EL MUNDO › ATACANDO A TODO LO QUE SE MUEVA Y SEA OCCIDENTAL
El paraíso de los integristas
En Mosul se respiraba ayer el mismo ambiente asfixiante, exacerbado también por el humo de los incendios, que el día anterior en Kirkuk. Pero sin ningún poder que mantuviese al menos una apariencia de control de la situación. Un miliciano kurdo apostado en una avenida de una barriada exterior de Mosul se excusaba por el caos que reinaba en la ciudad: “Lo siento. Tenemos órdenes de no intervenir”.
Como otros periodistas que pretendían cubrir la información sobre el pillaje generalizado en el centro de Mosul, este enviado sufrió también ayer las amenazas de una masa de integristas que desfilaba airada al grito de “Alá es grande; Alá es el más grande”, cerca del gobierno provincial. “Muerte a los americanos”, ordenó corear el que parecía ser el jeque del grupo, un hombre menudo de unos 60 años que parecía sobreexcitado por la presencia de dos reporteros occidentales ante un edificio público saqueado. “Mire, usted –le replicó con calma Marco Ansaldo, corresponsal de La Repubblica en el norte de Irak–, nosotros no somos americanos, sino periodistas europeos.” Esta declaración de principios resultó ser una provocación insufrible para los el jefe de los fundamentalistas, que empezó a aporrear el vehículo de los reporteros, al tiempo que dos barbudos extraían de sus ropas sendas cimitarras y un tercer integrista amenazaba con hacer estallar una granada de mano. La oportuna llegada a la escena de un chófer kurdo armado con un fusil automático puso término al incidente.
La prensa internacional se movía ayer con tiento por una ciudad recién evacuada por todo un ejército. Corresponsales de Reuters y de Associated Press relataban más tarde a las afueras de Mosul, en una posición defendida por una ametralladora pesada de los “peshmergas”, las amenazas y agresiones que habían sufrido en la zona central de Mosul, desertada por toda autoridad y azotada por la locura de los saqueos y la violencia.