EL MUNDO › QUE GOLPEARON AL GOLPEAR EN KERBALA EL DIA DEL ACHURA
Una pesadilla en el Décimo Día
Por Paul Vallely *
Es como si las bombas las hubiesen puesto en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén en Viernes Santo y otras para mayor seguridad en el Vaticano y en la catedral de Canterbury. Y sin embargo, esa comparación no trasmite el impacto espantoso y sacrílego de las explosiones que mataron a decenas de fieles iraquíes chiítas ayer mientras celebraban “Achura”, su ritual más santo. El festival conmemora el martirio del Iman Hussein, el nieto del profeta Mahoma. Está en el corazón histórico del cisma del Islam entre los sunitas y los chiítas y es considerado por los chiítas como el mayor acto de sufrimiento y redención en la historia, muy como los cristianos consideran la muerte de Cristo.
El gran cisma en el Islam comenzó casi inmediatamente después de la muerte de Mahoma el 632 DC por una disputa sobre quién lo debería suceder. La división eventualmente llevó al asesinato de uno de los competidores, el yerno del profeta, Ali. Diecinueve años después, el hijo de Alí, Hussein, salió con sólo 72 partidarios “a liberar a Irak del pretendiente”, como dicen los historiadores chiítas. Atacaron a miles de soldados del otro lado. Murieron en 680 DC en Kerbala a manos de un ejército del califa sunita Yazid. El décimo día, ahora conocido como Achura, los defensores cayeron uno a uno hasta que sólo quedó Hussein. Herido y moribundo, entró a su tienda y tomó a su hijo infante en sus brazos, pero el enemigo lo mató con una flecha cuando levantaba los brazos al cielo. Luego le cortaron la cabeza y pisaron su cuerpo. Desde entonces su muerte sangrienta ha tomado proporciones cósmicas. Los chiítas creen que el Iman Hussein, al atacar deliberadamente a miles de soldados enemigos, se sacrificó a sabiendas en pos de justicia, libertad y paz en nombre de toda la humanidad.
Durante siglos los chiítas han desarrollado formas gráficas de penitencia para sufrir por el martirio del gran líder. Durante 10 días ayunan, se visten de negro, hacen vigilia y conducen procesiones para expresar su dolor por la muerte del Iman, su familia y sus seguidores. Estas expresiones de pena son más concentradas y extremas que cualquier otra cosa en la tradición chiíta. Se golpean sus pechos con las palmas de sus manos y se mortifican con piedras. Los más piadosos se flagelan las espaldas con cadenas. Se cree que la participación en rituales es una ayuda para la salvación. Pero hay algo más. Se cree que la batalla del Iman Hussein contra las fuerzas de las oscuridad trascendió la particularidad del tiempo y lugar. La lucha es contra la injusticia, la tiranía o la opresión del presente día.
La mezcla de cánticos de la Achura con slogans políticos es una tradición chiíta. Y Muharram, el mes del cual Achura es el 10º día, está cargado con más emoción que cualquier otra cosa en el calendario chiíta. Los cléricos chiítas que condujeron la revolución iraní tuvieron cuidado de enmarcar la revuelta contra el decadente régimen occidental del Sha en un paradigma Achura/Hussein. Uno de los grandes slogans de la revolución iraní era, “Cada día es Achura; cada lugar es Kerbala”.
No es asombroso que en su tiempo Saddam Hussein tratara de suprimir las celebraciones de la Achura, encarcelando a aquellos que eran vistos golpeándose el pecho en público. Las fuerzas de seguridad baazistas y el ejército solían rodear a Kerbala durante dos meses para evitar que la gente practicara los rituales. Se establecían puestos de control en los caminos que llevaban a la ciudad santa o al santuario en Najaf, donde el padre de Hussein, Ali, está enterrado. Aquellos que trataban de pasar a través de los puestos de control eran muertos o arrestados. Saddam hasta prohibió libros que mencionaran el nombre del iman Hussein o la historia de la batalla de Kerbala.
Cuando el régimen de Saddam cayó, cientos de miles de chiítas fueron espontáneamente a Kerbala, pero este año debía ser el primero en el queAchura era celebrado abiertamente por la población chiíta.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.