Sábado, 15 de mayo de 2010 | Hoy
EL PAíS › EL EMPRESARIO EDUARDO CAVANAGH DECLARó EN LA CAUSA POR LAS VENTAS A VENEZUELA
El ex embajador Eduardo Sadous había afirmado que a Cavanagh le pidieron coimas para exportar vaquillonas. El empresario lo desmintió, dijo que no tenía objeciones hacia la empresa que ganó la licitación y no arremetió contra ningún ex funcionario.
Por Raúl Kollmann
El empresario Eduardo Cavanagh negó ante el juez federal Julián Ercolini y el fiscal Gerardo Pollicita que alguien le hubiera pedido coimas para exportar a Venezuela, como afirmó el ex embajador argentino en ese país Eduardo Sadous. Al mismo tiempo, sugirió que en la competencia entre tres empresas, siempre tuvo la impresión de que había “un caballo del comisario” y contó una historia asombrosa, que hasta incluía una supuesta carta falsa destinada a enemistarlo con los funcionarios venezolanos que decían a quién se le comprarían las cinco mil vaquillonas que se iban a exportar. “Nadie me pidió una comisión o retorno y yo no lo hubiera aceptado por cuestiones de principios y de competitividad.”
Cavanagh no arremetió contra ningún funcionario argentino –Sadous había sugerido que iba a acusar al ex secretario de Agricultura Javier De Urquiza– y hasta dijo que no tenía objeciones respecto de la empresa que ganó la licitación, Interpampas. Sin embargo, contó que un empresario argentino, residente desde hace años en Venezuela, le dijo “correte de este negocio, no es para vos”. Para colmo, ese mismo empresario después le reveló que hubo una carta falsa, supuestamente firmada por el mismo Cavanagh, dirigida al general venezolano Martínez, en la que se quejaba ante el militar porque el proceso no era transparente y había irregularidades. Cavanagh dijo que nunca mandó esa carta.
A lo largo de varias horas, el empresario dejó dos cosas claras:
- Nadie le pidió coimas y no escuchó que a otros empresarios, incluyendo un amigo suyo, dueño de Medix, les hayan pedido retornos o comisiones.
- En la exportación de las vaquillonas lo dejaron afuera. No pudo acceder al general Martínez, el principal negociador venezolano, y tampoco logró una entrevista con De Urquiza.
Cavanagh negó casi todo lo señalado por Sadous:
- Desmintió que le hubiera dicho al ex embajador que recibió una presión de De Urquiza para apartarse del negocio.
- También desmintió haberle dicho a Sadous que De Urquiza tenía un testaferro que ganaría la licitación.
Cavanagh tenía en realidad una empresa metalúrgica que debió cerrar en 2002 a raíz de la crisis. A partir de ese momento, buscó realizar otras operaciones de exportación de equipos de GNC, maquinaria ferroviaria y otros bienes. Al concretarse el acuerdo Argentina-Venezuela intentó aprovechar la oportunidad porque su padre era consignatario de ganado. Viajó a Caracas, se contactó con la embajada y empezó una serie de gestiones para participar de la licitación. Cavanagh dice que al principio lo recibieron bien, pero que después la relación se puso más dura y finalmente desistió de participar.
No quedó claro, porque Cavanagh no tiene forma de probarlo, que haya quedado afuera porque otra empresa tenía contactos más fluidos o era “el caballo del comisario”, porque los venezolanos se enojaron o porque vieron que no tenía antecedentes para realizar una operación tan sofisticada, ya que nunca había hecho ninguna exportación de ganado y en este caso se trataba de 1100 vaquillonas con un proceso genético complejo, preñadas, con dificultades en el terreno sanitario y logístico.
Dentro y fuera del expediente que instruye Ercolini, las desmentidas a Sadous se fueron sumando. El ex embajador fue desmentido por el presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola, José María Alustiza; el ex canciller Rafael Bielsa, quien dijo públicamente que nunca Sadous mencionó la existencia de pedidos de coimas; Alberto Alvarez Tufillo, segundo del ex embajador en la sede diplomática venezolana; y el ex subsecretario de Política Latinoamericana y actual embajador en Perú, Darío Alessandro.
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