La reunión entre el gobierno y la oposición egipcia fue amplia en número, pero reducida en cantidad de actores representados. Es decir, fueron más de 20 las personas que ocuparon un asiento en la sala de Ministros del edificio gubernamental en el centro de El Cairo, dispuestos a abrir las puertas de la negociación al vicepresidente Omar Suleiman. Sin embargo, todos esos hombres llegaron en representación de tres sectores de la oposición: la Hermandad Musulmana, la facción que cuenta con más apoyo popular; la Asociación Nacional por el Cambio (ANC), un cúmulo de pequeñas agrupaciones políticas aunadas bajo el liderazgo de Mohamed el Baradei; y el sector independiente, entre cuyos referentes se destacó el poderoso empresario Naguib Sawiris. El Baradei, quien no estuvo presente en la charla, la criticó por “opaca”. Pero no fue el único faltazo fronteras adentro de la ANC, ya que tampoco asistió ningún representante del Movimiento 6 de Abril, uno de sus integrantes más fuertes y parte fundamental en las protestas desde sus comienzos.

Durante treinta años, el régimen de Mubarak cosechó más focos opositores que los que se asistieron a las negociaciones de ayer. Entre los partidos laicos legales están: Nuevo Wafd, que se creó en 1978 y fue durante mucho tiempo la principal formación nacionalista en Egipto; Al Ghad, que incluye formaciones herederas del ex presidente Gamal Abdel Nasser y liderado por Ayman Nur, rival de Mubarak en las elecciones de 2005; y Tagammu, de raíces socialistas, que en 2005 boicoteó los comicios.

Entre los partidos originados en la sociedad civil se destacan, además de la ANC y el Movimiento de Jóvenes del 6 de abril que la integra, el Movimiento Kefaya (significa “¡Basta!”), creado en 2004 por militantes antigubernamentales y que protagonizó las protestas opositoras en 2005, aunque después perdió visibilidad.