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“¿Vos qué preferís tener en el bolsillo; un dólar o un patacón, un Lecop o cualquiera de esas cosas?”, preguntó Daniel Hadad en su programa como si le preguntara a un chico a quién quiere más, a la mamá o a Cruela, la bruja de los mil dálmatas. Después con cara de tragedia griega reflexionó: “Nadie entiende lo que hicimos al no pagar la deuda, hemos quedado fuera del sistema”.
La realidad en Argentina va a mil por hora, más rápido que una locomotora, más rápido que la vista, como Supermán. Es dificilísimo seguir el reacomodamiento de actores. A veces uno quisiera bajar la persiana y volver el mes que viene. El programa del lunes de Hadad fue a pelo suelto con palos contra la devaluación, contra el gobierno, los piqueteros y hasta Macri y Techint, con sugerencias sobre los beneficios de la dolarización y una reivindicación de Ricardo López Murphy y Pedro Pou.
Aparece en pantalla Adolfo Rodríguez Saá cuando anunció en la Asamblea Legislativa que no se pagaría la deuda externa y el aplauso. “El default no se festeja –cara compungida–no somos conscientes de lo que hicimos”. Un colaborador compara el proyecto de presupuesto actual con las propuestas de López Murphy. “Si se hacía lo que proponía, no había necesidad de salir de la convertibilidad.” “Y después echaron a Pou del Banco Central y pusieron a un payaso”, agrega Hadad.
López Murphy salió con una campaña durísima con pronósticos de caos e hiperinflación, advirtiendo sobre la posibilidad de dictaduras comunistas “como las que fracasaron en el Este”, usando un lenguaje que les gusta a algunos militares y que siempre sirvió para convocarlos a salvar a la patria. Y Pou, que fue puesto en el Banco Central por Carlos Menem, por sugerencia o con el beneplácito de los bancos, acaba de publicar un artículo donde afirma que el plan económico del gobierno implica una impresionante transferencia de riqueza de los trabajadores a un sector empresario.
¿Alguien está jugando fuerte o solamente lo parece en el contexto de un país crispado? “¿Alguien me podrá explicar alguna vez por qué tuvimos que salir de la convertibilidad?” preguntó Hadad, esta vez con cara de sorprendido en su ingenuidad. El periodista Antonio Laje, con flamante flequillito engrasado tipo Cuchuflito, responde con prontitud: “Psss, fue una devaluación política; se trata de destruir todo lo que hizo Menem, sin importar el costo, no importa si el país se va al infierno”. Y después coincide con Pou al agregar: “La respuesta también está en quienes salen beneficiados con estas medidas, empresas que han parasitado al Estado como Macri o Techint”.
Los mismos que alaban a López Murphy parecen ahora terribles defensores de la clase obrera, lo cual resulta confuso. En la síntesis de noticias, hay una de fútbol y las demás son sobre la situación económica menos una sobre la inseguridad y la muerte de 18 policías y ya en cámara Hadad se corrige: no son 18 sino 19 porque acaban de matar a otro. Es el caos que anuncia López Murphy, al igual que las protestas de los usuarios en Constitución porque han cortado las vías en Avellaneda. “A los piqueteros atorrantes que reciben 200 pesos por no hacer nada, les digo que tengan en cuenta que también hay gente seria en este país, que tiene que cumplir horarios”, grita un furibundo usuario. Es la última imagen del bloque.
“Tengo miedo de la corporación de los políticos. Ojalá que a los que pensamos distinto no nos manden a los perros. Usted sabe a lo que me refiero” dice Hadad mirando a las cámaras. Uno piensa en el comunismo, como dice López Murphy, o en el “autoritarismo populista”, más el caos de la inseguridad y lo bueno que es la dolarización y tiene un discurso que brotó ahora en forma salvaje, como si estuviera dispuesto a romper todo antes que perder. Es el discurso más duro. Y proviene de personajes o sectores que durante diez años fueron guardianes de la sagrada verdad de la infalibilidad del mercado. Durante diez años reclamaron tolerancia ypaciencia y ahora son los menos dispuestos a ejercerlas. Un horizonte que en otros tiempos hubiera tentado a más de un general.