EL PAíS › VICTOR DE GENNARO Y LA CONVOCATORIA A UN NUEVO MOVIMIENTO
“No alcanza con decir basta, ahora hay que decir cómo”
El titular de la CTA plantea la necesidad de construir una “dirección consciente del campo popular”. La CTA se propone “desde la clase trabajadora” aportar en la construcción de un nuevo movimiento político-social. El parentesco con Lula y la idea de que esa herramienta sirva para “el tránsito de la resistencia a la ofensiva del campo popular”.
Por Luis Bruschtein
El 13 y 14 de diciembre, la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) realizará su congreso en Mar del Plata. En el proceso de discusión previo, más de 20 mil delegados discutieron en todo el país el impulso del campo popular de pasar de la resistencia a la ofensiva y la necesidad de generar un nuevo movimiento político-social, “una dirección consciente” del campo popular como herramienta. El titular de la CTA, Víctor De Gennaro, afirma que la central aportará a esa construcción como “organización de la clase trabajadora que sigue siendo el sujeto del cambio en la sociedad”. Reivindica la experiencia del PT en Brasil, pero advierte que copiar en forma mecánica de otras realidades sería equivocarse. “Ante cada situación, lo importante es que lo hagamos juntos –señala De Gennaro– y con el objetivo de garantizar pan, trabajo, soberanía y democracia”.
–Lo más importante es que se hicieron 19 congresos en el interior y en Capital Federal y faltan otros cinco congresos este fin de semana. Además se hicieron asambleas distritales previas en algunas ciudades importantes. Tienen que haber participado cerca de 20 mil compañeros en todo el país debatiendo. El 70 por ciento del congreso de la CTA que culmina el 13 y 14 en Mar del Plata es lo que se está haciendo en todo el país. En esa culminación, la expectativa es delinear la nueva etapa, una estrategia en cuanto a qué propuesta tenemos los trabajadores para salir de la crisis, cómo fortalecemos nuestra base de poder que son nuestras organizaciones, con una iniciativa muy alta que se viene aprobando, que es impulsar la creación de un nuevo movimiento político y social a partir de la crisis de representación que se da en todos los órdenes. Nuestra prioridad es consolidar la central de trabajadores para tener una fuerza propia que nos permita ayudar y asumir este proceso.
–¿Su participación con Carrió y Zamora fue una expresión de esa idea?
–Yo creo que sí, y no fue solamente con ellos, también con otros sectores, Izquierda Unida, intelectuales, peronistas, de todo. Y lo más importante fue mostrar que era la Nación. Estuvimos en todo el país. El aprendizaje fue que el deseo de que se vayan todos es real, pero no se van a ir, los vamos a tener que echar. Y para echarlos hay que organizar millones y solamente se organizan millones cuando somos capaces de incorporar las necesidades de los millones en nuestros planteos. Por eso, el problema ya no es decir basta, es decir cómo, cómo construimos lo nuevo. Eso es lo que discutimos en los congresos.
–¿Qué diferencias tendría esa convocatoria con experiencias previas, como el Frepaso?
–Eso tendría que responderlo quien haya estado en el Frepaso, pero me parece que no tiene nada que ver. La central no se va a transformar en un partido político porque sería negar su hito fundacional. Además, algunos vienen del radicalismo, otros del peronismo, del comunismo, del socialismo, otros de nada, otros del ARI o del Frepaso, cada uno tiene su visión partidaria, porque somos parte de la sociedad. Lo que estamos planteando desde esta perspectiva es un aporte a la construcción de una dirección consciente del campo popular, que sin lugar a dudas excede a la CTA. Pero creemos que la CTA tiene un papel importante por ser una propuesta de construcción de la clase trabajadora. Los teóricos del poder niegan que el sujeto de la transformación sea la clase trabajadora, se dan el lujo de subestimarla, como si se pudiera crear riqueza sin trabajo. Sentimos que la construcción de ese nuevo movimiento político-social de transformación en nuestra patria no se puede hacer sin una presencia organizada y consciente de la clase trabajadora.
–¿Qué similitudes y diferencias se plantean con el PT de Lula en Brasil?
–Hay que entender que esa experiencia es patrimonio de esa historia, de esa cultura, y trasladarla mecánicamente sería equivocado. Yo gocé el triunfo de Lula. Estuve los últimos cuatro días en la campaña, y sentía que era como el ‘73 en Argentina, estaba el contagio de que se puede vencer, de que se puede ser feliz, que se puede ser protagonista. Ganamos en Brasil porque Lula es el primer trabajador electo en Latinoamérica y en un país como Brasil, que será la locomotora de este nuevo tiempo de Latinoamérica. Lo que tenemos que aprender no es a copiar, sino eso que sienten ellos, de que pueden ganar, que pueden ser protagonistas. Desde nuestro orgullo y desde nuestra historia tenemos que construir la posibilidad de volver a ganar. Los sectores del poder ya no convencen, pero hay que enfrentar el miedo por las derrotas que tuvimos. Enfrentar ese miedo es clave para construir una alternativa, para saber que se puede ganar. Hay que realizar la unidad del campo popular. Si hoy se lograra esto, la gente está para mucho más que nuestras propias organizaciones.
–Los miles de comedores populares, las huertas orgánicas, las asambleas, las organizaciones comunitarias de los piqueteros demuestran un movimiento muy rico que no se dio en otros países.
–Es impresionante y yo creo que los compañeros de Brasil lo valorizan mucho, especialmente Lula que decidió que su primer viaje sea a la Argentina. Lula apuesta al pueblo argentino. Me enorgullece porque yo también me siento orgulloso de nuestra historia que hoy más que nunca tiene que ser capaz de parir lo nuevo. Entonces de Brasil tenemos que aprender los “para qué”: terminar con el hambre, la desocupación, la entrega y la represión. Esos cuatro puntos que levanta Lula también se sienten en otros países: en el Frente Amplio en Uruguay, la pelea por la democracia en Paraguay, Evo Morales en Bolivia, Gutiérrez con el movimiento Pachakutik en Ecuador, la defensa contra el golpe en Venezuela, el México insurgente, y por supuesto la resistencia de Cuba. Todo habla de que tenemos un tiempo latinoamericano que necesita nuestro protagonismo. Tenemos que discutir desde los trabajadores. Nos quisieron exterminar desde hace 26 años. Lo dijo Martínez de Hoz. Pero no pudieron, hemos resistido y crecido, hemos podido construir una nueva central, algo que parecía imposible en décadas de unicato. Queremos ahora construir la unidad política de los trabajadores y desde allí aportar seriamente a la construcción de un proyecto de transformación.
–¿Y cómo serían los pasos de esa construcción?
–Sobran las ideas, lo importante es la definición de esa voluntad, pasar de la resistencia a la ofensiva, estar convencidos de que podemos gobernar a la Argentina. Estos tipos inventaron el hambre en la Argentina, hay que ser una bestia para inventar el hambre en la Argentina. Una madre, esas compañeras que en los barrios le sacan agua a las piedras para darle de comer a sus hijos gobiernan mejor que cualquiera de estos reventados. Las respuestas son: juntos, conscientes de que hay que construir una dirección desde el campo popular y que construir una nueva sociedad no se hace por decreto en una fecha determinada, se hace desde hoy. No se puede hablar de construir el cambio en la sociedad sin cambiar uno y eso significa sacar la ideología del enemigo que tenemos dentro, por sectarismos, por mezquindad. Eso no tiene nada que ver con la ideología de la clase trabajadora, tiene que ver con la de ellos, de transformarnos en competidores. Hay que construir la unidad del campo popular. Si no logramos gobernar lo nuestro, es muy difícil convencer a los demás, y hay que convencer a millones. Entonces, el primer paso es gobernar lo nuestro. Somos minoría en el movimiento obrero, la CGT todavía tiene un poco más del doble. La CTA ha crecido mucho y ahora necesitamos integrar a los seis millones de trabajadores de empresas privadas.
–¿Y los sectores que no están en el movimiento obrero?
–Desde esa minoría que somos, queremos convocar a todos los sectores sin ningún temor. En esos sectores pasa lo mismo, Hay minoría en el campo de la comunicación, de los partidos, de la cultura, de lo empresarial, de lo religioso. Somos una minoría ahora, lo aceptamos, pero asumiéndonos como minoría y gobernándonos es posible ganar la confianza y la esperanza de transformar esta realidad. Las grandes revoluciones o transformacionesno las genera la injusticia, porque si no, el mundo sería otro. Lo que logra el cambio es la esperanza.
–¿En el plano electoral cómo se expresa esta propuesta?
–Yo creo que estas elecciones buscan legitimar algún tipo de consenso para ver si firman con el Fondo Monetario y reprimen más. Pero me parece que la respuesta que deberíamos dar es todos juntos, tendríamos que construir una dirección consciente, entre todos, para tratar de enfrentarlo de una única manera. Eso se tendrá que discutir. En un momento nosotros planteamos que se junten todas las candidaturas para hacer una interna abierta y que votemos lo que propongan los compañeros o votamos un programa diferente o nos abstenemos. Soy respetuoso de todas las decisiones en cada tiempo, pero lo tenemos que hacer juntos.
–Hasta ahora las diferencias han pesado más que los acuerdos...
–Para mí lo diferente no tiene que fracturar, lo diferente tiene que enriquecer la verdad colectiva que complementa la de cada uno de nosotros. Yo no entiendo cuando los compañeros dicen: “comparto el 90 por ciento”, y se dedican a hablar del diez restante. Sobre todo cuando la realidad está diciendo que hay nueve millones de pibes bajo la línea de pobreza sobre doce millones y medio.
–¿Ese movimiento tiene un programa ya elaborado?
–No es un proceso cerrado, es lo que estamos discutiendo, hay propuestas, hay ideas en todos lados. Si hacemos una síntesis de todas ellas, yo diría que todas apuntan a cuatro temas: cómo garantizamos hoy el pan, el trabajo, la soberanía y la democracia. Todos tenemos ideas de cómo se garantiza eso. Son los cuatro ejes donde se va sintetizando la propuesta que debemos plantear los trabajadores.