Sábado, 16 de agosto de 2014 | Hoy
Los principales líderes iraquíes dieron ayer los primeros pasos hacia la reconstrucción política del país, después de la convulsa marcha del primer ministro, Nuri al Maliki, que deja un país dividido y amenazado por el jihadista Estado Islámico. La salida del ex premier fue recibida con alivio, no solo por la minoría sunnita y los kurdos de Irak, sino incluso por los mismos políticos chiítas que hasta hace poco lo habían apoyado. Por eso, las primeras señales de distensión no se hicieron esperar, aunque el camino que le espera a Al Abadi hasta formar un nuevo Ejecutivo que represente a todos los iraquíes es cualquier cosa menos sencillo. Para empezar, parece contar con la aprobación de la mayor autoridad moral de los chiítas y firme aliado de Teherán, el gran ayatolá Ali al Sistani, quien hoy en el sermón de los viernes dio su bendición a Al Haidar y reclamó la unión de todos los iraquíes frente al enemigo común del Estado Islámico (EI). Al Abadi también recibió una cauta bienvenida por parte de varios de los más distinguidos líderes sunnitas.
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