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Qué esperar en Irán
Por Claudio Uriarte
George W. Bush asumió ayer su segunda presidencia comprometiéndose a acabar con las tiranías en el mundo. Lo sucedió su vice Dick Cheney afirmando que Irán está en el tope de los problemas en ese mismo mundo. De lo ocurrido en Irak una cosa queda clara: esta gente no habla en vano. Por lo tanto, Irán se perfila como el próximo blanco bélico de Estados Unidos bajo W2.
El presidente iraní Mohamed Jatami advirtió también ayer que, si su país es invadido, resistirá. Pero la invasión no es necesariamente la forma en que puede tomar la agresión. De hecho, las fuerzas armadas norteamericanas ya están sobreextendidas por la operación iraquí; las rotaciones están semicongeladas y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld parece no encontrar forma –por razones presupuestarias o por diseño– para aliviar la presión sobre las tropas que están en Irak. Estados Unidos e Israel sostienen que Irán está desarrollando armas nucleares, por lo cual es posible que tropas especiales norteamericanas ya hayan entrado en territorio iraní para ubicar los blancos de una serie de bombardeos. Sería una repetición a gran escala del bombardeo israelí contra el reactor nuclear Osirak en 1981, después del cual Saddam Hussein ya no tuvo tiempo ni dinero para rehacerse de la instalación (provista inicialmente por Francia).
Lo que pueda ocurrir después nadie puede saberlo, pero es posible que los neoconservadores y revolucionarios de derecha que se han hecho con la mayor potencia militar del mundo esperen que el ataque a Irán precipite un período de inestabilidades interna que acabe con la rígida teocracia de los ayatolás en un país donde la mayoría de la población tiene menos de 30 años. Dentro del objetivo proclamado de democratizar a Oriente Medio George W. Bush se anotó un punto con las elecciones palestinas del pasado 9 de enero, las primeras democráticas y libres que ocurren en el mundo árabe, y también es posible que los neoconservadores lean este resultado como consecuencia de la invasión de Irak, al mostrar al mundo –y especialmente a Medio Oriente– que Bush era serio respecto de sus objetivos. Un primer resultado neto es el aumento de la inestabilidad internacional (lo que buscan los neoconservadores), y una pregunta que queda flotando es si Bush no reinstaurará la conscripción compulsiva (o una forma maquillada de ella) de modo de que su ejército se pueda poner a la altura de las asombrosas misiones que su flamante comandante en jefe le ha ordenado.