EL PAíS › PROTESTA CON HUMOR Y HASTA UN STRIPTEASE EN EL MICROCENTRO
Llegó la hora del piquete creativo
Impidieron el funcionamiento normal del Banco Central y de algunas financieras y bancos. Llamaron la atención con slogans no tradicionales. Crónica del piquete urbano en plena city.
Por Laura Vales
El chico se sacó la remera. Con el torso desnudo se sentó en la esquina de San Martín y Sarmiento, esa cuadra de sucursales bancarias y casas de cambio, y se aflojó los cordones de las zapatillas, que también se quitó. El paso siguiente fue sacarse las medias. Y finalmente el pantalón, para quedar cubierto sólo con un slip rosado y un par de anteojos como los de John Lennon. Tenía un cuerpo flaco, del tipo de los que no nunca van al gimnasio. Necesitaba tomar algo de sol, pero al chico el detalle no parecía importarle en lo más mínimo. Indiferente a las reacciones de los curiosos, se acomodó unas hojas de parra sobre el slip y dijo: “Nos dejaron en pelotas. Ante esta lamentable situación, en vez ir corriendo a comprar ropa marca Nike, Adidas o J. L. Cook, proponemos empezar a construir este país desde cero, con otros valores”.
A su alrededor, varios centenares de manifestantes se extendían de vereda a vereda cortando el tránsito, con carteles en los que se leía “Amor vs. Capitalismo”, “Exclusión-Desocupación-Hambre-Represión– Impunidad” y “Nuestra dignidad no se devalúa”.
Así empezó ayer, a las 10 y media de la mañana, el piquete urbano en el microcentro porteño, una protesta en la que asambleístas, desocupados, ahorristas, militantes de izquierda, ecologistas, gays y feministas, más otros colectivos varios, apuntaron a impedir el funcionamiento del Banco Central y de la Bolsa de Valores.
Fue la primera actividad de las previstas para el 19 y 20 de diciembre y consistió, básicamente, en la realización de cuatro cortes simultáneos en la zona bancaria, que se mantuvieron hasta las dos de la tarde.
La protesta se hizo con una consigna única, “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, y reunió a una treintena de agrupaciones. En una serie de encuentros preparatorios, las organizaciones decidieron reglas de juego en común, como no llevar más de una bandera chica por cada una.
Una vez instalados los piquetes, dentro del área cortada no pudieron circular camiones de caudales ni vehículos particulares. Durante por lo menos dos horas el Banco Central mantuvo sus puertas cerradas. A su vez, divididos en grupos, los manifestantes bloquearon algunas entradas individuales de sucursales bancarias para impedir la entrada de clientes. Durante la jornada se vio un alto porcentaje de militantes de partidos de izquierda, posiblemente más que asambleístas. Participaron identificados con pancartas una decena de asambleas barriales, el Movimiento Independiente de Ahorristas, el Partido Comunista (PC), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Movimiento Patriótico 20 de diciembre (MP20), la agrupación Martín Fierro, colectivos anarquistas.
Esa confluencia de sectores se tradujo en contraste de ropas, estilos y banderas. Había jóvenes con crestas punk, pelos rastas, gente que llevó banderas argentinas y consignas nacionalistas, ahorristas con carteles escritos en inglés. El sector de los pesificados fue, por lejos, el más revoltoso.
El microcentro sigue siendo un área de bancos convertidos en fortalezas. Los ahorristas volvieron a descargar su rabia contra los paneles de chapa que cubren las vidrieras.
–Tenía 20 mil dólares en el banco, los ahorros de toda mi vida, me sacaron todo –se quejó Ana María, 45 años, que se movilizó con los demás haciendo sonar una bocina roja de bicicleta.
Un grupo de mujeres encendió una pila de basura en la entrada de una de las sucursales y un momento de furia arrancó las plantas de los canteros externos y desparramó su tierra por la vereda.
Los otros sectores emprendieron acciones simbólicas, con un estilo antiglobalización. Los marchantes se dividieron en grupos identificados con colores. Se repartieron etiquetas con códigos de barra y la frase “sujeto de consumo”. Pintaron con aerosol en las paredes de las casas decambio: “Hombres depredando”. Muchísimos llevaban cámaras de fotos o de video. Casi todos fueron a la actividad preparados por si había represión, con pañuelos al cuello (para los gases lacrimógenos), zapatillas y un listado de teléfonos de abogados vinculados a la defensa de los derechos humanos.
La Policía Federal rodeó la zona de la protesta con efectivos identificados con su nombre y cargo, que no hicieron ostentación de armas.
Antes de terminar el piquete, los manifestantes quemaron figuras de Eduardo Duhalde, Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá y Elisa Carrió, los cuatro sosteniendo una bandera norteamericana.
A las dos de la tarde el Adán de la esquina de San Martín y Sarmiento comió junto a una Eva un manzana, se calzó de nuevo los pantalones y se alejó del lugar con los demás, todos detrás de un cartel en el que se leía “No es el dinero. No es el papel. Es la forma de dejarnos ser”. La columna marchó por la avenida Corrientes hasta el Obelisco. En las paredes de la Bolsa los últimos manifestantes escribieron a los operadores financieros: “Váyanse a Miami con sus tías”. Adentro no se veía movimiento.
Los organizadores del piquete urbano se mostraron conformes por los resultados del día. “Como primera medida coordinada creemos que nos fue bien” dijo Octavio Balán, de la asamblea del Cid Campeador, de donde surgió la iniciativa. Los manifestantes valoraron también que la protesta había enfocado “a los principales símbolos del poder financiero”. Los manifestantes se encontrarán el próximo martes para hacer un balance conjunto. Por supuesto, ayer ni uno solo de los manifestantes presentes sabía decir si después de eso se volverán a reunir.