EL MUNDO › TESTIMONIO DE UN CAMAROGRAFO PRESO
“Creí que iba a morir”
Golpes, simulacro de ejecución, insultos: un joven camarógrafo iraquí de la cadena qatarí Al Jazzera cuenta las humillaciones vividas durante los dos meses de detención que pasó en las cárceles dirigidas por los militares estadounidenses. Suhaib Badreddin Baz, de 24 años, fue detenido por primera vez en Samarra (a 125 km al norte de Bagdad) durante dos días y después por segunda vez durante dos meses. Su testimonio a la agencia AFP apuntala el escándalo que nació con la difusión de fotos que revelan las vejaciones infligidas a los detenidos de la cárcel de Abu Ghraib (cerca de Bagdad) por los militares estadounidenses.
El 13 de noviembre de 2003 fue detenido por segunda vez cuando iba al hospital de Samarra con su equipo de televisión. Le cubrieron la cabeza con un saco y, maniatado, fue trasladado a una base estadounidense. “Eran las diez de la noche. El oficial estadounidense llegó y me dijo: ‘Quizá haya alguien que respete a los medios de comunicación, yo no respeto a nadie’”, asegura Baz.
El interrogatorio comenzó. El joven estaba acusado de colaborar con la guerrilla. “‘Al Jazzera está al corriente de las cosas incluso antes de que ocurran’, me dijo el interrogador que no paraba de pegarme”, cuenta. “Era el Ramadán, el mes de ayuno, y yo pedí permiso para rezar. El oficial vino, introdujo dos dedos en mis ojos, me empujó la cabeza hacia atrás y se puso a gritar: ‘¡Ni te imagines que te vas a salir con la tuya! Olvidate de Al Jazzera, olvida tu futuro, el único que vas a conocer es el de Guantánamo’” (sur de Cuba, donde funciona una base militar norteamericana), prosigue el camarógrafo. “Me mantuvieron así durante días, los guardias seguían pegándome e insultándome.”
Después, el joven fue trasladado al aeropuerto de Bagdad, que sirve de campo de detención. Allí se quedó dos días antes de que volvieran a trasladarlo esposado y con un saco en la cabeza. “Durante ese tiempo, alguien intentaba meterme miedo poniendo el cañón del arma automática en la espalda y, en varias ocasiones, haciéndome creer que me iban a matar. En cuanto hacía el mínimo movimiento, alguien me pegaba. Era muy doloroso cuando batían mi cabeza contra el muro”, recuerda. Finalmente, Baz llegó a la prisión de Abu Ghraib.
“Me ordenaron que me quitara la ropa, lo que hice, dejando la ropa interior. ‘¡No, tienes que quitártelo todo!’, me dijeron. Como me negué, un grupo (de militares) se puso a desnudarme. Me pegaron y después me dieron algo para que me cubriese”, relata. “Era invierno. Hacía frío y había humedad. Pasé muchas noches temblando (de frío)”, dice, antes de asegurar que le impidieron lavarse durante 35 días. “Para presionarme psicológicamente, los guardias venían regularmente para darme noticias falsas sobre la muerte o detención de colegas del equipo de Al Jazzera en Bagdad”, prosigue.
El joven cuenta que en Abu Ghraib oyó a detenidos gritar de dolor a todas horas. También asegura que vio cómo humillaban a sus compañeros de cárcel. “En una ocasión vi a un hombre y a su hijo. Los desnudaron por la fuerza. Era una situación muy embarazosa para ellos. Después le dieron al hijo ropa interior de mujer”, asegura. Después Baz estuvo en una carpa con unos 40 detenidos. “Una noche, había un hombre enfermo que parecía que iba a morir. Los otros detenidos pidieron a los guardias que lo hospitalizasen, pero éstos les dijeron que era tarde y que podía esperar hasta el día siguiente. Poco después el hombre murió”, concluye.