senegalés Youssou N’Dour y Peter Green, ex guitarrista de Fleetwood Mac. Pero además aporta lo suyo un seleccionado global, integrado por los grupos vocales The Blind Boys of Alabama (Estados Unidos) y B’Net Houariyat (Marruecos), el cantante Yacine Ould Nana (Mauritania) y los pianistas Hukwe Zawose y su sobrino Charles (Tanzania).
Con todos ellos, por el tiempo transcurrido y por encima inclusive de los nombres y los años, con el prestigio que arrastra Gabriel desde sus días en Génesis, cabría esperar una obra maestra del tipo Peter Gabriel (su tercer disco solista, editado en Estados Unidos como Security) o So (publicado en 1986, el más vendido de su carrera) o, al menos, un sólido trabajo compositivo-instrumental como Peter Gabriel (segundo solista, producido por Robert Fripp) o Us (1992). No es así.
El disco de 11 canciones peca de solemne y sobreproducido, incluso reiterativo en ciertos clichés sonoros propios de otros discos más inspirados de su carrera, que sonaban modernos y osados en 1980, pero ya no en 2002. La fuerte presencia percusiva, casi una marca registrada en el artista en cuestión, termina por opacar el resultado final y se transforma en un lugar común. Gabriel sigue cantando como sólo él puede, y ése es un punto a favor aunque relativo. No puede esperarse otra cosa de uno de los cantantes más expresivos y versátiles que haya dado la Gran Bretaña en sus cinco décadas de historia y cultura rock. Sólo resaltan el ritmo semibailable de “Growing up” y “Burn you up, burn you down” (ambas relacionables con la gracia de “Kiss that frog” de Us, pero nunca al nivel superlativo de “Sleldgehammer”), tanto como el tono gospel, intensamente dramático y creciente en lo rítmico, de “I grieve”, la mejor canción del disco.
El single adelanto, “The Barry Williams Show”, carga contra los Jerry Springer y Mauro Viale del mundo: “Te vi en televisión, vi tu show, volvés loca a la gente y después los dejás ir”, dispara en su primera estrofa una canción escrita sobre la manipulación que ejercen los talk show en la gente. Una denuncia naivë en los tiempos de Eminem. Está claro que Up no es precisamente pum! para arriba, y no tendría por qué serlo, pero falla finalmente, detenido en aguas turbulentas. “¡Soy lento! He pasado mucho tiempo viajando y luego de eso llegué a la conclusión de que me gusta más hacer música que venderla. El proceso de tocar y viajar es lo que disfruto realmente porque me permite establecer una verdadera relación con la gente, que de otra manera no conseguiría. Pero también debo aceptar que, actualmente, mi actividad favorita es sentarme en el estudio, componer y grabar. Entonces, en cierto punto, el tiempo terminó por apremiarme y debo reconocer que no soy muy bueno para terminar algo que empiezo”, declaró recientemente a la revista on-line The Raft.
Tal vez aquí esté la clave para entender los diez años y el resultado de un extendido proceso de grabación. En verdad, debe aceptarse también que, a diferencia de otros casos famosos de “ausencia musical prolongada”, como el del grupo inglés Stone Roses luego de un deslumbrante debut –tardaron cinco años y fracasaron con su segundo disco, Second coming, al punto de desmembrarse luego– o el del demoradísimo Chinese democracy, de Guns n’ Roses o lo que queda de ellos –ahora se afirma que será editado antes de fin de año–, Gabriel se ha mantenido en actividad y, paradójicamente, esa dispersión tal vez le haya jugado en contra de su prestación musical solista.
Durante estos diez años, motorizó toda clase de proyectos: compuso música para películas, grabó y editó Ovo, un ambicioso y fallido álbum que musicalizó un espectáculo en el Domo de Londres, continuó con las ediciones de música global en su sello Real World y con el festival Womad. La lista continúa (ver aparte). Este año, sin embargo, parece ser de concreciones para el hombre que predijo el estallido punk (con Rael, el personaje central del disco de Génesis, The lamb lies down in Broadway), abrió las puertas de Africa al oído occidental (aquella etiqueta, la world music, hoy felizmente en desuso) y expandió las posibilidades de la tecnología aplicada al videoclip (el que ilustra la canción “Sledgehammer” es un hito del género), entre otras hazañas. Pero, a veces, los grandes campeones también pueden fallar.

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Gabriel hoy, pasada la barrera de los 50, tiene nuevo disco.
 
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