El proyecto de ley de reforma laboral, que tiene media sanción, contempla la primacía de la negociación directa entre empresario y trabajador, por encima del código de trabajo y los convenios colectivos; establece un techo en las indemnizaciones por despido improcedente y establece las condiciones que justificarían el despido económico. El texto va en la línea de las reformas que la Unión Europea (UE) exige a Francia y el primer ministro Manuel Valls afirma que otorga flexibilidad a las empresas, que es beneficiosa para los más jóvenes y da más garantías a los trabajadores. Sin embargo, sindicatos y estudiantes, por el contrario, dicen que es una ley puramente neoliberal que busca debilitar a los trabajadores y hacer más fácil y más barato despedir a empleados, además de suponer un retroceso a la situación laboral del siglo XIX, agravado por el hecho de que es impulsada por un gobierno socialista. Por su parte, el titular de Finanzas, Michel Sapin, hizo notar que no es el momento de hacer huelga ahora que hay signos de recuperación del empleo, como lo muestran que entre el primer trimestre de 2015 y el mismo período de este año se han creado en Francia 160.000 puestos de trabajo en el sector privado.