EL MUNDO › OPINION
Caracas queda muy cerca
Por Carlos Raimundi*
Hugo Chávez no resultó tan débil como parecía, y tampoco había unanimidad del ejército con el resto de las fuerzas armadas. El experimento de Pedro Carmona me suena más a improvisación que a solución de la crisis. El gran protagonismo militar es gravísimo, porque eclipsa a lo social. El clima de zozobra económica en la Argentina hace que el problema venezolano nos parezca como lejano cuando no lo es: hay un contexto de Colombia inestable y de Brasil en proceso preelectoral, lo que se traduce en inestabilidad democrática en la región. El debilitamiento del sistema como el venezolano no es un hecho aislado ni lejano.
El problema no debiera desvincularse de la crisis de Medio Oriente, por el hecho de que Venezuela encierra grandes reservas petroleras. El golpe, como se planteó en un primer momento, tuvo un claro signo en pro de los capitales de la región. Carmona pidió suspender la venta de petróleo a Cuba, un claro mensaje ideológico en que subyacen los halcones de Miami. Todo esto muestra lo difícil que es en América latina sostener a un gobierno que, más allá de los juicios de valor, intente medidas heterodoxas independientes del modelo neoliberal dominante. Tiene que ser una enseñanza para la Argentina, para el gobierno de centroizquierda de Brasil: no se trata construir popularidad sino sostenibilidad. El problema es cómo transformar el apoyo popular en sostenibilidad política, un desafío para toda la región. Hay otro dilema común: que existe sobredemanda de políticas estatales y al mismo tiempo faltan herramientas de control político y económico, como en Venezuela y Brasil.
* Legislador del Frepaso.