La primera jornada del “cerco” a Santa Cruz de la Sierra por parte de las organizaciones campesinas e indígenas agrupadas en el Bloque Oriente no tuvo la contundencia esperada. Los pedidos del gobierno para que suspendan los piquetes y las divisiones al interior del movimiento debilitaron la medida que de indefinida pasó a ser por 24 horas. Los campesinos demandan que las decisiones en la Asamblea Constituyente se tomen por mayoría absoluta (y no por dos tercios), que la convención sea “plenipotenciaria” y que el Congreso apruebe la nueva ley de Tierras. El presidente en ejercicio, Alvaro García Linera, había declarado: “La sociedad cruceña tiene que mantenerse unida, ésa es la garantía de su vitalidad, que sea ahora locomotora de la economía es porque está unida; esta división entre indígenas y no indígenas, entre ciudad y campo, entre el primer anillo y el quinto, hace mucho daño a la región y eso se resuelve negociando y dialogando, tomando en cuenta los intereses de los distintos sectores”.

García Linera se reunió hasta la madrugada de ayer con los prefectos (gobernadores) de los nueve departamentos del país para abrir canales de diálogo que permitan destrabar la Constituyente y calmar la crispación que amenaza con instalarse nuevamente en Bolivia. De allí salió la posibilidad de que “los temas conflictivos de la nueva Carta Magna” se aprueben por dos tercios, como pide la oposición. Pero los sectores empresariales cruceños demostraron su hostilidad hacia Evo Morales al no invitarlo a la Expo Cruz, la feria internacional orgullo de la burguesía “camba”. Es la primera vez que un presidente de la República es desairado de esta forma. Ayer también bloquearon rutas –en La Paz, Oruro y Potosí– los cooperativistas mineros “contra el avasallamiento de las minas por los campesinos” y en demanda de un pliego de reivindicaciones gremiales.