EL MUNDO
Un “Plan de Desconexión” que desconecta lo mínimo
Dentro del “Plan de Desconexión” del primer ministro Ariel Sharon, Israel retiene el control del espacio aéreo y marítimo de Gaza, lo que los palestinos sostienen que impedirá el crecimiento económico.
Por Juan Miguel Muñoz*
Enviado especial a Gaza
La retirada civil y militar de Gaza es para Israel un primer paso para aplicar en el futuro la moribunda Hoja de Ruta, el plan auspiciado por la comunidad internacional que pretendía poner punto final este año al conflicto con los palestinos. Para éstos supone un avance nimio, absolutamente insuficiente. La Autoridad Palestina –AP– alega que el gobierno hebreo seguirá controlando férreamente el territorio de Gaza, su espacio aéreo y marítimo, lo que impedirá el desarrollo económico de la franja mediterránea.
El denominado “Plan de Desconexión”, anunciado por el primer ministro Ariel Sharon en diciembre del 2003, establece que el ejército israelí preservará su presencia militar en la frontera entre Gaza y Egipto. A través del corredor Filadelfia, junto a la ciudad de Rafah, los milicianos de los movimientos fundamentalistas y de las facciones armadas de Al Fatah han traficado desde hace años con armas y explosivos, y el Ejecutivo de Sharon tiene como prioridad impedir ese trasiego. Hace apenas unos días, Israel y Egipto pactaron que 750 guardias fronterizos de este país –en ningún caso militares, porque así lo establecen los Acuerdos de Camp David de 1978 entre el presidente Anwar el Sadat y el primer ministro Menahem Begin– se harían cargo de la ruta Filadelfia. El plan para la retirada de Gaza, anunciado por Sharon en diciembre del 2003, también establece en su primer apartado que, una vez completada la evacuación, “no podrá reclamarse a Israel responsabilidad alguna sobre la población palestina”. La discrepancia de los dirigentes palestinos se da por descontado.
“No puede considerarse una retirada y que Israel deja de asumir cualquier responsabilidad si sólo evacuan a los colonos y a los soldados y siguen manteniendo el control de las fronteras, del espacio marítimo y aéreo, asuntos esenciales sobre los que no hay negociaciones”, afirma Ashraf Ajrami, jefe del Departamento de Asuntos Israelíes de la AP. El gobierno de Sharon y los representantes palestinos sólo están tratando sobre los pasos fronterizos terrestres. E incluso en este caso los obstáculos son de envergadura. Funcionarios que participan en las conversaciones indican que el Ejecutivo israelí plantea crear un único cruce en Kerem Shalom, al sudeste de la franja, muy cerca de la frontera con Egipto. Este puesto sería controlado por uniformados israelíes, palestinos y egipcios. El rechazo de los palestinos, que desean controlar en exclusiva los límites territoriales con su vecino árabe del sur, es rotundo.
El proceso es tortuoso. Funcionarios palestinos aseguran que hay un principio de acuerdo para que los camiones no tengan que ser descargados en la terminal de Karni, un paso hacia Israel en el nordeste de la franja. Ajrami señala que gracias a la ayuda de EE.UU., que ha proporcionado la tecnología necesaria para controlar las mercancías, no será necesario vaciar cada contenedor que parte hacia Cisjordania. Es precisamente la comunicación con este territorio –también ocupado por Israel desde 1967 y en el que sigue ampliando colonias ilegales– una cuestión que el gobierno de Mahmud Abbas considera vital. Israel propone una escolta militar para los vehículos que utilicen el corredor que unirá Gaza con Cisjordania. La AP propone construir tramos de túneles con el fin de evitar el acompañamiento de los soldados del Tsahal. “Para que no todo esté en manos de Israel”, apunta Ajrami.
Pero si en materia de pasos fronterizos por tierra hay ciertos avances, en lo referente al espacio marítimo y aéreo no es que haya discrepancias: simplemente no hay negociación. “Israel se niega a hablar”, comenta el citado funcionario. Sólo existe un acuerdo para la construcción de un puerto de aguas profundas en la ciudad de Gaza, para lo que se emplearán escombros resultantes del derribo de edificios de los 21 asentamientos. El Ejecutivo de Abbas dice que los pescadores palestinos necesitan navegarmar adentro en busca caladeros más ricos. Hasta la fecha, barreras de acero y las patrullas israelíes impiden esa travesía.
Con el espacio aéreo sucede lo mismo. Por el momento, la negativa israelí a pactar es contundente, y el aeropuerto Yasser Arafat, junto a la ciudad de Rafah, al sur de la franja, permanece inutilizado. El gobierno de Sharon esgrime que estas cuestiones deberán negociarse cuando renazca la Hoja de Ruta, el plan patrocinado por el Cuarteto (EE.UU., la UE, Rusia y la ONU). “Se necesitarán años para avanzar en estos temas”, concluye Ajrami.
Así las cosas, los pactos son de momento muy limitados. No obstante, fuentes de la AP en Gaza aseguran que sí se ha acordado que militares palestinos “entren en los asentamientos una vez evacuados los colonos y compartan con los militares judíos (antes de su retirada total) el control de las colonias” para evitar un peligroso vacío. Finalizada la presencia castrense israelí, el gobierno de Abbas ejercerá su autoridad sobre la totalidad de las tierras de Gaza, una extensión de 363 kilómetros cuadrados, de los cuales el 18 por ciento está todavía habitado por unos pocos miles de colonos que desde la pasada medianoche podrán ser desalojados por la fuerza.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.