ESPECTáCULOS › RUBEN STELLA Y MARIA FIORENTINO ESTRENAN “COMO EN UN TANGO”

“Somos unos viciosos del teatro”

El dúo protagoniza una pieza de Beatriz Matar planteada como metáfora de los encuentros y desencuentros entre el hombre y la mujer.

 Por Silvina Friera

Cuando un hombre pierde su empleo y con él su forma de vida, las pautas sociales y culturales, que conformaron su imaginario de progreso indefinido, se tornan anacrónicas. Las vocaciones desechadas por ser consideradas poco redituables emergen como un posible refugio o un antídoto para menguar el dolor. Como en un tango, pieza escrita y dirigida por Beatriz Matar, que se estrena hoy a las 23 en el teatro Picadilly (Corrientes 1524), con actuaciones de María Fiorentino y Rubén Stella, enfrenta a un ejecutivo desocupado, fanático de Gardel, con una mujer a la que conoce en una plaza. “Mi personaje cada vez que se encuentra en una situación límite que no puede resolver, desde una acción concreta, intenta superarla cantando un tango. Pero siempre sucede algo que interrumpe ese sueño de ser cantor. Nunca puede terminar de cantar un tango, aun cuando cantar no sea la meta de su vida. Es una tangente que encuentra para escapar o, según como se lo mire, para intentar comunicarse de un modo distinto”, cuenta Stella en la entrevista con Página/12.
“Esta característica del personaje me permitía desarrollar una actividad que me gusta mucho como es cantar, sin el compromiso que significa hacerlo en una comedia musical”, señala el actor. Metáfora sobre los encuentros y desencuentros, la pieza de Matar, que se podrá ver los viernes y sábados a las 23, indaga en los modos de abordar la sensualidad entre un hombre y una mujer que se desean, se odian, se atraen y se rechazan. Fiorentino confiesa que encontró aspectos interesantes para transitar como actriz. “Siento que puedo interpretar a una mujer seductora y atractiva, superando el prejuicio de que lo sensual tiene un metro ochenta, veintidós años y 90-60-90. Una mujer madura también puede enamorar, fascinar, sufrir, hacer sufrir y mostrarse en plenitud”, opina la actriz que compuso a la entrañable Felicidad en “Gasoleros”. El actual secretario de Cultura de la Nación dice que el título de la obra es extraordinario. “Cuando uno baila un tango con una mujer está llevando a cabo una fantasía. A partir de ahí se crea un mundo: cómo la mujer se apoya en un hombre, cómo él puede conducir los pasos del baile, cómo los aromas de la piel atraen al otro. En esta obra pasa exactamente lo mismo”, subraya el actor.
“Yo no soy una milonguera como él, aprendí a bailar tango hace poco. Sin embargo, soy una amante de esa música y me apasiona su poesía”, explica Fiorentino. “El tango me acompaña desde los cinco años y es inseparable de mi historia personal. El tango tiene una poética del desencuentro y la melancolía que me subyuga, porque está emparentada con el lamento ancestral del hombre.” No es casual, entonces, que la obra comience con “Mi noche triste”, considerado el primer tango-canción. Aunque admite que es un tanguero de pura cepa, la generación de Stella también suscribió al rock de The Beatles, Manal y Sui Generis, según comenta el actor. “Pero nunca rompí con el tango”, aclara. “Uno de mis grandes amores, en el sentido poético, fue Troilo y siempre me quedó la amargura de no haberlo conocido. Me fui metiendo más en el mundo del tango y dejé para el final el baile. Soy muy buen bailarín de rock and roll, pero en mi juventud ya no existía el auge de las milongas. Hace dos años empecé a bailar tango y me agarró el berretín.”
Fiorentino señala que siempre buscó impulsar proyectos con los que comulgaba por afinidad teatral. “Ya no existe aquel escenario alternativo que tuvo nuestra generación. Ahora, para encarar una obra necesitás una producción mínima. Pero es fundamental que el teatro mantenga la mística, sin querer ser grandilocuente.” Stella coincide: “La palabra mística es hermosísima, para nada grandilocuente, y me parece muy bien aplicada. En todo caso la mística tiene que ver con la voluntad de acción, de querer decir algo en ese momento sublime y único de estar en el escenario. Soy un vicioso del teatro”. El actor participó en numerosas piezas teatrales, como Un guapo del novecientos, de Samuel Eichelbaum, o las más recientesIsrafel, pieza de Abelardo Castillo, y Usher, por la que recibió el ACE como mejor actor off el año pasado.
Además de una amistad que se consolida con los años y las anécdotas, el vicio teatral une con más fuerza a Stella y Fiorentino. “Yo también soy una adicta, una loca del teatro. Cuando no estoy dando clases o actuando, estoy haciendo teatro en mi casa. Elijo un monólogo de algún clásico, un Shakespeare, y durante meses, cuarenta minutos por día, lo laburo. Me grabo, me escucho y me divierto”, agrega Fiorentino. “Este encuentro se dice que sucede en una plaza, pero puede pasar en cualquier lugar. Hemos tomado riesgos en el escenario, porque sin riesgos, el teatro está muerto, no existe. Lo que no hay arriba del escenario es porque no lo tenemos. No guardamos nada. Está toda la carne en el asador”, advierte la actriz.

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Los personajes que encarnan Fiorentino y Stella se atraen y se rechazan, como en el baile de tango.
 
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