Lunes, 4 de abril de 2011 | Hoy
EL PAíS › PABLO FEDERICO TURNER, HIJO DEL INTENDENTE DE LOMAS DESAPARECIDO EN 1976
En 1973 Pedro Pablo Turner fue elegido jefe comunal de Lomas de Zamora. En el ’75 lo destituyeron con una maniobra en la que sus seguidores reconocen la mano de Eduardo Duhalde, quien poco después se hizo del sillón de la intendencia.
Por Adrián Pérez
“Volví para recuperar el cuerpo y la memoria de mi viejo, es como si nunca hubiera existido en Lomas, nunca se habló sobre su desaparición, estaba prohibido nombrarlo.” Después de veintiséis años de exilio, Pablo Federico Turner regresó a Argentina para recobrar la historia de su padre: Pedro Pablo Turner fue elegido intendente de Lomas de Zamora en 1973, lo destituyeron en 1975 y fue desaparecido en 1976 por la dictadura militar. Luego de haber sido baleado en 1982 durante una interna del partido Intransigencia y Movilización Peronista, Pablo se radicó en Suecia. “Este gobierno y el de (Néstor) Kirchner me dieron la posibilidad de venir a investigar qué fue lo que pasó con él”, sostiene en diálogo con Página/12. La historia de su padre está atravesada por un fuerte compromiso con los sectores populares. En 1968 comenzó a militar en el Peronismo de Base de Ingeniero Budge y, por intermedio de Raimundo Ongaro, accedió a las cintas que Perón había grabado en Puerta de Hierro. En ese entonces, el delegado gráfico buscaba casa por casa a sus compañeros de la Juventud Peronista (JP) para compartir los mensajes del líder en el exilio. También colaboró con Carlos Mugica en su trabajo con el movimiento villero.
Manuel Núñez se inició en la política de la mano de Turner, a los 17 años. “Reunió a todos los dirigentes barriales del peronismo de Lomas, era un gran compañero, todo el mundo lo quería”, recuerda. Durante una interna del Frejuli, el Consejo Superior eligió a Turner para encabezar una lista de unidad como candidato a intendente. Ese armado exceptuaba a una persona. “Eduardo Duhalde (ver aparte) no podía entrar por ningún lado porque no era peronista, venía de la Democracia Cristiana creada por el dictador (Alejandro) Lanusse y los curas que atentaron en el ’55 contra el gobierno de Perón.”
Una artimaña política reemplazó a Turner, como candidato a intendente, por Roberto Ortiz, encargado de presentar la lista del Frejuli ante la Junta Electoral bonaerense. Al conocerse la maniobra, Ortiz fue destituido y Turner encabezó la propuesta. Lo acompañaban Héctor Lencina (primer candidato a concejal), Irma Santa Cruz (segunda candidata a concejal) y Eduardo Duhalde. En las elecciones en que Héctor Cámpora accedió a la presidencia y Oscar Bidegain a la gobernación de la provincia, Turner ganó el distrito de Lomas. Asumió la intendencia en mayo de 1973.
“Su gestión fue de las mejores –destaca Núñez–. Tenía políticas para (Ingeniero) Budge, el cuartel noveno y los sectores medios.” Dirigentes metalúrgicos donaban material para mejorar las calles de tierra, en los barrios del sur, mientras jóvenes de la JP y del movimiento villero trabajaban codo a codo en la construcción de zanjas. “Llevó la intendencia adelante sin plata y dejó un superávit de 500 millones de pesos”, destaca. Pero un sector lo acusó de no informar sobre la donación de ladrillos a una asociación civil. “Duhalde fogoneó esa denuncia, la presentó ante el Concejo Deliberante y, con ayuda de algunos muchachos, lograron suspenderlo”, explica Núñez. A principios de 1975 fue destituido, apeló la medida y la Justicia falló en su favor en dos ocasiones. Núñez señala que Duhalde asumió como intendente de Lomas después del asesinato de Lencina en la Masacre de Pasco –a manos de la Triple A– y de la renuncia de Santa Cruz, que fue intimidada para que no se presentara.
Cinco días antes de ser separado del cargo, la familia de Turner fue secuestrada. Dos hombres fueron a su casa en Ingeniero Budge con la excusa de que el intendente los llamaba. Después de tres horas de viaje, llegaron a un pueblo de cuatro casas. “A nosotros nos dejaban salir, pero a mi vieja no –evoca Pablo–. Nos pedía que nos fijáramos si había un teléfono cerca.” Al tercer día de cautiverio, fueron liberados. Habían sido raptados en un Torino, coche que utilizaron las patotas de la Policía Bonaerense durante la dictadura militar.
El 24 de marzo de 1976, Turner se refugió con sus hijos Oscar, Pablo y Eduardo en Libertador General San Martín, Chaco. Una semana después, una patota fue a buscarlo a Ingeniero Budge. Su compañera llegaba a la casa cuando torturaban a su hija. “No sabemos dónde está”, respondieron las mujeres ante el acoso. “Igual lo vamos a encontrar”, retrucaron los represores.
Un mes más tarde, un grupo de tareas del Ejército ubicó al intendente en la localidad chaqueña y lo llevó a la comisaría del pueblo. Tenían órdenes de trasladarlo a la Alcaidía de Resistencia. Esa noche, su compañera pudo visitarlo en la cárcel, pero al día siguiente, cuando quiso verlo, supo que había sido trasladado a Buenos Aires. “Mi mamá viajó para buscarlo, pero no encontró rastros suyos”, afirma Pablo.
Tras dos meses sin noticias de su compañero, la mujer recibió un telegrama donde le informaban que había fallecido por un ataque cardíaco y le pedían que fuera a reconocerlo al cementerio de Avellaneda. El cuerpo estaba en la morgue. Sus amigos y compañeros regresaron a la casa familiar, después de identificarlo, para organizar el funeral. Según el certificado de defunción, había fallecido el 16 de mayo de 1976. “Nunca más supimos nada, no nos entregaron el cajón ni el cuerpo”, asegura Pablo. Si bien no se conoce cuál fue su destino final, no se descarta que el cuerpo del intendente haya sido enterrado en el cementerio de Avellaneda.
A Pablo no le quedan dudas de que “algunos que hoy se candidatean para distintos puestos” y la Triple A incentivaron la persecución hacia su padre. Dice que sintió alivio cuando vio por televisión a Néstor Kirchner ordenando retirar los cuadros de Videla y Bignone de las paredes del Colegio Militar. Y confiesa, con mirada profunda y voz pausada, que aquel gesto del ex presidente le dio el coraje necesario para regresar al país y reconstruir su historia.
“Con cuatro chicos, mi vieja no conseguía laburo, toda la familia estaba hecha mierda”, recuerda. A 35 años de haber sido secuestrado, Pablo se aferra a la esperanza de descubrir qué pasó con su padre. “Tengo fe en la Justicia y en el Gobierno, sé que tarde o temprano todo se va a aclarar”, agrega. Turner tenía 33 años al momento de su desaparición.
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