“No vamos a decir nada porque Macri todavía no fue notificado formalmente”, dijo por la tarde a Página/12 un allegado habitual de Néstor Kirchner que anoche se encontraba en Río Gallegos. Como el titular del PJ encabezó un acto en la capital santacruceña, unos pocos colaboradores y dirigentes del oficialismo que suelen pasar sus fines de semana en Buenos Aires se encontraban en Santa Cruz. Habían viajado al sur para seguir de cerca el retorno de Kirchner a los actos públicos en su tierra natal (ver página 6). En el entorno del secretario general de Unasur circulaba como una consigna cuál era la posición que había que adoptar ante el procesamiento: no hacer declaraciones hasta que Macri se notifique del fallo y conteste los argumentos del procesamiento en su contra. En suma, el consenso mayoritario era “no victimizarlo más” y esperar que “se embarre aún más” en sus esfuerzos por despegarse de la causa por las escuchas ilegales.

Aunque la consigna más aceptada del bloque de Encuentro Popular para la Victoria era optar por el silenzio stampa, otras voces planteaban que había que aprovechar el mal momento de Macri para sumar más denuncias en su contra. Ese fue el debate que circuló ayer en la sede de Sadop, donde se reunió buena parte del kirchnerismo porteño. Con la presencia del senador Daniel Filmus, en el sindicato de docentes privados se dieron cita casi todos los legisladores del bloque K: allí estuvieron Tito Nenna, María José Lubertino, Gabriela Alegre. El único ausente fue el jefe del bloque, Juan Cabandié, quien se encontraba en Río Gallegos y que por eso mismo pudo testear in situ cuál era la posición de la plana mayor del kirchnerismo. A través de un comunicado, Cabandié propuso que Macri se tome una licencia –con posibilidad de que el recurso se extienda ante una demora del fallo de segunda instancia– y que el Ejecutivo porteño quede a cargo del vicepresidente primero de la Legislatura, Oscar Moscariello.

Ayer, cuando le preguntaron a Macri por esa alternativa, el jefe de Gobierno se limitó a sonreír.