EL MUNDO › EL KETCHUP HACE SU ENTRADA EN LA CAMPAÑA ELECTORAL
No compre Heinz, compre a W.
Por Andrew Gumbel *
Desde Los Angeles
Olvídense de Irak. Olvídense de la economía mundial, del terrorismo y de la imagen deteriorada de Estados Unidos frente al mundo. La elección presidencial estadounidense de 2004 en realidad se trata de una pelea sobre comidas rápidas políticamente incorrectas.
Primero fue el furor de las papas fritas, en inglés french fries (fritas francesas) que fueron renombradas como fritas libres por una facción de republicanos patrióticos. Ahora se unió a la batalla un acompañante del menú: el ketchup. El ketchup es tan americano como el basebol y la tarta de manzanas. Pero Heinz, el fabricante más importante de ketchup del país, tiene un vínculo directo con el demócrata John Kerry, el contrincante del presidente Bush. Y esto es un problema para cualquier republicano que guste de la comida rápida. La esposa de Kerry, Teresa, es la viuda de John Heinz y controla el interés familiar de la empresa (alrededor de cuatro por ciento de las acciones de Heinz). ¿Será posible que cada vez que los consumidores condimenten sus comidas con ketchup estén contribuyendo al tesoro de la campaña democráta? Esta era la idea detrás de una nueva marca llamada W Ketchup, que llegó a los negocios con gran alboroto el mes pasado. “Usted no apoya a los demócratas, ¿por qué debería hacerlo su ketchup?” fue su slogan publicitario. Una producción inicial de 48.000 botellas se vendió en poco tiempo, y el concepto se convirtió en el centro de los chismes.
La trama –y la salsa– se está espesando rápidamente. Otro producto de atracción republicana llamado Bush Country Ketchup ha surgido para competir con W Ketchup acusando a éste de no estar suficientemente compenetrado con la reelección.
“No podemos permitir que W Ketchup continúe simulando ser un condimento conservador y que se venda a nuestros compañeros republicanos sin contestar ciertas preguntas preocupantes que han salido a la luz”, escribieron los fundadores de Bush Country Ketchup en una carta abierta en Internet hace unos días.
¿Qué podría inspirar estos pensamientos conspirativos? Resulta ser que la “W” de W Ketchup no se refiere a la inicial del medio del presidente Bush. En vez, se refiere a Washington, más precisamente a George Washington, cuya imagen adorna la etiqueta junto con estrellas y barras e imágenes de heroísmo militar.
Es más, el fundador de W Ketchup, Bill Zachary, describió su producto como “no partidario” y se definió a sí mismo como políticamente el centro del espectro en vez de conservador. Esto puede no tratarse de una mala estrategia de marketing –¿por qué restringir el mercado solamente a los republicanos a muerte?– pero enfureció al cofundador de Bush Country Ketchup, Patrick Spero.
“W Ketchup es una empresa nebulosa. Nuestra misión es clara, la reelección del presidente Bush y el éxito del partido republicano”, escribió Spero. “W Ketchup trata de ganar en cualquier frente, utilizando una estrategia oscilante semejante a la Kerry y capitalizando sobre el uso afectivo de los conservadores de la inicial del medio del presidente Bush.” Sin embargo, Bush Country Ketchup no esconderá su política; en las botellas hay un elefante balanceando un tomate con su trompa con el slogan “Asegurando que Kerry no ketchupee (llegue) a Dubya”, pero esconde su secretito sucio. El fabricante de la botella gourmet de U$S 5,99 es de San Francisco, bastión del liberalismo traicionero donde los demócratas amantes de la comida han descartado a Heinz por años, por razones puramente gastronómicas. Claramente, la salsa está caliente.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.