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Las segundas elecciones presidenciales afganas después de la ocupación militar norteamericana recibieron las felicitaciones de Washington, la Unión Europea y la ONU. Sin embargo, aún no lograron aclarar el clima político en el país. Además de los rumores de fraude y la incertidumbre por una segunda vuelta, el analista afgano Harun Mir advirtió que el clima de miedo y la baja participación dejaron afuera a principalmente una etnia.

“¿Se imaginan si el nuevo presidente es elegido principalmente por la gente del norte y los pashtunes se sienten alejados del nuevo gobierno? Los talibán podrían usar eso para buscar una base popular”, advirtió Mir, del Centro de Investigación y Estudios Políticos de Afganistán. “Nos debilitaremos si el país se polariza en etnias. Creo que entonces los ganadores serán los talibán”, agregó.

Aún no se tienen datos definitivos, pero la Comisión Electoral Independiente estimó que entre el 50 y el 60 por ciento del padrón afgano no votó el martes. Los porcentajes aumentan significativamente en la región del sur del país, donde el movimiento talibán mantiene la mayoría de sus bastiones. Según publicó ayer el diario The New York Times, los niveles bajan hasta un 5 o 10 por ciento. Los números no son alentadores para el presidente Hamid Karzai, un pashtun que necesita el apoyo de su pueblo para ganar en primera vuelta.

No todos los analistas que fueron testigos de la elección se animaban ayer a pronosticar una división étnica en el país. “No creo que el pueblo afgano deje que sus políticos lo conduzcan a la violencia”, aseguró el docente de la Universidad de Kabul Narsulá Stanikzai. Sin embargo, en lo que sí coinciden todos los analistas es que gran parte de la población no será representada en el próximo gobierno afgano.

“La violencia y la intimidación lograron mantener a los votantes lejos de las urnas. El martes fue un día triunfal para los talibán”, advirtió la investigadora de Human Rights Watch, Rachel Reid, en diálogo con el Times.