Al menos cuatro pilotos confirmaron que llevaron como pasajero al ex secretario de Transporte de la Nación Ricardo Jaime en un avión Lear Jet, que se investiga si es propiedad del ex funcionario, en vuelos a Córdoba y Brasil. Así quedó comprometida la situación judicial de Jaime porque hasta ahora sólo estaba confirmado que habían sido pasajeras de esos vuelos su mujer, Silvia Reyss, y sus hijas pero no el ex funcionario, que ocupó la Secretaría de Transporte entre 2003 y 2009.

Los pilotos Vicente Sánchez y Carlos Ferreiro y los copilotos Alvaro González Villafañe y Andrea González declararon ante el juez federal Norberto Oyarbide, el secretario Jorge García Davini y el fiscal Gerardo Pollicita, que reemplaza a su colega Carlos Rívolo en la causa en que se investiga si Jaime se enriqueció en forma ilícita.

Ferreiro declaró que piloteó al menos tres o cuatro veces el Lear Jet y en uno de esos viajes llevó a Jaime y otras personas a las que no pudo individualizar a Córdoba, provincia natal del ex funcionario. Los copilotos Villafañe y González también declararon que llevaron a Jaime a Córdoba. Por su parte, Sánchez dijo que como piloto también trasladó a Jaime a Córdoba y a Brasil, destino habitual del ex funcionario, ya que allí vive su hermano. Al ex secretario, empresarios del transporte le pagaron taxis aéreos, por lo que fue procesado hasta ahora por el delito de dádivas. Todos los testigos declararon que fueron contratados por la empresa Aeroruta SATA y que no saben si Jaime o quién pagó los vuelos. Para hoy está prevista la declaración del piloto David Aronoff.

Hasta ahora sólo se había podido establecer, mediante registros de vuelo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que Reyss y las hijas de Jaime habían sido pasajeras del Lear Jet, pero Jaime no figuraba en las planillas. Las declaraciones de los testigos complicaron su situación porque ahora se logró establecer que también hizo uso de la nave.

Oyarbide y Rívolo investigan si Jaime es dueño del Lear Jet, valuado en cuatro millones de dólares, de un yate de un millón y medio de dólares, y si se enriqueció ilícitamente.