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Menem anunció que ganará en una vuelta y prometió otro salariazo

El riojano juntó a militantes y dirigentes de su sector en Costa Salguero. Habló largamente y comparó al duhaldismo con la dictadura militar. Se autoelogió y prometió volver al pasado.

 Por Martín Piqué

Ese tono campechano y grandilocuente que se le asocia a Carlos Menem como “marca registrada” –para citar una expresión suya– volvió a sonar en el acto que el riojano encabezó ayer en Costa Salguero. “Va a ser como en la zamba, primera y adentro”, pronosticó el candidato en su discurso. Lo dijo con una sonrisa, buscando la ovación previsible que llegó en tiempo y forma. “No hay posibilidad de segunda vuelta”, aseguró en medio de los aplausos y los gritos de “¡Menem, Menem!”. “En el ‘89 ganamos con el 47 por ciento y en el ‘95 con el 51. Y el 27 de abril vamos a batir todos los records de la vida política institucional de la Argentina”, prometió, con su audiencia enardecida, unas cinco mil personas, quince mil según los organizadores. La multitud, sin embargo, no reaccionó con tanto fervor cuando Menem habló de un nuevo salariazo. “Vamos a elevar los sueldos con una reducción impositiva del 30 por ciento”, se animó a decir.
El optimismo que destilaban los menemistas podía ser interpretado como una puesta en escena. Pero, por lo menos ayer, Menem repitió desde el micrófono lo que sus simpatizantes comentaban entre ellos, fuera de las cámaras. “El Turco va a ganar en primera vuelta”, se entusiasmaban mientras recibían los folletos de campaña con el slogan “Menem-Romero, para gobernar sin dudas”. Claro que el candidato se encargó de reforzar esa confianza, repitió varias veces que ganará los comicios sin recurrir al ballottage y habló de lo que hará en el gobierno como si ya hubiese vencido a sus rivales. “No teman, van con Carlos Menem y su estrella, hasta el triunfo final”, dijo parafraseando otra vez a Julio César.
Cuando desempolvó su promesa del “salariazo”, Menem se anticipó a las críticas que le podrían hacer sus rivales. “Lo del salariazo se lo discuto a cualquiera –desafió desde el micrófono, sin que nadie le contestara–. No nos van a decir ahora que el 57 por ciento de pobreza es culpa de nuestro gobierno. Nosotros no dejamos en la Argentina 19 millones de pobres.” El público, heterogéneo, abarcaba a muchos dirigentes del interior que habían llegado en micros –que comentaban las opciones para hacer turismo en Buenos Aires– y a jóvenes impasibles que habían llegado del Conurbano y miraban todo con indiferencia.
Pero no fue precisamente indiferencia lo que se escuchó en el pabellón principal de Costa Salguero cuando Menem nombró a sus rivales internos del PJ. Entre gritos de “y pegue, y pegue, Menem pegue”, el riojano comparó a los duhaldistas con los militares y los acusó de “proscribir la causa”. “En el congreso de Lanús, esos que se dicen justicialistas han conseguido con trampas lo que los militares han conseguido por las armas: han proscripto nuestra causa. Entonces, ¡qué me vienen a hablar de justicialismo!”, cargó, y luego leyó un fragmento del fallo de la jueza Servini de Cubría. “El congreso nacional justicialista ha contrariado preceptos constitucionales”, repasó en voz alta a la magistrada que conoce tan bien. “Van a tener que rendir cuentas de este fraude, de esta violación del Código Electoral y de la Constitución ante los tribunales penales que corresponden”, amenazó a los congresales del PJ que decidieron utilizar los neolemas en la elección general.
En el escenario estaban el salteño Juan Carlos Romero, Alberto Kohan, Alberto Pierri, Eduardo Bauzá, y los diputados Alejandra Oviedo, Martha Alarcia y Adrián Menem, entre otros emblemas del menemismo. A diferencia de otros actos, no se la veía a Cecilia Bolocco, de quien ayer se informó desde Chile que su tratamiento de fertilidad no había dado resultado (ver recuadro). Todos ellos festejaron cada vez que Menem esgrimió las ideas ya conocidas que forman parte de su programa. Dijo que en el país “hace falta gobernabilidad”, sugirió que para conseguirla es necesaria la mano dura (“Seguridad significa paz social. Tenemos que darles a las fuerzas de seguridad las garantías suficientes”, afirmó) y se opuso a la propuesta de reestatizar las empresas de servicios públicos. Para fundamentar su opinión, Menem aseguró que el propio Perón, en 1973, ofreció YPF a los empresarios del sector privado. Mientras el riojano exponía sus ideas, a su alrededor el salón mostraba la previsible ornamentación. Carteles verticales con la fórmula MenemRomero acompañada de los escudos de todas las provincias, pancartas de distintos lugares del país y un gran decorado que decía “segundo plenario nacional de dirigentes justicialistas”. La escena se completaba con una enorme foto de Perón avejentado y el clásico perfil de Evita en el balcón de la Rosada. El estilo menemista, sin embargo, se revelaba con más nitidez en el estrado atestado de dirigentes que escoltaba al candidato. La reconocida fisonomía del humorista Tristán –que motivó varios chistes por su parecido con Néstor Kirchner– compartía el palco con los furibundos talibanes del grupo El Aguante y un par de rubias diligentes y entusiastas por ver a “Carlos”.

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Carlos Menem, con un rostro llamativamente terso, reparte mandobles en el palco de Costa Salguero.
 
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