Martes, 22 de abril de 2008 | Hoy
EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER Y RAFAEL CORREA, ENTRE ELOGIOS Y CONVENIOS
En una visita de 24 horas, la Presidenta dio inicio a las obras de una planta hidroeléctrica binacional que, terminada, será la mayor de Ecuador. Correa agradeció la postura en el conflicto con Colombia.
Por Daniel Miguez
Desde Quito
“Hay seres con dos atributos sutiles, que son fuente inagotable de vida: la belleza y la inteligencia, y tú, mi querida Cristina, posees las dos a raudales”, fue uno de los tantos halagos que el presidente ecuatoriano Rafael Correa le dedicó a Cristina Fernández de Kirchner en su primera visita oficial a Ecuador. Correa dijo que sentía por ella “afecto, admiración y gratitud”. Fue durante el encuentro que mantuvieron ayer en un mediodía tropical en el Palacio Carondelet, sede de la presidencia, en el casco histórico de Quito. Pero no sólo elogios se llevó CFK, sino la firma de una serie de convenios, sobre todo los energéticos, que pueden darle grandes beneficios a la Argentina, sumado a un afianzamiento de su figura como referente regional.
La jornada de la Presidenta comenzó con la típica ofrenda floral a los héroes de la independencia en la plaza ubicada frente a la sede de gobierno. De allí caminó hasta el palacio donde la esperaba Correa. Juntos se acercaron a la baranda y saludaron a la gente que se había reunido en la plaza gritando vivas para Argentina y Ecuador. Ya adentro del palacio, en un patio con palmeras y lleno de plantas y flores, descubrieron la placa que da cuenta del comienzo de la obra hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, la más grande en la historia de Ecuador y de la cual la empresa estatal argentina Enarsa será dueña en un 30 por ciento.
Ese fue el más importante de los 11 convenios que firmaron ambos gobiernos. Argentina invertirá en la obra hidroeléctrica 377 millones de dólares. Enarsa consiguió como inversionistas a tres empresas argentinas: Impsa, Cartellone y Corporación América. La obra estará concluida en 2014 y permitirá a Ecuador no sólo abastecerse sino exportar energía eléctrica y Argentina obtendrá la rentabilidad que surja de ese emprendimiento.
Otro convenio importante fue la carta de intención para que Argentina participe del desarrollo y explotación de petróleo en el Amazonas y en el golfo de Guayaquil. Además firmaron convenios para que Argentina capacite a Ecuador en mediación de conflictos laborales, generación de empleo e inspección de trabajo, entre otros.
Tras la firma de los acuerdos fue el turno de los discursos. Primero habló la Presidenta, quien subrayó que en vez de una diplomacia “declarativa y gestual” ambos gobiernos habían pasado “a una diplomacia de construcción y de hechos”.
“Hay un punto de inflexión porque lo estamos haciendo entre latinoamericanos y para latinoamericanos”, afirmó. Es que buena parte de su discurso se centró en destacar que en grandes pasajes de la historia del continente los gobiernos trataron de seguir recetas que venían de afuera sin valorar lo propio. “Cuando descubrimos la piedra basal de la obra hidroeléctrica más grande del Ecuador pensé que esto constituye un salto cualitativo formidable y sin precedentes, porque conjuga tecnología, inversión, pensamiento, producción latinoamericanos para latinoamericanos y para el mundo”. La Presidenta hizo pie en esta frase para concluir que “hace casi 200 años vimos triunfos políticos y militares que permitieron la independencia, pero si bien tuvimos triunfos políticos y militares, tal vez comenzaron allí otras derrotas, las de las batallas culturales. En los pueblos de habla hispana comenzaron a creer que lo nuestro no valía, que todo lo que tenía color, o que podría ser criollo no servía, no valía”.
Luego de abogar por una distribución del ingreso más justa que lleve a que nadie esté privado “de comida, de trabajo, de salud, de educación”, la Presidenta sostuvo que “la etapa que se avecina en el siglo XXI está signada por dos elementos básicos como lo son la energía y los alimentos, son lo que nos posiciona en Latinoamérica en el lugar que tal vez no esperábamos, pero que la historia se toma con licencia y cambia los ciclos económicos. Es necesario agregar todo nuestro esfuerzo, inversión y la inteligencia para aprovechar esta oportunidad histórica”.
Al terminar, agradeció la condecoración que le había otorgado antes Correa, porque la única mujer que la había recibido en la historia hasta ayer fue Eva Perón. “Es una emoción, un golpe al corazón”, dijo.
Correa, por su parte, pidió disculpas, porque a diferencia de Cristina Kirchner, que improvisó, él iba a leer su discurso. “Envidio y admiro su capacidad. Es brillante. Ya lo había visto en el acto de su asunción en Buenos Aires, cómo articuló un extenso discurso lleno de contenido y sin leer una línea”, fue otra de las frases galantes de Correa.
El anfitrión destacó la coincidencia de Argentina y Ecuador en “la fortaleza para enfrentar los intervencionismos camuflados, las extorsiones, los chantajes, las agresiones de todo tipo y toda clase de ataques a nuestro ser nacional, a nuestra soberanía”.
Agradeció a CFK su posición en el conflicto de su país con Colombia, generado por el ingreso de tropas colombianas en tierra ecuatoriana para matar al segundo jefe de las FARC, Raúl Reyes. Actualmente, la embajada argentina en Bogotá representa los intereses de Ecuador en ese país desde que rompieron las relaciones diplomáticas.
Correa también se refirió al incendio el sábado pasado en un boliche en Quito y recordó la tragedia en la Argentina de Cromañón.
Luego ambas delegaciones compartieron un almuerzo, donde CFK y Correa charlaron mucho y no sólo de política. Por ejemplo, Correa le contó que en la Argentina hay 4000 ecuatorianos estudiando carreras universitarias y que seguramente muchos de ellos son los futuros cuadros dirigenciales de su país. “Incluso muchos de mis ministros tiene hijos o sobrinos estudiando allá”, comentó.
Terminada la comida con un brindis de ambos presidentes, CFK regresó por una hora a su hotel y siguió con la agitada agenda. En la imponente iglesia de la Compañía de Jesús, con todo su interior laminado en oro y considerada el máximo exponente del barroco latinoamericano, la esperaba el alcalde para entregarle las llaves de la ciudad. El alcalde es el general Paco Moncayo, héroe de la guerra con Perú, y jefe del partido Izquierda Democrática. Moncayo, como antes lo había hecho Correa, colmó de elogios a CFK y recordó detalladamente frases que ella dijo en distintas circunstancias, sobre todo en la Cumbre de Río, cuando sostuvo que “al terrorismo se lo combate con la ley, no violando los derechos humanos”.
Moncayo, al que hasta ahora nadie le apunta por las muertes del boliche Factory –pese a que, como había dicho Correa, “no contaba con autorización”–, se refirió a la tragedia. Cristina dijo que los argentinos conocíamos ese dolor porque lo sufrimos en carne propia en diciembre de 2004.
Al salir de la iglesia, la lluvia arreciaba y CFK marchó hacia la sede Flacso donde inauguró un centro de estudios (ver recuadro). Luego se fue al aeropuerto, de donde partió a las 21.15 hora argentina, quizá con la esperanza de que en Buenos Aires el humo no le nublara la sonrisa con que dejó Quito.
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