ECONOMíA › HISTORIAS DIFÍCILES DE COMPRADORES Y VENDEDORES
Ilusiones dentro del corralito
Por Carlos Rodríguez
Los dos estuvieron de vacaciones, pero nunca pudieron despegarse del lado oscuro de la realidad. “El Palmar de Colón es muy lindo, pero se disfruta más sin la obligación de leer todos los días el diario para saber si despegás del corralito”. Pablo Barrionuevo (31) es un porteño que quiere casarse este año con su novia entrerriana, pero antes tienen que comprarse la casa donde sueñan vivir juntos. Tienen el dinero porque los dos (Pablo y Gabriela) cobraron sendas indemnizaciones y sumando ahorros lograron reunir 45.000 dólares que fueron rigurosamente depositados cuando existía el uno a uno. “Tenemos un propietario que nos pide 25.000 dólares o 35.000 pesos por una casa en Avellaneda, pero todo depende de la posibilidad que tenga él de utilizar el certificado de plazo fijo antes de su vencimiento en el 2003”. O de que se abra la alternativa de retirar, en pesos, los depósitos que correspondan a indemnizaciones.
En la misma amarga espera se encuentra Silvia Martínez (38), soltera, quien después de trabajar largos años como enfermera en un hospital público, sumando horas extras y guardias de fin de semana en una clínica privada, logró reunir lo suficiente como para comprarse una casa propia en el barrio de Liniers. “El dueño de la casa es un hombre grande, de más de 60, que tiene más apuro que yo en concretar la operación, pero tiene miedo de pegar un salto al vacío”, dice Silvia mientras sueña con dejar muy pronto la triste pieza en la que vive, junto con una compañero de trabajo, en el barrio de Constitución.
En una inmobiliaria de Independencia al 1800, las tres empleadas toman café mientras esperan lo que parece un milagro: cerrar la compraventa de un inmueble, algo que nunca ocurrió durante todo febrero. “Tenemos operaciones virtualmente cerradas desde diciembre, pero están paradas porque los vendedores quieren estar seguros de que van a poder utilizar los plazos fijos antes de los vencimientos fijados por el Gobierno”, explica una de las empleadas. El presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina, Héctor D’Odorico, considera “totalmente imposible” que alguien pueda vender a cambio de un plazo fijo que vence “en el 2003, en el 2004 o en el 2005”. Lo que pide es que el Gobierno “permita que ese monto pueda ser utilizado, dentro del sistema bancario, para comprar otra propiedad, para pagar impuestos, servicios o la tarjeta de crédito”.
Pedro Logarzo, responsable de la concesionaria Tito González, de Independencia y 9 de Julio, admite que diciembre fue “un buen mes para vender autos”, al menos en esa agencia “porque sé de otras que la pasaron mal”. En medio del caos de los sucesivos cambios de gobierno “muchos tenían cheques con sumas importantes que en vez de depositarlas, las utilizaron para invertir en automotores”. En enero y lo que va de febrero “las ventas cayeron un 40 por ciento” respecto del año anterior. “La posibilidad de utilizar la transferencia de plazos fijos para comprar es buena para nosotros, si en la reglamentación de las normas se autoriza la utilización de esos fondos para pagarle a las fábricas o para saldar otras deudas”, opina Logarzo.
Aníbal (42) es viudo y padre de tres hijos adolescentes. Está en tratativas “semiclandestinas” (dice mientras se ríe) para comprar una casa utilizando parte de los casi 100.000 dólares que tiene presos en el corralito. “La compra de la casa se parece a un partido de ajedrez: el dueño me muestra el peón para darme el jaque con la torre”. Lo que quiere decir es que el valor real de la propiedad, estimada en 60.000 dólares, sube cada día un poco hasta casi rozar los cien mil pesos. “El dueño puede llegar a aceptar el plazo fijo que vence el año que viene, pero quiere asegurarse y me pide casi el doble del valor actual de la casa”, se lamenta Aníbal sin dejar de mirar el tablero.
En el caso de los novios Pablo y Gabriela, la posibilidad de poder retirar en efectivo, y en pesos, las indemnizaciones, plantea nuevos interrogantes. “Si sacamos la plata en pesos, como quiere el Gobierno, tenemos que comprar enseguida y estar muy seguros de que no vaya a surgir ningún inconveniente que pueda demorar la operación”, se mentaliza Pablo. El problema que surgiría entonces sería el de la inflación galopante que todos temen: “Hoy sacamos 35.000 pesos que mañana no nos alcanzan ni para pagar el boleto. Es una lotería”.
Voceros de las cámaras inmobiliarias confiaron que ya se está creando un mercado negro donde “un depósito de 100.000 pesos es aceptado a cambio de una propiedad con un valor que no supere los 50.000 pesos”. El interés que aplica de hecho el vendedor “varía según el lugar donde está el depósito a plazo fijo: si es un banco nacional las cosas son muy duras y más beneficiosas si se trata de uno extranjero”. El mercado negro aterroriza a las cámaras y a los escribanos, que temen quedarse afuera del negocio.